Bárbara Lennie: «Quiero hacer algo luminoso, disfrutar de otras facetas de mí misma»
La actriz, que vive su segunda maternidad, habla de la exigencia de 'Los renglones torcidos de Dios', de su infancia y su futuro
Las claves de estilo de Bárbara Lennie, nominada a mejor actriz en los Goya

Se podría decir que el debut de Bárbara Lennie en 'Más pena que gloria' (2001) fue como el primer día de su vida. Ella tenía 17 años cuando se estrenó la cinta y picó en aquello de habitar en la piel de otro. Le ... gustó la experiencia y a la cámara le gustó ella. A partir de entonces, sus papeles rebotaron entre el costumbrismo y el guerracivilismo, hasta que en 2014 acabó por romper el molde: gana el premio Goya por su papel protagonista en 'Magical Girl'.
Triunfar en su oficio es algo más que suerte y la autoexigencia es distintivo en el periplo de la actriz. Si no, tampoco sería posible explicar que Pedro Almodóvar, Carlos Vermut, Ramón Salazar, Rodrigo Sorogoyen, Oriol Paulo, Félix Viscarret e incluso Asghar Farhadi hayan querido apuntarla. Lo raro es que, a pesar del foco, no hay en su trato rastro de altivez. Su inteligencia grácil es su ancla en tierra firme.
Madrileña de nacimiento y criada en Buenos Aires, ahora vive el momento dulce de la maternidad, tomando un descanso lejos de las cámaras y las tablas. Habla de los viajes en su vida, de la exigencia del papel en 'Los renglones torcidos de Dios', de su infancia y su futuro.
—Ya desde muy pequeña ha estado viajando de un lugar a otro.
—He viajado muchísimo en mi vida. Desde los 18 he viajado sola y antes lo hacía con mis padres. He conocido muchos lugares, más los que he visitado trabajando. Pero últimamente el mundo está tan raro… Tengo la sensación de que cuando era adolescente, viajar era una aventura muy diferente: más accesible y a la vez más especial. Ahora me cuesta más encontrar lugares a los que me apetezca ir, que me den calma y que no estén petados de gente haciéndose 'selfies' e invadiendo cada esquina.
—Cuénteme alguno de sus primeros recuerdos de Madrid.
—Recuerdo que aquí, en España, teníamos un Simca 1000, esa patata que era muy vieja y que hacía de cada mañana un suplicio. Vivíamos en el centro de Madrid y cada vez que pasábamos por la Puerta de Atocha tenía que bajar con mi hermana a empujarlo porque se quedaba atascado.
—Pasa con quien ha vivido su niñez en otro lugar que al volver se encuentra con el recuerdo de algo que ya no existe.
—El recuerdo de la infancia es un lugar entre real e inventado. Tiene que ver con tu fantasía de niño y con la fantasía en la que te han educado. Yo tuve la suerte de tener una fantasía muy idílica y cuando he vuelto a lo largo de los años, he ido entendiendo cuál era la realidad: la realidad del país, la realidad de la sociedad. Pero es verdad que te queda una impronta de lo vivido cuando todavía tu cabeza recuerda sólo la parte que quiere y eso en mi caso fue guardar y preservar un mundo muy bonito.
—¿Cómo fue su primer viaje sola?
—En mi primer viaje largo estuve tres días en Ciudad de México para rodar una película que nunca se estrenó en España. Me lo pasé absolutamente increíble. La película se llamó 'Todos los días son tuyos'.

—¿Se sentía madre antes de dar a luz?
—Antes de ser madre de mi hija he sido madrastra, que es esa palabra tan pobrecita, tan mal vista, pero que es una figura a reivindicar porque la verdad es que es un papel muy particular. Ya hace muchos años que mi vida se ordena en función de una familia. El cuidado y el amor estaban ya ahí, pero es verdad que gestar, parir, toda esa parte es muy novedosa y transformadora. Ahora en mi familia hay desde adultos a pubertad, y una bebé. Hay un rango de todas las edades y todos los conflictos de cada etapa de la vida. Es intenso pero también es muy bonito. Por suerte, yo me puedo tomar el tiempo para no rodar y me lo estoy tomando, me está viniendo muy bien poder tener ese margen.
—La última vez me contó que estaba preparando un papel con más luz que los que estaba acostumbrada últimamente y que este cambio le ilusionaba.
—Todavía no puedo contar mucho, aunque tengo ganas de que se conozca. Lo que sí que tengo muy claro son esas ganas de apostar por algo vital, por algo luminoso, por algo más ligero en el mejor de los sentidos. He hecho ya muchas cosas muy comprometidas, muy exigentes a nivel emocional, muy oscuras también y en este momento de mi vida no me interesa ese universo. Tengo ganas de crecer hacia otro lado y de ver otras facetas, otras caras de mí misma que también están ahí, que todavía no he disfrutado y creo que pronto será un momento para hacerlo.
—¿Cuándo será la próxima vez que la veamos subida a las tablas?
—De momento no estoy preparando nada. El teatro tiene una característica que es mucho tiempo de compromiso. Ya estuve la mitad del 2022 haciendo teatro y por ahora me voy a dar un margen. Ahora mismo no quiero ni puedo, así que voy a darme un respiro y volveré con algo que tenga sentido dentro del tiempo.
—¿Fue muy agotador hacer 'Los renglones torcidos de Dios'?
—Fue profundamente agotador y desgastante. Era una película muy compleja a nivel de producción, muy larga y con un material muy difícil, muy exigente. También filmar con Oriol Paulo, que es muy exhaustivo, que rueda mucho... Realmente fue de los trabajos más agotadores que he hecho. Acabé totalmente del revés. De hecho, no he vuelto a rodar nada desde entonces, imagínate si me he dado margen.
—¿Hollywood le llama la atención?
—Pienso en ello como algo que puede llegar y que puede cambiarte la vida. Hay algunas historias que están muy bien pero el 90% no me interesan absolutamente nada. Sí que hay actrices y actores increíbles y creadores maravillosos, además te da la posibilidad de llegar al mundo entero, pero eso también se puede hacer desde España, ahora más con las plataformas. Nunca ha sido mi obsesión, pero quién sabe. Me parece más interesante poder trabajar en diferentes lugares del mundo, ser una actriz como Juliette Binoche, que es una francesa que trabaja con un iraní o con un alemán o con un inglés o con un americano o con un francés o con un español.
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