Las Ventas
Fernando Robleño, honor y gloria al magisterio de un torero
La espada se lleva una tarde de Puerta Grande después de firmar una de las faenas de mayor impacto de la temporada en Madrid

La torería de un matador forjado en las más duras batallas cegaba todo y lo iluminaba todo a la vez. Qué manera de torear de Fernando Robleño, qué manera de ser y estar delante de la cara de un lote de muy distinta condición. De ... Puerta Grande fue su tarde de magisterio, de tres orejas que quedaron reducidas a un trébol de vueltas al ruedo con más peso que cualquiera de los despojos que se pasean cada día.
Se abrazaba emocionado Robleño a su cuadrilla –con Iván García y Fernando Sánchez desmonterados– después de la obra cuajada al estupendo cuarto de Escolar, el mejor de un desafío ganadero con suspenso de Hoyo de la Gitana. Toreramente genuflexo arrancó el madrileño antes de presentar la muleta con la derecha en la distancia media. Un galán era este Camionero, aplaudido de salida y en el arrastre. Si la dos tandas con la mano de la cuchara ya calaron, por el izquierdo aquello adquirió una intensidad excepcional, con poso, reposo y una colocación cabal. ¡Qué belleza de naturales! Largos y profundos, como esa embestida humillada con la que Robleño alzaba un monumento zurdo. Bramaban las gargantas; brotaban los «oooles» roncos de Madrid. Una locura, con el tendido 7 en pie y la plaza rendida al hombre que se agigantaba en la faena de su vida y en una de las más emocionantes de la temporada. Pero aún quedaba más: inabarcables y al ralentí los broches por abajo. Rezumaba entonces el aroma de lo eterno y rugía la capital del toro en un sueño anochecido de carteles. Mientras se perfilaba para matar, la afición buscaba los pañuelos, porque aquella pieza era de dos orejas indiscutibles. Cuánta sería su inmensidad que, pese a los dos pinchazos –arriba–, la mayoría pidió el trofeo, pero el presidente dijo que nones. Igual dio: hasta dos veces tuvo que recorrer el anillo entre vítores de los cinco mil que asistieron al milagro del toreo frente a un escolar con el hierro de la bravura. Sensacional tándem para la historia venteña del siglo XXI.
Madrid
- Monumental de las Ventas. Domingo, 18 de septiembre de 2022. Un cuarto de entrada. Desafío ganadero con toros de Hoyo de la Gitana (1º -devuelto-, 2º y 4º, con suspenso en la nota) y José Escolar (corrió turno Gerpe y el 6º salió en primer lugar, 4º y 5º); sobreros de Couto de Fornilhos (6º) y Casa de los Toreros (6º bis),
- Fernando Robleño, de pistacho y oro viejo. Pinchazo y estocada desprendida ( petición minoritaria y vuelta al ruedo). En el cuarto, pinchazo, otro hondo y estocada (petición mayoritaria y dos vueltas al ruedo).
- Miguel Tendero, de azul pavo y oro. Dos pinchazos y estocada corta (silencio). En el quinto, estocada corta caída (silencio).
- Luis Gerpe, de azul marino y oro. Estocada desprendida (leve petición y vuelta al ruedo). En el sexto, estocada caída (vuelta al ruedo).
Optó Luis Gerpe por correr turno y, tras devolverse el de Hoyo de la Gitana, salió uno de Escolar que se arrancó de largo en la segunda vara y que, pese a su tardo defecto, escondía profundas embestidas por el pitón zurdo. Por ese lado se centró el confirmante: de uno en uno, sacó varios naturales con su aquel. Tras la estocada, hubo una leve petición y paseó el anillo.
Guapeza y clase del sobrero de Couto de Fornilhos, pero quizá el mermado poder que apuntaba hizo que regresara a chiqueros. Como iría para atrás el de Casa de Toreros. Hasta cinco toros paró Gerpe, que recetó bonitas verónicas al sexto tris de Montealto. Airosa fue su faena a este boyante y noble Churrero. Muy sereno se vio al confirmante.
No gustó la presencia del tercero, que derribó con estrépito al picador: de la montura voló, con la suerte de que Carasucia no hizo por él. Bochornoso el tercio de banderillas, que todavía dura... Entre que el toro no valía y el tercio anterior, Miguel Tendero quedó inédito. Malamente envió al de la Gitana al Hoyo. No remontó en el deslucido quinto.
La tarde fue toda de Robleño, que en otra época se hubiese marchado a hombros aún sin orejas. A pie se fue entre laureles y honores a un torero mayúsculo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete