Descubren que el calor del Sol puede ayudar a que haya terremotos en la Tierra
Además de los movimientos tectónicos, factores como el calor del Sol, el magnetismo, el agua subterránea y las fuerzas de marea, tanto lunares como solares, pueden incrementar la actividad sísmica del planeta
¿Pueden las tormentas solares causar terremotos?
El mayor terremoto en la historia de la humanidad

La Tierra tiembla, las placas tectónicas se mueven y la energía acumulada se libera en forma de terremotos. Esto es lo que la sismología nos ha enseñado. Sin embargo, un terremoto ha resultado ser algo mucho más complejo, un fenómeno altamente destructivo y en el ... que influyen factores de los que hasta ahora nadie había sospechado.
Pese a todos los esfuerzos, lo cierto es que predecir cuándo y dónde ocurrirá un terremoto sigue siendo un desafío monumental para los científicos. Recordemos, por ejemplo, el devastador seísmo de Tōhoku en 2011, de magnitud 9.0, que no solo provocó un tsunami catastrófico, el desastre nuclear de Fukushima y alteró la rotación terrestre, sino que también se cobró la vida de más de 18.000 personas. O el aún más trágico tsunami de 2004 en el Índico, causado por un potente terremoto submarino y que segó la vida de más de 275.000 personas en Indonesia, Malasia, Sri Lanka, India y Tailandia. O, apenas un año antes, en 2003, el devastador temblor de Bam, en el sur de Irán, que destruyó casi por completo la ciudad y causó más de 45.000 víctimas mortales. La pregunta, por lo tanto, es la siguiente: ¿Podemos hacer algo más para evitar tragedias similares?
La respuesta es sí. Y un buen ejemplo de ello es que, en los últimos años, los científicos han estado explorando una idea sorprendente: ¿podrían el Sol y la Luna tener algo que ver con los terremotos? Algunos estudios ya habían señalado que las fuerzas de marea de ambos cuerpos y los efectos electromagnéticos del Sol podrían estar relacionados con la actividad sísmica al interactuar con la corteza, el núcleo y el manto de la Tierra. Y ahora, una nueva investigación publicada en la revista 'Chaos', llevada a cabo por científicos de la Universidad de Tsukuba y el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología Industrial Avanzada de Japón, sugiere que el clima terrestre, influenciado por el calor solar, podría jugar un papel crucial.
La 'conexión' solar
El estudio se basa en una investigación previa de los mismos autores, publicada en 2022, que ya encontró una conexión entre la actividad solar, especialmente el número de manchas solares, y los sistemas sísmicos de la Tierra. «El calor solar -explica Matheus Henrique Junqueira Saldanha, autor principal del estudio- impulsa cambios en la temperatura atmosférica, que a su vez pueden afectar a las propiedades de las rocas y al movimiento del agua subterránea. Estas fluctuaciones pueden hacer que las rocas sean más frágiles y propensas a fracturarse, y los cambios en la lluvia y el deshielo pueden alterar la presión en los límites de las placas tectónicas. Aunque estos factores pueden no ser los principales desencadenantes de los terremotos, sí que podrían estar jugando un papel que nos ayude a predecir la actividad sísmica».
Imaginemos una roca sometida a constantes cambios de temperatura y presión. El calor solar puede expandirla, mientras que el frío tiende a contraerla. Con el tiempo, esta tensión térmica repetida puede llegar a debilitar la roca, haciendo que sea más propensa a fracturas. Del mismo modo, el agua subterránea, que actúa como un lubricante en las fallas geológicas, puede ejercer sobre las rocas distintos grados de presión a causa de cambios en el patrón de lluvias o el deshielo, afectando a la estabilidad de las placas tectónicas.
Mejores predicciones
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores utilizaron métodos matemáticos y computacionales para analizar datos de terremotos junto con registros de actividad solar y temperaturas de la superficie terrestre. Uno de los hallazgos más interesantes fue que, al incluir esos datos de temperatura en su modelo, la precisión de las predicciones mejoraba, especialmente para los terremotos superficiales. «Lo cual tiene sentido, ya que el calor y el agua afectan principalmente a las capas superiores de la corteza terrestre», señala Junqueira Saldanha.
En otras palabras, el calor solar parece tener un impacto más directo en los terremotos que ocurren cerca de la superficie, donde las variaciones de temperatura son más pronunciadas. Esto no significa que los terremotos profundos no se vean afectados, pero el efecto es probablemente más sutil y complejo.
El estudio, pues, sugiere que la transferencia de calor solar a la superficie de la Tierra sí que afecta la actividad sísmica, aunque sea de forma mínima. Y lo más importante, indica que incorporar las predicciones de actividad solar, con modelos detallados de temperatura terrestre, podría ayudar a mejorar las predicciones de terremotos. «Es una dirección emocionante -dice Junqueira Saldanha-, y esperamos que nuestro estudio arroje luz sobre el panorama general de lo que desencadena los terremotos».
La luna, también
Es importante recordar que el Sol no es el único factor externo que podría influir en los terremotos. Estudios anteriores también han explorado el papel de las fuerzas de marea lunares (y solares), que pueden generar pequeñas deformaciones en la corteza terrestre. Algunos científicos creen que estas deformaciones, aunque pequeñas, podrían ser suficientes para desencadenar terremotos en fallas que ya están cerca del punto de ruptura.
Además, se ha investigado la posible influencia del campo magnético terrestre y las variaciones de la actividad solar en la ionosfera, la capa superior de la atmósfera, que podrían afectar la conductividad eléctrica de las rocas en la corteza terrestre, alterando su comportamiento y aumentando la probabilidad de terremotos.
MÁS INFORMACIÓN
A pesar de los avances en la comprensión de los factores que influyen en los terremotos, predecirlos de forma precisa sigue siendo un desafío. Los terremotos son eventos complejos que dependen de una multitud de factores, tanto internos como externos. Y cada nuevo estudio nos acerca un poco más a la meta de poder anticiparnos a ellos y salvar vidas.
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