TRIBUNA ABIERTA
Sahara Occidental: historia y conflicto (I)
El Frente Polisario, con la visita de la ONU en 1974, se manifestó hostil a los españoles, iniciando con ello los ataques armados

LA CUESTIÓN o el conflicto del Sahara Occidental —provincia española hasta 1975— es un asunto de gran relevancia actual, no sólo entre las principales partes implicadas: Marruecos, Frente Polisario, Argelia y España (UE), sino a nivel mundial. No olvidemos que en España la pérdida del Sahara quedó en un segundo plano con el cambio de régimen y las dificultades para crear y consolidar la democracia tras la muerte de Franco en noviembre de 1975.
En este territorio el castellano apenas es usado hoy, y eso que, hasta hace 35 años, era la lengua oficial. Los individuos que conocen la lengua española dentro del territorio del Sahara Occidental —sin contar los campamentos de refugiados en Argelia— cada año se reducen al mismo ritmo que el de fallecimientos de los que lo hablaban. Es difícil saber el número exacto de los hablantes pasivos de castellano que quedan en el antiguo Sahara español, lo que sí se sabe es que se encuentran dentro de una población mayor de 45-50 años, que hubiera nacido y estudiado primaria y secundaria en los principales centros urbanos del Sahara (El Aaiún y Villa Cisneros) hasta 1975.La región española a la que más perjudicó la pérdida del Sahara fue Canarias. El Archipiélago, situado a un centenar de kilómetros al oeste de la costa saharaui, vio cómo se terminaba de desintegrar su «hinterland», lugar natural de expansión económica a través de las pesquerías, industria del fosfato o servicios públicos asociados a educación, sanidad y ejército, todos ellos en el nivel nacional, pero que contaba con un gran número de habitantes de origen canario. El comienzo de este resquebrajamiento del «hinterland» canario comenzó siete años antes con la independencia de Guinea Ecuatorial en 1968. Esta caída de hispanohablantes en la región, no sólo fue debido a la pérdida de la soberanía española, que implicó un regreso masivo de españoles sobre todo a Canarias y Andalucía, sino también a que la «eternización» del conflicto del Sahara impide que todavía hoy las misiones culturales gubernamentales españolas se establezcan en la zona, tales como el instituto Cervantes, o también colegios de enseñanza primaria e institutos bilingües financiados desde el ministerio de Educación en Madrid.
Desde el siglo XVI el ámbito geográfico del imperio Cherifiano no era puesto en cuestión por ninguna potencia europea ni por el califato otomano, pero el inicio de la decadencia marroquí a finales del siglo XVIII y su agravamiento en el XIX hizo que, primero Francia (batalla de a Isly) y más tarde España (guerra de Marruecos), le perdieran el respeto e iniciaran una operación colonial que culminó con el protectorado franco-español de 1912 (30 de marzo, Tratado de Fez).
D Francia, única firmante del acuerdo con Marruecos, entregó a España el control de tres zonas, una al Norte, otra al Sur y otra, en la que le reconoce asimismo «manos libres» por debajo de una línea cercana al paralelo 28. Recordemos aquí que a consecuencia de la conferencia de Berlín (1884-85), España tenía reconocido un territorio denominado Río de Oro, en el que se había establecido un asentamiento en 1886 (Villa Cisneros, actual Dakhla) y otro más en 1920 (en La Güera, Cabo Blanco). Este territorio fue unido al protectorado de Sakiet Al Hamra cedido por Francia, apareciendo así y por primera vez la denominación de Sahara Español, si bien España no inició la ocupación de tan amplio territorio hasta que los franceses derrotaron a las tropas nacionalistas marroquíes opuestas al protectorado en 1934 (Antiatlas, la Hamada de Tinduf y el Attar Mauritano). Cuando Francia devuelve la soberanía a Marruecos (febrero-marzo de 1956), dando con ello fin al protectorado, el dictador Francisco Franco, tal cual si fuera inquilino moroso, devolvió meses más tarde la zona norte (abril de 1956), no devolviendo la zona sur e incorporándola a lo ya denominado Sahara Español. Surgió así una de las complejidades de esta cuestión. Fue una oportunidad perdida para evitar el contencioso posterior. Para completar la integridad territorial, los nacionalistas marroquíes, a veces al margen de la autoridad del rey, iniciaron acciones bélicas en 1957 en el ámbito sahariano, ondeando banderas marroquíes en todos los confines del mismo (Ifni, Tam-Tam, Tinduf, Attar e, incluso, en Villa Cisneros). Francia y España, una democracia y una dictadura respectivamente, pactaron una operación militar —Teide (también llamada Huracán) en denominación española y Écouvillon (febrero 1958) en denominación francesa— para envolver y luego eliminar la resistencia. Los acuerdos de Cintra (1 de abril de 1958) hicieron que España devolviera la zona sur del protectorado pero enquistó el conflicto al no producirse la devolución de todo el territorio.
Algunos de los hijos de esos combatientes marroquíes, expulsados del Sahara y establecidos en la zona de Tam-Tam, consideraron una traición el acuerdo con España y constituyeron el germen del Frente Polisario casi veinte años después. Franco no sólo no devolvió el Sahara, cosa que sí hizo Francia con Argelia, si no que además estableció una provincia en el territorio con la misma categoría administrativa que cualquier otra de España. Y, por supuesto, comenzó a poner los cimientos de una captación de la población hacia los intereses españoles al tiempo que manipulaba el rechazo de la población autóctona hacia Marruecos. Esta política tuvo sus altibajos y así nos encontramos con el caso de muchos saharauis deportados a Canarias por mostrar su marroquinidad. Otro ejemplo puede ser la llegada de Basiri a Smara a finales de los años 60 —y asesinado por la dictadura franquista en junio de 1970— que puede leerse como un intento de integración del Sahara en Marruecos. Es más, cuando el Frente Polisario está en sus inicios prefundacionales —1972 y 1973— las declaraciones de sus dirigentes a las organizaciones políticas marroquíes o a los sindicatos son claramente a favor de la soberanía marroquí del Sahara. Al menos en sus inicios. Y fueron evolucionando hacia la ambigüedad después de la represión de las manifestaciones de Tam-Tam —junio de 1972— y hacia un incipiente independentismo en cuanto se distanciaron de una monarquía reaccionaria en un Marruecos en permanente estado de excepción y con una juventud universitaria portadora de los sueños revolucionarios propios de la época. Soñaban con transformar Marruecos, y el Sahara fue un buen pretexto.
La agonía del dictador español, y con él la de la dictadura, coincidió con la campaña de Naciones Unidas para la descolonización del Sahara. En estos momentos, y entre la población sensibilizada hacia la situación política, se manifiestan tres posiciones diferentes: a) integración con Marruecos; b) Estado tutelado por España aunque formalmente independiente, y c) Estado totalmente independiente (posición esta última amparada por Argelia que, no olvidemos, acogió y protegió a parte de la población que abandonó el Sahara occidental en su territorio, dándoles incluso cobertura militar y diplomática). El Frente Polisario, tolerado por los españoles que no perdían la esperanza de atraerlos a sus posiciones —lo mismo que intentaba Marruecos— mantuvo cierta ambigüedad hasta que durante la visita de la delegación de la ONU al territorio en 1974 se manifestó claramente hostil a los españoles iniciando los ataques armados a las posiciones militares periféricas y abogando por la rápida independencia del territorio.
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