Coleccionistas, los nuevos Médici del mundo del arte
Ceden, alquilan o donan sus obras, crean y hasta dirigen museos, copan patronatos en las principales pinacotecas... Activos mecenas, han tomado el poder
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En las listas anuales de las personalidades más influyentes del mundo del arte, los coleccionistas se hacen cada año más fuertes. ¿Son la nueva elite, sustituyendo a directores de museos, galeristas, comisarios y artistas? España –Madrid en especial– se ha convertido en objeto de ... deseo para muchos de ellos, especialmente latinos. Los hay que buscan espacios permanentes para exhibir sus obras. ¿Generosidad o puro negocio? Naturalmente, suele haber ventajas (no fiscales, dejan claro) y contrapartidas a la hora de ceder sus colecciones: se ahorran costosísimos seguros, los gastos de vigilancia y seguridad, los prohibitivos alquileres de los almacenes... Además, las obras se revalorizan al exponerse en museos. La cara de la moneda es que el público puede admirar importantes fondos artísticos, cuyos precios astronómicos en el mercado impiden que estén en centros públicos.
Estamos a las puertas de ARCO, que anualmente despliega la alfombra roja (más de 350 invitados al año) para los coleccionistas consagrados y para los que aspiran a serlo: los premian, los agasajan, los pasean por Madrid y alrededores y, si hay suerte, compran arte en la feria. Hasta abren galerías en pleno barrio de Salamanca, codeándose con las grandes marcas de lujo, donde las fortunas latinoamericanas (muchos son coleccionistas de arte) copan el parque inmobiliario.
Pero también campan a sus anchas en patronatos de grandes museos y fundaciones, que se los rifan... En el Prado, el añorado Plácido Arango, uno de los más señeros coleccionistas, llegó a presidirlo. Pero es la Fundación Museo Reina Sofía, creada en 2012 a iniciativa de un grupo de coleccionistas españoles e iberoamericanos, la que se lleva la palma: en ella están nombres como Patricia Phelps de Cisneros, Jorge M. Pérez, Susana y Ricardo Steinbruch... Hacen donaciones, pero algunos también aprovechan para exhibir sus fondos en las salas del museo.
En la familia Thyssen todos son coleccionistas. Tita, tras lidiar con una docena de ministros de Cultura y llevarse el 'Mata Mua' a su búnker en Andorra, llegó en 2022 a un acuerdo con Miquel Iceta para el arrendamiento de 330 obras por 6,5 millones de euros anuales durante 15 años. ¿Lo habría firmado Urtasun? No parece muy apropiado ideológicamente para un partido como Sumar. Francesca, hija del barón, mantiene acuerdos a través de su fundación TBA21, que abrió oficina en Madrid, tanto con el Museo Thyssen (programa dos exposiciones de arte contemporáneo al año, la mayoría centradas en el ecologismo y la sostenibilidad, y ha donado un retrato de su padre pintado por Lucian Freud) como con el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A), ubicado en Córdoba.
A ellas se han sumado Borja Thyssen –patrono también del museo– y su esposa, Blanca Cuesta. Se puso en marcha un programa para exhibir en la pinacoteca obras de su colección: hiperrealismo, André Butzer, Jordy Kerwick... Obras siempre coloristas, pop, de un gusto muy personal. No hay con- flicto de intereses en el hecho de que los Thyssen sean patronos del museo y exhiban en él obras de sus colecciones. Está contemplado en los estatutos. Pero, ¿no es excesivo?
En 2019 se instalaba en la Milla de Oro del arte en Madrid un nuevo inquilino: la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, que desde 2013 gestiona la Colección Masaveu, una de las más importantes del país. El último en llegar a la capital ha sido el empresario y coleccionista de origen asturiano Juan Antonio Pérez Simón (nacido en Llanes, emigró siendo niño a México). Bueno, en realidad aún no ha llegado, pero se le espera con expectación. La Fundación Colección Pérez Simón y el Ayuntamiento de Madrid llegaban a finales de 2023 a un acuerdo para instalar más de 200 obras del coleccionista en el Espacio Cultural Serrería Belga. Aún no se conoce la duración del préstamo, ni si será un comodato. Para abrir boca, este año habrá una muestra en la Sala de Exposiciones del Fernán Gómez-Centro Cultural de la Villa. Pérez Simón atesora una magnífica colección de arte, una de las mejores privadas del mundo.
Menos suerte a la hora de encontrar sede en España para sus colecciones tienen la italiana Patrizia Sandretto Re Rebaudengo y la cubana Ella Fontanals-Cisneros. Pese a que en 2017 la primera anunció la creación de su fundación en España y su futura sede en la Nave 9 de Matadero, la fundación es un sueño cumplido, pero no así su sede. Tras muchos estudios por parte de los arquitectos, se vio la imposibilidad de transformar ese espacio en una sala de exposiciones con un estándar de calidad. La nave había sido cedida a la coleccionista por 50 años por parte del Ayuntamiento de Madrid. La inversión de siete millones de euros prevista para rehabilitar el espacio corría a cargo de Sandretto.
Un revés que, sin embargo, no la ha desanimado. El diálogo con el Ayuntamiento de la capital se mantiene abierto para encontrar otra sede. La Fundación Sandretto Re Rebaudengo Madrid echó a andar en 2017 con un programa de exposiciones «nómada» en la capital: Ian Cheng, Michael Armitage, Lucas Arruda y, este año, Precious Okoyomon en la Montaña Artificial del Retiro. Además, en 2020 puso en marcha un Programa de Residencias para Jóvenes Comisarios. «Definitivamente, también hay sitio para instituciones privadas que exponen arte contemporáneo como el mío», comenta Patrizia Sandretto. «Elegí Madrid porque quiero mucho a España, la considero mi segunda patria. Tengo muchos amigos aquí y me fascinan su cultura y su gente. Madrid es una gran capital mundial y un puente hacia América Latina, un continente cada vez más importante en el panorama del arte contemporáneo», explica a ABC.
«En Madrid, me gustaría tener un espacio de exposición permanente para poder desarrollar aún más nuestro proyecto, establecer relaciones sólidas, profundizar en el conocimiento de la escena artística española y seguir potenciando los públicos culturales. Madrid es conocida por su Historia, su cultura artística y una escena cultural muy dinámica en la que acontecen muchas cosas muy interesantes. La ciudad alberga algunos de los museos de arte más prestigiosos del mundo, como el Prado, el Thyssen-Bornemisza y el Reina Sofía. Además, todos los años se celebra ARCO, que se centra especialmente en los países latinoamericanos y atrae a galerías, coleccionistas y profesionales del sector, ofreciendo oportunidades para establecer contactos».
Advierte que «la creciente participación de los coleccionistas en los patronatos y consejos de los principales museos de arte puede atribuirse a varios factores. Los coleccionistas suelen poseer importantes recursos financieros, y su participación puede suponer un aumento de los fondos disponibles para los museos. Además, pueden contar con amplias redes de contactos y relaciones en el mundo del arte. Comprendo el temor a posibles conflictos de intereses o influencias en la vida del museo, pero una gobernanza eficaz de las instituciones puede garantizar la integridad e independencia de la misión del museo».
En 2018, la coleccionista cubana Ella Fontanals-Cisneros y el entonces ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, firmaron un preacuerdo para la creación de un espacio de exposiciones en el complejo de Tabacalera en Madrid, que incluía una donación de más de 400 obras y un préstamo a largo plazo de unas 600 más. Pero una carta de otro ministro de Cultura, José Guirao, enviada en octubre de 2019, dio al traste con el proyecto. «Creí que el preacuerdo firmado con el Gobierno del PP era serio y que sería confirmado por el del PSOE. Pero mi impresión fue que no tenían asignado el dinero necesario para hacerlo, ni había la voluntad política de realizarlo. Me tuvieron meses sin respuesta hasta que para salirse del contrato firmado decidieron cambiar las condiciones de mi propuesta a algo inaceptable, que era absolutamente opuesto a mis condiciones ya discutidas y aceptadas por el PP. Ahora mi propuesta ha cambiado, después de ver la poca seriedad de aceptar las obras que iba a dar en donación. En estos momentos entiendo que el Gobierno no sabe el impacto de una donación de obras, imposibles de adquirir hoy; el impulso de nuevos visitantes que algo así traería y otras ventajas para la ciudad».
Su apuesta era Madrid: «Es mi segunda casa y es la ciudad que recoge más visitantes latinoamericanos en España. Nuestros países tienen gobiernos inestables que no garantizan la estabilidad de colecciones. Abrir espacios de arte en Madrid garantiza un volumen de visitantes que en otros países de habla hispana no se tiene. Admiro las instituciones de arte españolas y con cuánto esfuerzo han cuidado sus museos».
Se interesó por su colección Bilbao (se llegó a hablar de Zorrozaurre) y parece que también dos ciudades más. ¿Hay algún acuerdo a la vista? ¿Ha pensado en tirar la toalla y llevarse su colección a otro país o incluso venderla? «De momento, ninguna otra ciudad ha propuesto algo interesante para llegar a un acuerdo. Varias me han contactado, pero siempre con una propuesta sin una visión concreta de financiación u otros medios que me den la seguridad de que irían adelante. He dedicado muchos años en tratar de llegar a acuerdos, pero la política siempre está en medio y esto no deja que se tomen las decisiones. En este momento estoy evaluando mi colección y veré cuál va a ser su futuro».
En cuanto al creciente poder de los coleccionistas en los museos, dice Fontanals-Cisneros que «aportan conocimiento y pueden brindar al público ciertas obras de arte que quizás los museos no pueden comprar por su alto costo y por el lento proceso que pasan para adquisiciones de obras. Hay que esperar muchas aprobaciones de diferentes comités». Sobre el nombramiento de Jimena Blázquez al frente del CAAC, cree que «está plenamente cualificada para ese puesto por su larga experiencia coleccionando, además de tener una formación muy amplia».
El caso de Jimena Blázquez merece mención aparte. La coleccionista, que convirtió un antiguo campamento militar en un museo de arte contemporáneo –Fundación Montenmedio Contemporánea en Vejer de la Frontera (Cádiz)–, fue nombrada directora del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) de Sevilla, un museo público, sin concurso previo ni Código de Buenas Prácticas. La comisión asesora del museo dimitió en bloque. También está al frente del C3A. ¿Debe una coleccionista con museo privado dirigir un museo público? ¿No hay conflicto de intereses? De momento, este viernes presenta la exposición ‘Territorios. Arte contemporáneo latinoamericano en la Colección Jorge M. Pérez’, de la que es comisaria. Una coleccionista comisariando una exposición con los fondos de otro coleccionista en el museo que dirige.
Helga de Alvear ha reunido una de las mejores colecciones de arte contemporáneo de Europa, con unas 3.000 obras. Anduvo durante años buscando sede permanente para exhibirla. Tras muchas negativas (Vigo, San Sebastián, Granada), finalmente llegó a un acuerdo con la Junta de Extremadura para crear el Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear en Cáceres, creado por Emilio Tuñón y que se inauguró en 2021.
En Toledo y en Cuenca desembarcó hace unos años el cubano-norteamericano Roberto Polo (ha tenido una vida digamos azarosa, con luces y no pocas sombras) con su colección de arte contemporáneo, no sin que hubiese voces contrarias a la cesión de espacios históricos. En Toledo el museo tiene su sede en el antiguo convento de Santa Fe; en Cuenca, en la antigua iglesia de Santa Cruz, del siglo XVI.
Bernard Ruiz-Picasso, nieto del artista, y su esposa, Almine Rech, llevan toda su artillería pesada al Museo Picasso Málaga. Con fondos de su fundación (FABA), se renueva periódicamente la exposición permanente del centro para ofrecer al público nuevas visiones de la obra de Picasso. La última muestra temporal, 'El eco de Picasso', estaba repleta de artistas en nómina de la galería Almine Rech.
Acabamos en Valencia este rápido recorrido por el poder del coleccionismo en España. Son los nuevos Médici del mundo del arte. La vicepresidenta de Mercadona y una de las grandes fortunas de este país, Hortensia Herrero, abrió en noviembre un centro de arte con su nombre y un centenar de obras. La coleccionista y mecenas adquirió un edificio histórico del siglo XVII en el corazón de la ciudad, cuya restauración integral duró cinco años y costó 40 millones de euros.
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