Adolfo Roitman: «Los Rollos del Mar Muerto pueden acercar a las personas»

Ya durante la construcción del Santuario del Libro, que se inauguró en 1965, se temía que no hubiera tiempo de salvarlos ante posibles ataques. Incluso se diseñó un mecanismo para hacer descender bajo tierra la vitrina del Rollo de Isaías, el más emblemático de cuantos se han encontrado en el Mar Muerto, un manuscrito de un libro bíblico completo que mide 7,34 metros. «En el ADN del edificio estaba este temor, siempre, por la salud física de los rollos», explica Adolfo Roitman, el responsable del Santuario del Libro. Un miedo muy real, pues al poco, en junio de 1967, estalló la Guerra de los Seis Días.

Casi sesenta años después, de nuevo estos pergaminos que revolucionaron el estudio de la Biblia han tenido que ser protegidos bajo tierra. Roitman no pudo ocuparse, como le hubiera correspondido al ser el custodio de este legado espiritual de la humanidad. Aquel día se encontraba precisamente en España. Había venido invitado como profesor visitante a la Facultad de Teología de Granada y aquel día, desde Sevilla, siguió las desoladoras noticias que llegaban de su país, a miles de kilómetros de sus seres más queridos.

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Nueve meses después, el Santuario del Libro continúa cerrado al público, con los manuscritos bíblicos más antiguos preservados hasta la fecha a buen recaudo. «En algún momento se ha pensado en volverlo a abrir, pero la situación es muy frágil y sabemos que en cualquier momento, como pasó el otro día, sin preaviso, nos podemos encontrar con la alarma de misiles que llegan», justifica Roitman antes de recordar que este singular edificio con una cúpula blanca que se asemeja a las tapas de las vasijas en las que se encontraron los primeros rollos está ubicado en un área neurálgica de Israel, junto a las instituciones oficiales del Estado israelí como la Knesset (el Parlamento), la Corte Suprema de Justicia, oficinas gubernamentales clave y la Biblioteca Nacional Judía. El resto del Museo de Israel ha recobrado la actividad cotidiana, pero nadie quiere correr ningún riesgo con el mayor descubrimiento de la arqueología bíblica del siglo XX.

Probablemente este antropólogo argentino de 67 años que ha dedicado los últimos 30 años a su cuidado no vea el Santuario del Libro abierto de nuevo antes de su retiro, a finales de junio. «La situación está muy densa», relata en conversación telefónica el también doctor en Literatura y Pensamiento judío antiguo, rabino y profesor. Habla desde su casa en Herzliya, una ciudad al norte de Tel Aviv que, por fortuna, no ha sufrido ningún ataque directo, aunque tres de los secuestrados por Hamás vivían allí. Dos regresaron con vida, pero de un tercero, un joven de 20 años, no se tiene noticia. Roitman, que participó hace unos días en un acto de solidaridad con su familia, se sintió impotente ante el dolor de su vecina: «¿Qué se le puede decir a un alma tan dañada, lastimada, sangrante, de una madre que desde hace ocho meses no sabe qué suerte ha corrido su hijo?».

En otro momento habríamos hablado del fabuloso descubrimiento de los rollos a partir de 1947, de los cerca de 20.000 fragmentos de manuscritos con los que se han logrado reconstruir unos mil completos, de los esenios… pero dada la situación actual, salta a la conversación el ataque «barbárico» de Hamás, la angustia de los rehenes o los 80.000 israelíes refugiados en su propia tierra al tener que abandonar sus casas cercanas a la frontera con el Líbano. «Vivimos en una atmósfera de tensión, con la sociedad dividida ante los pasos que se deberían dar», dice.

También habla de la «tragedia» de las víctimas civiles de la respuesta israelí en Gaza, que ascenderían a más de 35.000, y de cómo este conflicto «enormemente complejo, con una historia de casi 100 años» y con varios países del Medio Oriente implicados, no solo los palestinos, está reavivando «demonios dormidos que tienen una larga historia en Occidente como es el del antisemitismo tan arraigado en las sociedades». «El judío siempre tomado como un ser malévolo, demoniaco, manipulador, mentiroso», se lamenta.

Desde que asumió la dirección del Santuario del Libro en noviembre de 1994, Roitman ha entendido este espacio como «un lugar de encuentro, que de hecho lo era porque podías encontrar a un grupo de evangélicos de Brasil, otro católico de Roma o personas venidas de Corea o de Japón», recuerda. De 1.500 a 2.000 personas visitaban al día este museo (y en ocasiones hasta 3.000), atraídos por la «magia» de unos textos que, según este gran conocedor, «tratan de cuestiones del espíritu que no son solamente relevantes para los judíos, sino para cualquier persona de buena voluntad, de Occidente o de Oriente, que siente que el propósito de la vida no es simplemente nacer, respirar, reproducirse y morir, que busca un significado como lo buscaban los hombres que escribieron los Rollos». «Lo que pensaron, las intuiciones que tuvieron sobre la realidad espiritual -añade este experto- siguen teniendo vigencia hasta hoy porque los hombres no han dejado de ser hombres».

Teniendo en cuenta además que el Santuario del Libro se encuentra en Jerusalén -«que para muchos, entre los que me incluyo, es la ciudad de Dios, una ciudad asociada precisamente con el espíritu religioso de Occidente»-, su director siempre ha considerado que «los Rollos pueden acercar a las personas y crear esa base común que tiene que estar detrás de un entendimiento entre los hombres».

Lo sigue creyendo, aunque esa base común se perciba hoy tan difícil. «¿Quién hubiera imaginado cuando las tropas nazis marchaban por los Campos Elíseos que décadas después París y Berlín serían el eje de la Unión Europea? Cuando se está en medio de la tormenta, como estamos aquí, envueltos por la violencia, la sangre, el odio y la tristeza, es difícil ser optimista, pero creo que precisamente es en estos momentos cuando podemos recurrir a la Historia».

La historia judía, añade Roitman, se ha construido sobre un sinnúmero de tragedias que llegaron a su clímax máximo con el Holocausto. «Y en esa historia de persecuciones y sufrimiento, el pueblo judío ha mostrado una resiliencia y una capacidad de reacción que es difícil de explicar, pero es un hecho histórico», apunta confiado en la perspectiva que le da el pasado.

Roitman dejará su cargo al frente del Santuario del Libro a finales de junio satisfecho de haber logrado el objetivo que se marcó hace 30 años. En una entrevista para la revista Biblical Archaeology Review en octubre de 1994 respondió que su idea era bajar a la Tierra los Rollos que estaban en el Olimpo académico y cree que en eso consiste su legado, en «la creación de puentes entre la ciencia y las personas y entre personas de distintos credos e identidades nacionales para permitir una mejor calidad de vida a nivel espiritual».

Ese fue el motor de sus innumerables proyectos, entre los que destaca la película dramática 'El Santuario humano' (2006), la primera película de dibujos animados para familias sobre los Rollos del mar Muerto, el proyecto desarrollado con Google para mostrar en Internet cinco de los ocho manuscritos de la colección con una calidad de 1200 megapíxeles, o la serie de publicaciones para hacer comprensibles estos textos, que comenzó con 'El comentario a Habacuc', presentado en España en 2021.

Hagit Maoz tomará las riendas del Santuario del Libro de forma interina hasta que se designe a su sucesor. Este deberá continuar con dicha serie y quizá lleve a cabo la idea de Roitman de representar con hologramas escenas sobre el Modelo de Jerusalén en época de Jesús que tiene el museo, para que la gente pueda identificar edificios y lugares del modelo con historias bíblicas conocidas. Además, «tendrá que encontrar temas que tengan como ancla el mundo de los Rollos, pero que estén conectados con la sociedad israelí». Una sociedad que «ya no va a volver a ser la que fue» tras esta época turbulenta, augura.

Roitman continuará como emérito en la institución, pero tendrá más tiempo y libertad para «enseñar y comunicar» por todo el mundo los contenidos de los manuscritos del Mar Muerto en los que se ha especializado durante tantos años. En los próximos meses viajará a Viena, Roma, Brasil, México… y a través de su recién abierto canal de Youtube mantendrá el contacto con los miles de seguidores interesados en los Rollos, el judaísmo antiguo, los orígenes del cristianismo y los estudios bíblicos. «En eso veo mi función, en ser nuevamente puente, encontrando la manera de acercarles esos tesoros que en última instancia les pertenecen a ellos también», subraya.

Antes de despedirse, el conservador escoge un mensaje del rollo más icónico de la colección que cree relevante para la sociedad contemporánea y, en concreto, para quienes tienen la capacidad de decisión sobre la guerra. Recuerda que en marzo de 2013, durante la visita de Barack Obama a Jerusalén, el también primer ministro israelí por entonces Benjamin Netanyahu quiso leer un pasaje del Rollo de Isaías al presidente estadounidense. Era el versículo 4 del capítulo 2 en el que profeta imaginó hace 2.800 años un futuro en el que «con sus espadas forjarán arados y con sus lanzas podaderas» y «no levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra».

«Como ves, no perdió para nada vigencia», subraya.