Atletismo
El Grand Slam Track deja dudas: gradas y espectáculo a medio cocer
La nueva liga de atletismo impulsada por Michael Johnson debutó en Kingston sin grandes marcas y un estadio con muchas zonas vacías

Hizo calor del bueno en Kingston en el estreno del Grand Slam Track. 31 grados a la sombra y muchísima humedad para inaugurar una competición que aspira a revolucionar el atletismo mundial, pero que de momento deja muchas dudas. Salvo el domingo -dicen que ... porque abrieron las puertas del Estadio Nacional-, no hubo demasiado público ni expectación por un evento al que habrá que acostumbrarse. En total, fueron tres días de competición experimental, ocho categorías de carreras y premios de seis cifras para los mejores. Esa es la consigna y el principal reclamo para los atletas: corre dos veces, hazlo mejor que el resto y llévate los 100.000 dólares.
Michael Johnson, antiguo plusmarquista de los 200 y 400 metros e ideólogo del certamen, fue el primero en reconocer el pinchazo: «Esperábamos más público, pero lo conseguiremos».
De Kingston salió coronada Sydney McLaughlin-Levrone. La estrella más luminosa del atletismo USA no decepcionó. Ganó el 400 vallas el viernes con una marca más que aceptable para tratarse de un inicio de temporada (52.76) y repitió el domingo en los 400 lisos (50.32) sin soltar ni una mueca de sufrimiento. Le resultó tan fácil que al terminar avisó que buscará un nuevo reto en la segunda prueba cambiando de grupo de competición. Tal vez 100 y 100 vallas. O puede que 200 y 400.
Destacable actuación también de Mesissa Jefferson-Wooden, que también firmó el doblete en el grupo de sprint corto (100 y 200), aunque con tiempo más discretos por culpa del viento.
En hombres, el brasileño Alison dos Santos emuló a McLaughlin ganando 400 y 400 vallas. Sasha Zhoya, por su parte, se impuso en los 110 vallas y selló su título con un 100 poderoso.
Mientras que el grupo de carrera corta (800-1.500) resultó un duelo entre Emanuel Wanyonyi y Marco Arop, dos ochocentistas, pese al nivelazo de los inscritos (Kerr, Hooker, Nuguse...).
El apunte español del campeonato quedó en anécdota. Attaoui fue 8º en el 1.500 y 7º en el 800, lejos de sus marcas y de su versión más contundente. Thierry Ndikumwenayo tampoco logró destacar en el 5000 ni en el 3000, donde se impuso el estadounidense Grant Fisher.
Más allá de los resultados, el Grand Slam Track demostró que le falta mucho para ser un espectáculo global. Se cuidó al máximo la realización televisiva, con planos áereos, nombres en el dorsal y vídeos promocionales, aparte de un grafismo novedoso. Pero el espacio entre carreras se hizo pesado para los espectadores, que en un mitin cualquiera aún pueden entretenerse con los concursos. Las tribunas del Estadio Nacional, a medio gas durante los tres días, ofrecieron más huecos que entusiasmo. El público local respondió sobre todo cuando competían los suyos, como la jamaicana Danielle Williams, campeona en las vallas cortas. Pero fuera de eso, la respuesta fue tímida, como si la ciudad aún no supiera bien qué estaba viendo. Sin multitudes, sin clamor. Un estreno correcto, pero lejos del lleno histórico que muchos esperaban.
«Todo fue bien desde el punto de vista competitivo», aseguró Johnson. «Pero hubo algunas cosas entre bastidores que no nos gustaron. Probablemente nadie más se dio cuenta, pero nosotros sí… vamos a revisar todo. Vimos muchas cosas diferentes. Pero no vamos a entrar en eso ahora mismo«.
En Miami (del 2 al 4 de mayo) se podrá comprobar si todo sigue igual o si la idea evoluciona.
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