el quinto en discordia
Arbitrariedad sobre arbitrariedad
La forma en que se ha resuelto la cuestión de los impuestos a las energéticas y la banca es una chapuza de tal calibre que solo puede anticipar el escaso recorrido legislativo que le queda a este Gobierno
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El Gobierno ha tirado una vez más por la calle de en medio. Permiten que decaiga el impuesto temporal a las energéticas pero prolongan el de la banca en una solución que no solo es arbitraria sino que es del todo incomprensible. No hay ... explicación posible. ¿Qué criterio se ha seguido a la hora de mantener uno y eliminar el otro? La respuesta es bien sencilla: ninguno.
Ahora, que no haya ningún criterio detrás de esta actuación no quiere decir que no haya explicación. Las compañías energéticas lo han sabido pelear mejor -con algún alto ejecutivo significándose de forma clara y contundente- y han conseguido llevarse el gato al agua, mientras que la banca no ha conseguido subirse al carro -al final no va a ser verdad aquello de que la banca siempre gana-. Los bancos tienen peor prensa. Junts o el PNV no han tenido problema en plantarse en el caso de las eléctricas y, sin embargo, el apaño de los bancos lo han peleado menos. Los otros apoyos del Gobierno, que clamaban en favor de mantener ambos tributos, sencillamente han tragado porque no pueden hacer otra cosa, lo que sin duda es una buena medida de su capacidad de influir en materia económica. Ninguna.
Importa destacar que, en el caso de la banca, el PNV ha metido la cuchara y va a poder concertar el nuevo impuesto temporal. A partir de ahora, el impuesto no solo será arbitrario sino también discriminatorio. Y dos huevos duros. Este cambio ha debido pasar desapercibido porque no ha habido mucha reacción por parte del PartidoPopular, que es quien debería significarse ante semejante atropello.
El nuevo impuesto a la banca, como dicen desde el sector, es una merma a la competitividad. lo que lógicamente repercute en la capacidad de crecimiento de la economía. A mayores trabas, menos crédito en circulación. Y eso es lo que hace este nuevo impuesto, cercena la capacidad de dar crédito. Pero no solo eso. También discrimina entre los bancos españoles. Las Haciendas Forales vascas podrán premiar a los que estén allí frente al resto que tenga su domicilio social en cualquier otro lugar. Sencillamente bochornoso. Y supongo que será algo que habrán pasado por alto muchos de los otros partidos de la actual coalición de gobierno que tienen veleidades nacionalistas -Junts incluido-, aunque en honor a la verdad ya no hay ninguna gran entidad financiera domiciliada en Cataluña.
En definitiva, y aunque sea una muy buena noticia que no continúe el impuesto temporal a las energéticas, la forma en que lo han resuelto es una chapuza de tal calibre que solo puede anticipar el poco recorrido legislativo que tiene este Gobierno en materia económica, Presupuestos Generales del Estado incluidos. Da la sensación de que nos encontramos en los minutos de la basura de este gabinete y que cada uno tira para su lado a riesgo, claro, de romper el saco.
El petróleo y su caída de precio
El comportamiento del precio del petróleo estos últimos meses merece una reflexión. Tras el fuerte repunte que experimentó tras la pandemia por los problemas en las cadenas de suministro y, más tarde, por la crisis energética consecuencia de la invasión de Ucrania, no ha hecho otra cosa que caer. Ni la grave crisis en Oriente Medio, ni los sucesivos recortes de producción por parte de los países de la OPEP, ni las sanciones a Rusia, ni la zozobra en México o Venezuela han provocado un repunte sostenido del su precio.
Cualquiera de los acontecimientos a los que nos hemos enfrentado en los últimos tiempos hubieran provocado una fuerte subida del petróleo en otros momentos. Ahora, no. Y probablemente esto tenga que ver con que el mercado está poniendo en valor el cambio estructural que se está produciendo en los mercados energéticos. No va a ser de un día para otro, pero la pérdida relativa de importancia del oro negro es algo que ha venido para quedarse. Y el camino, como demuestra el comportamiento del precio en los últimos meses, es solo uno. De igual manera que la Edad de Piedra no terminó porque desaparecieran las piedras de la faz de la tierra, la edad del petróleo tampoco va a acabar porque como se ha especulado muchas veces nos quedemos sin petróleo. Será una transición larga, en la que las nuevas energía irán ganando peso y el declive del crudo será inexorable.
Una transición de este calado deja por el camino vencedores y vencidos. Los últimos son fáciles de identificar. Son esa panda que se reúne periódicamente en Viena tratando de mantener los precios elevados a toda costa. En muchos casos su única ventaja competitiva -estar sentados encima de un océano de petróleo- va a desaparecer. Urge que se reinventen.
Este cambio de era supone también un cambio de pesos en el equilibrio geopolítico con un alcance enorme. Los beneficiados vamos a ser muchos. Y en este caso también importa establecer grados porque habrá algunos que más y otros que mucho menos. Todos los países importadores, que son básicamente todos los países desarrollados a excepción de Estados Unidos y Noruega, dejarán de transferir dinero a los productores. Sin embargo, entre estos habrá algunos que además se beneficien claramente del mayor peso relativo de las energías renovables. Entre estos últimos se encuentra, y en una situación privilegiada, España. Va a pasar en cualquier caso pero sería mucho mejor que pasara habiendo puesto algo de inteligencia por nuestro lado.
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