Steven Erikson, paladín de la fantasía épica: «Cada libro, no importa el género, dialoga con el mundo real en el que está escrito»
El canadiense, creador de la saga 'Malaz. El libro de los caídos', visita Barcelona como invitado estrella del festival 42 de Géneros Fantásticos
Brandon Sanderson, el escritor que reunió 8 millones de dólares en un día

«¿Ya ha acabado? Pues a firmar», se oye de pronto. Y él, obediente, desenfunda. Porque, en efecto, todos esos ejemplares de la decalogía 'Malaz. El libro de los caídos'; esos colosales volúmenes de 'Doblan por los mastines' (1.168 páginas) y 'Los ... cazahuesos' (1.120) que se acumulan en precario equilibrio sobre un carrito, no se van a firmar solos. Primero cincuenta. Luego cincuenta más. Y así hasta llegar a más de doscientos.
¿El motivo? Fácil: de todos los grandes nombres de la literatura fantástica contemporánea, epígonos de Tolkien en el siglo XXI como George R. R. Martin, Brandon Sanderson, Joe Abercrombie y Patrick Rothfuss, el canadiense Steven Erikson (Toronto, 1959) es el único que aún no había viajado a Barcelona, por lo que en la librería Gigamesh han aprovechado para hacer acopio. Qué menos. No todos los días pasa por ahí uno de los grandes renovadores de la fantasía épica, creador de uno de los universos más fascinantes y oscuros del género, y arquitecto de Malaz, el imperio en el que se ambienta casi toda su obra.
«Intentamos crear un mundo cultural y geográficamente consistente: un mundo de fantasía en el que nos preguntamos qué pasaría si la magia funcionase y cómo esta magia alteraría las estructructuras sociales», explica Erikson horas antes de participar en el Festival 42 de Géneros Fantásticos. «Nos dimos cuenta de que si la magia fuera accesible a todos, crearía un mundo sin sexismo, ya que evitaría las jerarquías de género en las sociedades», añade. El plural, en este caso, se refiere a Ian C. Esslemont, escritor junto a quien diseñó Malaz primero como juego de rol y como fallido guion de cine más tarde. «Incluso cuando estábamos jugando, luchábamos contra las convenciones», evoca.
Tres décadas después de aquello, Erikson suma más de tres millones de lectores en todo el mundo (75.000 de ellos en España) y, tras cerrar la decalogía en 2011, anda de regreso con una nueva trilogía ambientada en el mismo mundo literario. «Lo difícil no fue salir de Malaz, lo difícil ha sido volver», bromea antes de reconocer que la saga que inaugura 'Un Dios inclemente' (Nova) responde a razones puramente contractuales. Y, sin embargo, magia: otra vuelta de tuerca a un género en el que Erikson empieza a detectar cambios de tendencia y síntomas de agotamiento. «Los lectores ahora buscan más esperanza dentro de los libros, por lo que el 'grindmark' [la fantasía más oscura], que siempre ha tenido un poso muy existencialista y en el que no hay ningún tipo de sentido ni futuro, se ha pasado de moda; ha llegado al final», explica.
Clima y civilización
Él mismo ha coqueteado con la facción más cruda y amoral de la fantasía, pero sus novelas siempre han intentado ir un poco más allá. «Cada libro, no importa el género, dialoga con el mundo real en el que está escrito», asegura. Y los suyos, añade, siempre han transitado entre la preocupación por el cambió climático y la pura desesperación. «Las civilizaciones se elevan y caen, y a menudo el clima es esencial –dice–. Toda civilización cree que vivirá para siempre, pero la historia nos muestra que eso no pasa».
Antropólogo de formación, Erikson creció leyendo, devorando más bien, a Stephen Reeder Donaldson, Leigh Brackett, Andre Norton, Robert E. Howard y Edgar Rice Burroughs y sabiéndose poco más que un bicho raro. «Cuando yo era niño, quienes jugábamos a rol lo hacíamos casi a escondidas, en las sombras», recuerda. El cine y la televisión, asegura, lo han cambiado todo. «Ahora la fantasía es cultura popular, aunque los mayores fans de las novelas son también los críticos más feroces de las series», apunta un autor sin adaptación audiovisual a la vista («son lenguajes diferentes», relativiza) pero con cuatro libros en marcha. «Dos de ello no creo ni que se lleguen a publicar», especula. Habrá que ver lo que pasa con los otros dos.
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