MEDIO AMBIENTE
Arrecifes de metal, la peligrosa vida que traen las plataformas
El Puerto de Las Palmas se ha convertido en lugar referente en Europa para el tráfico de plataformas y buques perforadores, que traen consigo más que negocio

La primera plataforma que llegó a Canarias fue en el año 1999, pero desde aquella pionera son muchas las que han pasado por el archipiélago, trayendo consigo más que actividad económica, con todo un universo sumergido. Biodiversidad, nuevas especies y la amenaza de la destrucción del ecosistema son algunas de las preocupaciones de los expertos, que miran a las plataformas con una visión más amplia. Son «una lotería».
En el horizonte de Las Palmas hay más de una decena de estos arrecifes de metal ahora mismo, creando el espejismo de una ciudad al otro lado del mar. Bajo la superficie, estas plataformas petrolíferas y buques perforadores son hogar de peces, cangrejos, corales, otros crustáceos, flora marina, erizos, polizones que se mueven junto a ellas lentamente desde la otra orilla del océano. Sudamérica o la costa africana ya vive bajo el mar canario con especies propias de estas costas que viajan como pasajeros en sus cascos ¿una ventaja o un problema? Los expertos lo tienen claro.
¿Un beneficio? «de ningún modo», asevera Raül Triay Portella, investigador postdoctoral del grupo Biocon (Biodiversidad y conservación) del Instituto Ecoaqua de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Hay especies no nativas y otras no nativas invasoras porque consiguen adaptarse al ambiente y además producen un daño ecológico o incluso económico si afectan a algún tipo de actividad de explotación.
Es, ha dicho, «una espera a contrarreloj hasta que una especie logre prosperar aquí y modifique o destruya los ecosistemas marinos de Canarias». Este especialista es parte del Grupo BIOCON y ha trabajado en una línea de investigación sobre especies invasoras marinas en Canarias. El grupo de investigación está constituido por 7 investigadores, además de profesionales senior, postdoctorales y estudiantes.
Desde el Instituto Universitario Ecoaqua situado en Taliarte, Telde (Gran Canaria) y la facultad de Ciencias del Mar de la ULPGC, este grupo ha centrado sus esfuerzos en un pequeño vecino que se ha mudado a las islas, el cangrejo remador, Cronius ruber.

El grupo de investigación ha logrado establecer un vínculo entre las plataformas petrolíferas y la llegada de este cangrejo invasor a las islas. La plataforma ENSCO 7500 operaba en el Golfo de México cuando fue estudiada en 2008 y se encontraron en sus estructuras a este cangrejo invasor el Cronius ruber, nativo de esta zona.
Esta plataforma cesó su actividad e inició un viaje a través del océano Atlántico hasta la isla de Tenerife, donde atracó en agosto de 2014. Actualmente este cangrejo puede considerarse una especie invasora en el archipiélago de Canarias. El primer registro de esta especie fue en la isla de Tenerife pero ahora ya está presente en todo el mar canario.
Esta especie invasora tiene entre sus parientes cercanos «una de las 100 especies invasoras más dañinas del mundo», por lo que en Canarias «se han encendido las alarmas». En tan solo unos años ya está presente en todo el archipiélago, en Madeira y con poblaciones de grandes dimensiones, «campan a sus anchas, modificando los fondos».


Cuando una plataforma llega a Canarias desembarcan con ellas especies de todo tipo, meros tropicales, damiselas, peces cirujanos, y a través de censos de especies realizados antes de que llegue la plataforma y después de que se vaya ya se han registrado hasta 17 asociadas empíricamente a ellas, el cangrejo es solo una de ellas. Han llegado como tripulantes de estas plataformas los meros Paranthias furcifer y Cephalopholis taeniops, las damiselas Abudefduf hoefleri y Abudefduf saxatilis y entre los peces cirujanos el Acanthurus bahianus, chirurgus y coeruleus.
Además de peces, advierte Triay Portella, también se han relacionado las plataformas petrolíferas con la entrada de corales no nativos a las islas como el Tubastrea spp y la Oculina patagónica, entre otros.
Los pescadores recreativos capturan de vez en cuando a algún pez tropical, o en pesca a fusil, pero estas especies no han demostrado ser, de momento, capaces de generar un daño en los ecosistemas marinos de Canarias», no es así con el cangrejo remador cuyo ciclo de vida, alimentación y capacidad de dispersión ya han sido contrastados.
Una bomba de relojería
«Cada vez que llega una plataformas no sabes que especies traerá con ella», porque «a veces es un tipo de erizo, una estrella de mar, un cangrejo o un pez» y es algo que se deja a la suerte porque «no hay regulación» para lo que viaja con la plataforma bajo el mar. Esto es una bomba de relojería, porque «el potencial y la experiencia ya está» y algún día traerá una especie invasora que proliferará en Canarias sin control.
En Hawái «conocen esta problemática y la ley recoge tratamientos para controlar el universo marino que viaja con las plataformas». Invasiones marinas ya han existido en el país, como es el caso del pez escorpión, procedente del Mar Rojo «y que no solo está en el Mediterráneo sino en diferentes rincones del mundo hasta la costa americana».
Llegar y destruir un ecosistema es algo relativamente rápido si se habla de algunas especies, advierte Triay. Depende del tipo de organismo hablar de meses «es ya llegar tarde». En otros casos, como los crustáceos, «reproducirse puede darse en año y medio y en 5 años tener ya una población estable capaz de actuar».
A través de programas y proyectos de investigación se hacen muestreos y censos en diferentes sitios, sistemáticos cada 6 meses según en qué localidades para analizar el cambio de las poblaciones. Los submarinistas y algunos sistemas centinela como redes de pescadores, cofradías o amantes del mar son muchas veces los que dan la señal de alarma.
Canarias tiene la suerte de ser «potencia mundial de buceo y turismo bajo el mar», por lo que con muchas personas sensibilizadas en la conservación y respeto a la naturaleza «sirven de embajadores para los grupos de investigación». A través de internet es posible hacer un seguimiento de lo capturado u observado por particulares o profesionales del mar con sistemas que sirven de alerta.
Una segunda vida
Hay más de 12.000 plataformas de petróleo y gas en alta mar en todo el mundo, además de buques perforadores y otras estructuras vinculadas al sector. Cuando estos grandes edificios que se erigen en el mar se jubilan, ¿qué pasa con ellos? Cuando estas estructuras superan su vida útil deben abandonar los mares, despiezadas y desechadas en lo que es un proceso muy costoso. Como grandes hogares de vida marina, la opción de hundirlas y que pasen a formar parte del fondo marino es una opción que está sobre la mesa, pasando de la extracción a ser viveros artificiales para la vida bajo el mar.
El esqueleto de estos grandes gigantes de metal puede ser un hábitat ideal para peces, corales y otros animales, y así lo han valorado en cinco estados del Golfo de México (Alabama, Florida, Louisiana, Mississippi y Texas). Obedeciendo a la Ley Nacional de Mejoramiento de la Pesca de 1984 de Estados Unidos, estos estados ya han convertido más de 500 plataformas en arrecifes artificiales, logrando con esta iniciativa algunos hitos como la recuperación del pez roca bocaccio, en peligro crítico de extinción.
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