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Mutua Madrid Open

Rafa Nadal baja el telón en Madrid

El balear concluye una etapa magnífica en la Caja Mágica tras caer contra Lehecka, después de dejar su impronta y su leyenda y, con su actuación, abre la esperanza de todo lo que está por llegar

Nadal no se acaba aquí: «Me queda camino por recorrer. Quiero jugar Roma y ahí diré si voy a París»

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Nadal se despide de Madrid Aitor Martín
Laura Marta

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Rafa Nadal cierra el telón en Madrid. No por esperada y anunciada la última función duele menos. Todavía no lo ha digerido el personal, pero, pasada la media noche, el balear se despide de Madrid, y de jugar en España, después de una vida entera compartiendo domingos de triunfos como si fuera uno más de casa. Salvo milagros, y a esos está acostumbrado el balear, el de Manacor ha jugado su último partido en la Caja Mágica, un último regalo a la afición española que es pura anécdota que sea una derrota contra Jiri Lehecka, imposible ensombrecer todo lo que ha sido aquí: 59 victorias, cinco títulos (2005, remontando dos sets a Ivan Ljubicic; 2010, ante Roger Federer; 2013, contra Stan Wawrinka; 2014, contra Kei Nishikori, y 2017, ante Dominic Thiem) , tres finales. Y todo eso que no se mide por números y que solo lo recogen los libros personales de cada uno.

«Que no, que era una broma, que el año que viene vuelvo, hombre», sonreía después de claudicar tras otras dos horas de desgaste, de valentía, de banana shot, de dar esperanzas de otra noche mágica, de todo lo que Nadal es en una pista, que no es solo tenis. Como homenaje, se recordaron sus títulos, desplegados en lonas gigantes, con la emoción del tenista, de su hermana y de su madre, entre lágrimas, con un vídeo de todos los momentos que ha dejado aquí, en estas paredes, para siempre. «Viendo las imágenes, algunas parecen de otra vida. Hemos vivido tanto. Solo puedo agradecer a los que me han ayudado en la carrera. No se ha acabado todavía, pero aquí en Madrid sí que va a ser la última. Para mí ha sido un regalo durante estos 21 años que es más importante que algún Grand Slam que he ganado. Las emociones que me llevo de esta pista, de jugar frente al público español, se quedarán dentro de mí para siempre», completaba el discurso.

Mutua Madrid Open

Octavos

  • Rafael Nadal
  • 5 4
  • Jiri Lehecka
  • 7 6

    En la despedida, todos los focos apuntan a él, cerrada la noche, y el techo, porque en esta última vez en Madrid, Nadal confesó que le encantaba la sensación de esta Manolo Santana en la que retumbaran los aplausos y el calor del público. La alegría se mezcla con la incertidumbre de cómo será el tenis en España después de hoy, cuando las imágenes de Nadal en Madrid se tengan que buscar en youtube y desaparezca del cuerpo esa sensación que recorre por dentro al personal de qué maravilla se inventará el de Manacor que se quedará para siempre en la retina, para decir que se ha asistido en vivo a un pedacito de la historia del tenis.

    Es Lehecka un jugador con pegada, muy buen revés, derecha muy plana, alternativas con el saque, que además puede alcanzar los 233 kilómetros por hora, y empuja al balear hacia atrás, pero no rebla Nadal, como no lo ha hecho nunca y no lo hará ahora, con todo lo que pesa su leyenda en todos los rivales. Al contrario, machaca con el revés cruzado, con el que logra que Lehecka desaparezca de la pista un poco y otro poco y otro poco, para dejar vía libre al otro lado. O saca a relucir la derecha, esa derecha, la derecha de siempre.

    El ritmo de peloteo es altísimo desde el inicio, una paliza para ambos porque la velocidad de pelota se une a la fuerza. No hay dudas de que al balear le ha venido de maravilla jugar en este turno, por mucho que le pesara perderse el partido del Real Madrid, aunque se cuele en las pantallas de los móviles en las de salas contiguas a la pista. Son casi 38 años y el cuerpo necesita sus tiempos. Pero lo reactiva pleno de energía, activado en todos los frentes, rápido a pesar de los obuses del checo, listísimo cuando este subía a la red, desbordado por cualquier lado.

    Apaga por momentos la celeridad del checo y hay un sentimiento de euforia cuando Nadal logra la primera bola de break, con 4-3. La diluye Lehecka, pero es un primer aviso de la amenaza que ya es el balear, dubitativo en su llegada a la Caja Mágica, convincente en su estreno ante Blanch, convencido en su choque ante De Miñaur, resistente ante Pedro Cachín y deslumbrante ante Lehecka en un primer set de pleno rendimiento.

    Nadal activa al personal cuando levanta un 40-0 para ponerse a dos puntos del set al resto, con 5-4; pervive Lehecka, que es quien mete una marcha más en el siguiente turno y, evadido de todo lo que tiene a su alrededor, provoca tres errores en el balear que son tres bolas de set. La Caja Mágica se despierta, brindando un apoyo moral al balear, pero el checo no es Blanch, ni De Miñaur, ni Cachín y no atiende a un eco ensordecedor contra él. Ocho puntos consecutivos para completar el set y empezar a apretar los corazones de los aficionados. Empieza a dibujarse el adiós, aunque se guarde un resquicio para la esperanza. Porque nadie quiere contestar a la pregunta de qué será el tenis sin Nadal. Porque el tenis nació antes que él, claro, y seguirá después de él. Pero será otro tenis. Y las sensaciones de verlo ya no estarán ahí, tan vivas; es como la repetición de un gol, como una fotocopia de una foto. Está todo ahí, igual, pero distinto.

    Y es así como aparece este Nadal del segundo set tras el paso por el vestuario. Igual, pero distinto. Que ha salido al inicio convertido en un gladiador, acompañado de la banda sonora de la película de Ridley Scott, y es ahora un poco más lento, un poco menos Nadal. Él cierra puños, se anima, hay varios «vamos» de los suyos, y lo intenta sustentar la grada con ese «sí se puede» en el que se albergan todas las esperanzas de que dibuje otro día mágico en la Caja que Nadal ilumina siempre que aparece. Hay dos «banana shot» de los que solo él sabe hacer, pero también se suceden los errores y Lehecka no cede.

    Deja Nadal su impronta, los «banana shot», su no ceder cuando el reloj da las doce. La Caja Mágica se niega a dejarlo ir. Él tampoco quiere, pero el checo no se deja intimidar y este sí es el último revés de Nadal en la Caja Mágica. Un último golpe de todo lo que ha sido, de todo lo que es, de todo lo que ha dejado en los aficionados, de todo lo que siempre pervivirá dentro de cada uno. Se despide de Madrid el tenista, pero no la leyenda. Esa no se irá nunca. «Ha sido una semana positiva, muy especial, he tenido la oportunidad de jugar una vez más en esta pista que me ha dado tanto en lo deportivo y a nivel emocional», confesó el balear, todo Madrid a sus pies. Todo el tenis a sus pies. «Mi carrera no se ha acabado todavía», recuerda. Ha sumado seis partidos en dos semanas, tras 18 meses en blanco y lesiones y cirugías de por medio. Baja el telón en Madrid, pero cómo no creer en todo lo que puede llegar. Es Nadal.

    Como homenaje, se recordaron sus títulos: 2005, 2010, 2013, 2014 y 2017, desplegados en lonas gigantes, con la emoción del tenista, de su hermana y de su madre, entre lágrimas, con un vídeo de todos los momentos que ha dejado aquí, en estas paredes, para siempre.

    «Que era broma, que el año que viene vuelvo»

    «Que era una broma, que el año que viene vuelvo, hombre -bromeó al coger el micrófono-. Viendo las imágenes que algunas parecen de otra vida. Hemos vivido tanto. Solo puedo agradecer a los que me han ayudado en la carrera. No se ha acabado todavía, pero aquí en Madrid sí que va a ser la última. para mí ha sido un regalo durante estos 21 años que es más importante que algún Grand Slam que he ganado. Las emociones que me llevo de esta pista, de jugar frente al público español, se quedará dentro de mí para siempre. He tenido la suerte de haber podido hacer de lo que era un hobbie mi trabajo y hacerlo de una forma destacada. Me siento un superafortunado de la vida por lo que he vivido, no puedo pedir nada más. Espero que haya sido un ejemplo positivo para las nuevas generaciones, que es lo más importante. Los momentos deportivos son emocionante, y espero que por lo veo que es que he generado esa emoción en todos vosotros. Lo único que puedo decir es gracias. Era un día difícil cuando llega, creo que la vida y mi cuerpo me llevan mandando señales desde hace tiempo. Lo he podido hacer en una pista, que para mí era un sueño y en una de las pistas que más me han emocionado. Muchísimas gracias por todo y hasta siempre». «Quiero agradecer a Ion Tiriac, Feliciano López y la Comunidad de Madrid que hayan hecho posible este torneo. No quiero agradecer a la familia y al equipo porque lo haré el día que me retire», concluyó.

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