La era Trump
Estados Unidos se han convertido en un coloso mundial de la energía y su saldo neto con el mundo es exportador
En Judea fue peor (17 / 1 / 25)

La llegada de Trump al poder desata fuertes sentimientos de euforia entre sus muchos partidarios y grandes temores entre sus muchos detractores. La clave está en determinar qué amenazas va a cumplir y cuales son solo para asustar. Cumplirá las medidas antiinmigración clandestina. Sus ... primeras palabras como presidente fueron para enviar el ejército a la frontera con México. No tienen coste político, ni económico. Mantendrá la política energética. Las segundas fueron para asegurar que van a perforar y perforar gas y petróleo. Los Estados Unidos se han convertido en un coloso mundial de la energía y su saldo neto con el mundo es exportador. Las restricciones medioambientales no forman parte de sus principales inquietudes —despachó en dos palabras al coche eléctrico—, y mucho menos si vienen dictadas desde fuera, en acuerdos y conferencias que desprecia.
Cuando tenga que elegir entre las industrias americanas y las emisiones a la atmósfera, priorizará a la industria y primará las inversiones internas en cumplimiento de su lema: 'America First'.
En el frente exterior ya ha conseguido parar la invasión israelí de Gaza e iniciar la liberación de los rehenes de Hamás. Logrará detener la guerra en Ucrania, lo cual son buenas y malas noticias para Zelensky. Buenas porque termina la sangría humana y la destrucción material de su país, malas porque perderá una buena parte de los territorios ya ocupados por Rusia. Ladrarán sus detractores, todos esos que no han hecho más que discursos buenistas y han sido incapaces de avanzar un milímetro hacia la paz.
Para nosotros en Europa hay dos temas claves. Trump se ha cansado de ser el avalista de la defensa europea. Dijo que, en adelante, nadie se aprovechará de ellos. Lo cual es una actitud más que normal, y exigirá que asumamos un mayor protagonismo. Lo que nos obligará a incrementar los presupuestos de defensa. Una defensa mucho más cara, unida a las necesidades de inversión calculadas en el informe Draghi y necesarias para no perder competitividad convierten el endeudamiento necesario en una losa financiera de la que nadie sabe si la podremos superar.
El segundo tema son los aranceles que amenaza con imponer a amigos y enemigos. Por más que enfatizara en ello en su discurso, a mí eso me suena a fanfarronada. Porque esto sí tiene coste y, aplicada 'a lo bruto', puede torpedear su deseo de rebajar la inflación y abaratar la vida de los americanos. En resumen, ayer anunció una nueva era, un vuelco en las prioridades nacionales y grandes cambios en las obsesiones sociales. ¿Lo conseguirá? Por si acaso, yo no apostaría en su contra.
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