El ADN cuenta la historia oculta e ignorada de los cartagineses, los enemigos de Roma
Los genomas de más de 200 individuos antiguos revelan que la civilización púnica fue la primera realmente cosmopolita
Carles Lalueza-Fox, experto en ADN antiguo: «Vivimos en la sociedad menos igualitaria de la Historia»
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Los cartagineses, también conocidos como púnicos, son un pueblo damnificado por la Historia. Procedentes del actual Líbano y descendientes de los fenicios, con los que compartían cultura y lengua, se expandieron por el Mediterráneo occidental bajo la tutela de la gran ciudad de Cartago, ubicada ... en lo que hoy es Túnez. Enemigos acérrimos de Roma, combatieron en las tres famosas guerras púnicas, entre 264 a.C. y 146 a.C, incluyendo la campaña del general Aníbal a través de los Alpes. La tercera de ellas supuso la destrucción de la ciudad y los romanos, triunfadores, se encargaron también de hacer añicos la reputación del enemigo. En sus textos, los cartagineses son ridiculizados y descritos como crueles, despiadados, mezquinos o traicioneros.
Pero lo que hasta ahora no han contado la cera o el pergamino, pueden contarlo los genes. Al menos, parte de esa 'cara b' ignorada de la Historia. Un equipo internacional de investigadores, coliderado por Carles Lalueza-Fox, director del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, ha estudiado el genoma de 210 individuos excavados en 14 importantes yacimientos púnicos del Levante, el norte de África, la Península Ibérica, Sicilia, Cerdeña e Ibiza. De ellos, 16 genomas pertenecen a sitios españoles: Puig des Molins (Ibiza), Villaricos (Almería), Málaga y Cádiz. El trabajo, dado a conocer este miércoles en la revista 'Nature', muestra una civilización «realmente cosmopolita», la primera antes del Imperio Romano.
«Las crónicas de los romanos, como todas, tenían una vertiente ideológica. Gracias a los estudios paleogenéticos, podemos tener una visión mucho más democrática de la Historia», dice Lalueza-Fox. Por ejemplo, «podemos saber qué composición genética tenían estas personas, cómo se expandieron por el Mediterráneo occidental y cuáles eran sus relaciones de parentesco», afirma. Así, «encontramos individuos púnicos emparentados en ciudades y países distintos». Los autores lo consideran la primera gran globalización.
«La civilización púnica llevó la ancestralidad norteafricana por todo el Mediterráneo... Ibiza, Sicilia, Cerdeña, la Península Ibérica -apunta Lalueza-Fox-; un fenómeno desconocido en períodos anteriores, una señal de cosmopolitismo». Por ejemplo, un individuo de Motia, en la punta oeste de Sicilia, resultó ser pariente cercano, aproximadamente primo segundo, de otro que vivía cerca de Cartago.

Griegos consanguíneos
Esto contrasta con los griegos, con quienes los cartagineses competían como rivales económicos e ideológicos y cuyas colonias eran 'trasplantes' de las poblaciones del mar Egeo, con una mezcla mínima con las comunidades indígenas que ocupaban. «Solo se mezclaban entre familiares y no con gente local. Son los más consanguíneos del registro arqueológico ibérico», señala el investigador. La presencia de individuos de ancestralidad típica de la región del Egeo se ha encontrado en comunidades griegas como Villaricos (Almería) y en Málaga. Estas comunidades eran pequeñas y endogámicas y estaban en contacto. «Hubo griegos en Ampurias (Gerona) durante varias generaciones y, sin embargo, sus comunidades eran bastante cerradas. Es muy interesante este mosaico genético y cultural que formaban los iberos, griegos y púnicos».
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Estos hallazgos refuerzan la idea de que las antiguas sociedades mediterráneas estaban profundamente interconectadas, con personas que se mezclaban y se desplazaban a través de grandes distancias geográficas. Además, el estudio pone de manifiesto el poder de las técnicas de análisis del ADN antiguo para ofrecer una nueva comprensión sobre la ascendencia y la movilidad de las poblaciones históricas, como los fenicios y los púnicos, para las que los registros directos son escasos y provienen casi exclusivamente de sus rivales y enemigos griegos y romanos.
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