ARCO 2025: Viaje a ninguna parte
Entre lo mejor, el estand de ABC, con un recuerdo al desaparecido Pierre Gonnord que estremece el corazón
Pierre Gonnord: la empatía como una de las Bellas Artes
Hubo un tiempo no muy lejano en el que ARCO se mostraba como algo aspiracional, quizá demasiado elitista y, por decirlo de alguna manera, incluso excesivamente alejado del criterio -y, sobre todo, del presupuesto- del común de los mortales. Parecía que si no contabas ... con una doble licenciatura en Historia del Arte + Ciencias Políticas y un posgrado en comunicación audiovisual no eras ni remotamente capaz de valorar correctamente lo que tenías enfrente. Por no hablar del presupuesto: sin seis cifras de 'cash' en la chequera este no era tu lugar en el mundo. La 'crème de la crème', señores.
Y, de repente, un día, hemos amanecido y la feria se ha convertido en lo contrario. La delgada línea entre la primera división del arte contemporáneo y el encuentro de interiorismo de la Comunidad de Madrid ha sido traspasada y uno no sabe si está delante de obras que un día engrandecerán el catálogo de un coleccionista de raza, de esos con casona en Biarritz, o ante el catálogo de pósteres gigantes para rotular un gastrobar de Chueca. Es posible que me esté excediendo. En ese caso pido disculpas de antemano, pero ya entré en el pabellón 9 de Ifema algo cruzado. Y no sé bien por qué.
Me costó meterme en faena, lo reconozco, quizá el ruido de fondo -como de mercado medieval-, quizá el ambiente turístico -con guías, como en Toledo-, pero la verdad es que yo pasaba por los estands de las galerías como quien pasa por tiendas de libros de viejo en la Cuesta de Moyano, sin que nada me llamara la atención especialmente a nivel estético ni tampoco en el plano conceptual. Me daba la sensación de estar en un almacén, en uno de esos brocantes del sur de Francia donde todo se sucede sin hilo conductor ni relato, como si todo hubiera dejado de importar y la vida se hubiera convertido en un 'reel' de Instagram, de esos que pasas sin prestar atención.
Si un alienígena hubiera caído en ARCO y tuviera que explicar al universo cuáles son las tendencias actuales dentro del arte contemporáneo, creo que sería incapaz de hacerlo. Han desaparecido las instalaciones, los móviles, la temática más ligada al material orgánico y el formato audiovisual. Pero lo siguiente aún no ha llegado. Lo puramente abstracto no tiene una presencia decisiva y, a pesar de algunos intentos, lo figurativo tampoco acaba de perder el rubor para presentarse como igualmente contemporáneo y reivindicarse sin complejos.
Lo que está claro es que, si el nivel ha bajado, es porque las galerías quieren vender. Y, como consecuencia, lo 'woke' ha muerto. Si otras ediciones salíamos con un empacho de temática ultra feminista, de ecologismo decrecentista, de una estética obsesionada con la identidad sexual, poshumanista, postindustrial y etnicista, todo eso ha desaparecido. Nadie quiere perder el tiempo y, como esos temas no tienen salida, ARCO se ha llenado de medianías. Puede parecer contradictorio que nos hayamos pasado media vida reivindicando un arte libre de política para que, cuando por fin se logra, les echemos en cara su PH neutro.
Pero hay una diferencia entre dar la tabarra con la ideología 'woke' y permanecer ajenos al propio tiempo. De algún modo estamos en un momento de entreguerras sin tendencias consolidadas, espíritu generacional ni 'approach' creativo. Lo 'woke' ha muerto y la temática apocalíptica de un mundo en guerra aún no ha llegado. Lo hará, sin duda, el año que viene. En este momento estamos viendo el resultado artístico de los 'insights' del año pasado. Las obras surgidas de la pulsión actual las veremos en 2026, donde sufriremos, como es lógico, convulsiones tras una sobreexposición masiva a Trump, Putin JD Vance y otros agentes del mal. Siempre pasa: Vietnam nos dio a Dylan, Franco a la Movida y el populismo dará a luz a algo que aún no sabemos qué será, pero que será mejor que esta inofensiva sopa de hospital.
Disculpen el chovinismo, pero quiero hacer especial mención al estand de ABC Cultural, con un inmejorable recuerdo al desaparecido Pierre Gonnord y, en concreto, a una foto de Bimba Bosé y David Delfín que me ha estremecido el corazón. Tres caídos en un Gólgota que viene a recordarnos que el tiempo se acaba. Y no sé si es el arte contemporáneo o la propia feria, pero ninguno de los presentes estamos para perder el tiempo en un punto muerto que ya dura demasiados años.
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