El ADN revela el origen de los 27.000 esclavos liberados en la isla de Santa Elena
La mayoría hombres procedentes del área entre el norte de Angola y Gabón, eran trasladados a América en barcos negreros que fueron capturados por la Marina británica entre 1840 y 1864
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La pequeña isla de Santa Elena, perdida en medio del Atlántico Sur a más de 1.800 kilómetros de las costas de África, es famosa por ser el lugar elegido por el gobierno británico para exiliar a Napoleón. El emperador francés permaneció allí prisionero desde ... su derrota en Waterloo en 1815 hasta su muerte en 1821. Pero este remoto territorio también ha pasado a la Historia por un episodio menos conocido pero de gran importancia: la liberación entre 1840 y 1867 de unos 27.000 esclavos africanos a bordo de 87 barcos interceptados por la Marina Real británica que viajaban a América por un corredor marítimo de Angola a Brasil. La mayoría de estos individuos fueron llevados a la isla para iniciar una nueva vida en libertad, pero hasta ahora poco se sabía de quiénes eran y de dónde procedían.
Los análisis de ADN antiguo han conseguido encontrar la respuesta y reparar, de alguna manera, un olvido histórico. Los investigadores Marcela Sandoval-Velasco y Hannes Schroeder de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) secuenciaron el ADN antiguo de 20 esclavos que murieron en Santa Elena y fueron enterrados en el Valle de Rupert. Los restos ancestrales fueron recuperados entre 2007 y 2008 tras aparecer durante las obras de construcción del primer aeropuerto de la isla. Las evidencias genéticas indican que la mayoría procedían de una estrecha área situada entre el norte de Angola y Gabón. También muestran que prevalecían los varones (17 frente a tres mujeres), lo que respalda un sesgo sexual bien documentado en la última fase de la trata transatlántica de esclavos.
Los autores utilizaron modernas tecnologías genómicas para rastrear marcadores del ADN mitocontrial (el linaje materno) y del cromosoma Y (el paterno) de los restos humanos, dando validez a los datos históricos. Hasta este estudio, publicado en 'The American Journal of Human Genetics', los historiadores sabían que probablemente estos esclavos liberados tenían su origen en áreas del sur del ecuador, pero no estaba clara la procedencia exacta. «Al secuenciar su ADN y compararlo con el de miles de personas vivas de todo el África subsahariana, pudimos inferir en qué parte de África se originaron y así ayudar a restaurar el conocimiento de sus conexiones ancestrales», dice Sandoval-Velasco.
Recuperar el pasado
Los investigadores esperan que los hallazgos creen una nueva conciencia sobre el destino de los 27.000 africanos liberados en Santa Elena. También señalan que sus resultados pueden tener un gran significado para las comunidades descendientes de esclavos que intentan recuperar aspectos de su pasado. Desde el siglo XVI al XIX se estima que más de 12 millones de hombres, mujeres y niños fueron llevados a la fuerza desde África hasta América para ser vendidos como esclavos y ejercer distintas tareas.

«Este estudio ilustra cómo se puede utilizar la genómica antigua para recuperar aspectos perdidos hace mucho tiempo de las vidas y experiencias de comunidades esclavizadas y otros grupos marginados cuyas historias a menudo se omitieron de los registros escritos o se oscurecieron deliberadamente», afirma Schroeder. Los investigadores se centraron principalmente en la cuestión de los orígenes, pero los registros históricos indican que la salud de los esclavos era mala y se estima que de los 27.000 liberados en Santa Elena, entre 7.000 y 8.000 murieron en la isla. La mayoría fueron enviados a otras partes del Imperio Británico (Guayana Británica, Colonia del Cabo, el Caribe) como sirvientes contratados, y solo a un pequeño número se les permitió establecerse en Santa Elena. De los que lo hicieron, muchos vivieron hasta bien entrado el siglo XX.
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En la misma línea, Helena Bennett, también coautora del estudio y residente en Santa Elena, espera que al contar la historia de estos esclavos «podamos honrar su legado y garantizar que sus vidas y sus destinos no sean olvidados».
En Santa Elena no existe una comunidad de descendientes y los autores no han intentado identificar descendientes vivos utilizando los datos genéticos, «pero está claro que deben de existir dentro y fuera de la isla y podría ser posible en el futuro vincularlos nuevamente con los africanos liberados», dice Schroeder. Existen planes para construir un centro conmemorativo y de interpretación en la isla y los autores planean realizar un seguimiento o reconstruir historias individuales a partir de las evidencias genéticas.
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