DESDE MI GRADA
Mirar al tendido
Se puede argüir que se trata de un alarde de valor: nadie puede negarlo. Pero contradice todo el sentido de la lidia: atender a las características del toro para modular el trasteo
El toro es nuestro rey

Es uno de los absurdos más evidentes de la actual tauromaquia: torear mirando al tendido, como algunas veces lo hacía Manolete. Ahora, Roca Rey lo hace como remate de cada serie de muletazos y Talavante, en muchas faenas, de modo sistemático. Y, como lo ... hacen dos primeras figuras, muchos lo imitan: las malas costumbres se contagian.
Me contaba Ángel Luis Bienvenida, avergonzado, que él lo había inventado, sin querer. Una tarde, en Barcelona, le tocó una res tan noble que, de modo instintivo, acabó mirando al tendido: no necesitaba ni mirarlo para llevarlo toreado. La innovación causó sensación, en el público. Manolete la usó como muestra de su vertical estoicismo, haciendo la estatua. Por su enorme impacto, muchos lo imitaron. Luego, lógicamente, pasó de moda. Nadie podía imaginar que volviera.
Si la Tauromaquia supone básicamente dominar a un toro creando belleza, mirar al tendido, mientras se torea, no facilita el dominio ni añade nada a la estética. Es, sencillamente, un absurdo. Si te está pasando muy cerca un animal que pesa quinientos kilos y es peligrosísimo, lo lógico, lo sensato, es mirarlo: para conducir su embestida, para acompañarla y acomodar la velocidad del engaño a su velocidad (eso es el temple). Una de las principales cualidades de un gran torero es su capacidad de 'ver' al toro: todo lo contrario de dejar de mirarlo.
Se puede argüir que se trata de un alarde de valor: nadie puede negarlo. Pero contradice todo el sentido de la lidia: atender a las características del toro para modular el trasteo. Por muy valiente que sea, a Fernando Alonso, cuando conduce un bólido, no se le ocurre mirar si en la grada hay una chica guapa ni levantar las manos del volante. Haciendo la caricatura, también añadiría una dificultad dar un muletazo tapándose los ojos con la mano o andando a la pata coja.
Sin bromas: lo que indica esta moda de mirar al tendido es una falta de criterio por parte del torero, que añade un riesgo absurdo, y del público, que lo acoge como algo maravilloso. Mientras lo sigan aclamando, los diestros lo seguirán haciendo.
El sentido común nos dice todo lo contrario: si tuvieran cien ojos, los cien los deberían mantener siempre muy abiertos el torero y el espectador. Mirar siempre al toro es una regla básica de la Tauromaquia.
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