VĆA PULCHRITUDINIS
Maullidos
Los extremos ya no luchan por ideales ni altos ni bajos sino por competir en gracejo o mala leche con el de enfrente
Los GarcĆa
MiƩrcoles de ceniza
Reconozco que no me lo creĆa pero la gente ve vĆdeos de gatitos y de coches caros de forma compulsiva. Es algo parecido a cuando en los ochenta mis amigos del colegio comenzaron a tontear con la heroĆna. Nadie pensaba que aquello fuera a ir ... tan lejos pero 'El Mocos' y 'JandrĆn' acabaron a dos metros bajo tierra. Mis amigos dejaron de prestar atenciĆ³n a don VĆctor y a don Ćngel, sĆ³lo tenĆan tiempo para buscar Ā«lo suyoĀ». Nada conseguĆa hacerles conectar con el colegio, con el respeto a sus padres, ni tan siquiera con aquellas hormonas adolescentes que a todos nos acechaban y enloquecĆan. El caballo ocupaba todo su tiempo, no habĆa resquicio para la esperanza.
Aquellos tiempos de dentaduras perdidas y brazos amoratados han dejado paso a una sociedad sin tiempo. Una generaciĆ³n embelesada en imĆ”genes en vertical que brotan de un telĆ©fono y que ofrecen a niƱos, cuarentones y abuelos la quimera de ser iguales, igual de modernos. Un 'reel' de 59 segundos tras otro que se convierten en horas arrancadas a la realidad. Un sobrevivir a base de 'me gustas' de desconocidos que, por cierto, siempre imagino con aviesas intenciones.
AsĆ nos quieren los extremos y, lo que es peor, nosotros mismos. Ocupados viendo vĆdeos de cremas y recetas de cocina entre los que colocar ideas tan poco brillantes como esos maullidos de gatitos a los que nos hemos convertido en adictos. Ideas sobre patrias, extranjeros, alquileres, sexo, abstinencia, libertades sin obligaciones o sĆndromes que protocolizan la maldad de siempre y que, ahora, cubre la Seguridad Social.
Los extremos ya no luchan por ideales ni altos ni bajos sino por competir en gracejo o mala leche con el de enfrente. Quien haga un chiste capaz de colarse entre los gatitos o escupir la mayor burrada para pasar inadvertida entre el humo de los tubos de escape habrĆ” vencido. Y, mientras tanto, con el telĆ©fono en la mano todos tan felices entonando el Ā«yo paso de polĆticaĀ» porque ni leo el periĆ³dico ni veo el telediario.
En su dĆa despedimos a 'El Mocos' y a 'JandrĆn' a hurtadillas, esperando que nadie se diera cuenta de lo que habĆa pasado. Hoy, como lo de los gatitos no parece peligroso y han cambiado a doƱa Adelaida por Broncano, la gente pregona a los cuatro vientos lo moderno que es todo aunque seamos incapaces de parar y salir de una burbuja mucho mĆ”s pesada que dos metros de tierra sobre nuestras cabezas. La heroĆna, que tan de moda estuvo en la Movida madrileƱa, cayĆ³ por su propio peso sin necesidad de que Ayuso hubiera nacido. La cuestiĆ³n es si los Trump y los Putin disfrazados de gatitos desaparecerĆ”n como el caballo de los ochenta o seguiremos haciendo que engorden porque ya nadie se resiste a un buen maullido.
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