ciclismo
Van der Poel humaniza a Pogacar en la Milán-San Remo
El holandés se impone al esprint en los últimos metros al esloveno, que vuelve a irse de vacío del monumento italiano
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Ver correr a Pogacar es como visualizar una película con un final ya conocido. En el último año, nadie ha sabido competirle de tú a tú al esloveno, pero hay un terrón de tierra que aún se le resiste, la Milán-San Remo ... , monumento del ciclismo que, en 2025, volvió a humanizar al balcánico. Pronosticaban las previas que el descenso del último puerto, en el monte Poggio, había sido el lugar elegido por Pogacar para asestar la puñalada definitiva a sus competidores. Con lo que no contó fue con un valeroso Van der Poel, que aguantó todo su abanico de ataques para, de forma milagrosa, proclamarse vencedor al esprint y en los metros finales. El holandés no podía creérselo y Pogacar, tercero, volvió a irse de vacío en uno los pocos lugares que aún no se ha rendido a su legendario talento.
Fue Jonathan Narváez el que activó al prodigio esloveno a falta de 25 kilómetros para la línea de meta. Desatada la tempestad en el noroeste de Italia, Van der Poel y Gregoire no dudaron en pegarse a la rueda del balcánico, que apretaba como nunca y quería vencer como siempre, por abrasión y con gigante superioridad. Holandés y transalpino consiguieron frenar la primera carga de Pogacar, refugiado en las infinitas curvas del monte Cipressa. El resto del pelotón, sin embargo, no pudo engancharse a la épica batalla a tres bandas y ya estaba a más de medio minuto de la cabeza.
Cuando asomó el siguiente puerto, en el Poggio, Pogacar volvió a la carga, un acelerón que dejó clavado a Gregoire pero que no intimidó a Van der Poel, fantástico el coraje del neerlandés pese a que las escaladas nunca han sido su fuerte. Faltaban solo 6.400 metros para conocer al vencedor y no solo no se rendía, sino que incluso atacaba a su rival. Pogacar, como siempre, aura de deidad la del de Komenda, no flaqueaba e incluso se paraba a charlar con el hombre que pretendía amargarle la tarde.
El duelo era tan intenso que propició que el local Ganna se reenganchara a la lucha por la victoria. Eran tres candidatos y solo faltaba saber quién incendiaría primero el bosque. Por sorpresa, Van der Poel, aún con litros de fuel en el depósito, salió disparado como un cohete, un movimiento que supuso un puñetazo para Pogacar, que frenó en seco, asumió su derrota tras casi 300 kilómetros y dejó que los otros dos contendientes se llevasen la gloria. A toda velocidad y con las calles de San Remo abarrotadas, Van der Poel, por muy poco, cruzó la meta en primera posición. Con rostro desencajado, lágrimas a punto de bañar sus mejillas, el holandés se llevó el primer monumento de la temporada.
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