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Del odio a los padres al odio a la sociedad: 'Bosé renacido', la venganza hecha docuserie

El próximo martes 5 de septiembre se estrena la producción audiovisual que desgrana la azarosa vida del cantante y actor

Miguel Bosé desvela tras 8 años la extraña culpable de sus problemas de voz

Imagen promocional de la serie documental 'Bosé Renacido' movistar

Nacho Serrano

Sin medias tintas, sin autocondescencia, 'Bosé Renacido' traza un viaje exhaustivo por uno de los artistas más importantes y controvertidos de la historia del pop español. Su protagonista, sincero y con ganas de rajar, hace del metraje un caramelo para los amantes del salseo pero también de los que gustan de una buena historia plagada de personajes fascinantes y anécdotas increíbles. La producción cuenta con testimonios de familiares, como sus hermanas Lucía y Paola; su manager Rosa Lagarrigue; y numerosos amigos como Alejandro Sanz, Ana Torroja, Mercedes Milá, Boris Izaguirre, Alaska, Lolita Flores, Laura Pausini, Tiziano Ferro, Juanes, Victoria Abril, Fernando Colomo, Manolo Caro, Alejandro González Iñarritu, José Luis García Berlanga, Patrice Calmette, Francis Montesinos, Nacho Duato, Bibiana Fernández, Malú o Pablo Alborán, y periodistas como Santiago Alcanda, Rosa Villacastín y Rosana Torres.

El viaje en el tiempo de Miguel Bosé arranca en la finca Villa Paz, en Cuenca, donde pasaba cada verano viviendo los días más felices de su vida. Allí es donde nació su amor por la naturaleza, donde su familia acogía a la flor y nata de la cultura. Y donde le hubiera gustado criar a sus hijos. Pero no fue así.

Hubo un momento de su infancia en que sintió que nadie le escuchaba en casa, que nadie se preocupaba por sus problemas ni preguntaba por sus sentimientos. En el documental, Bosé se muestra implacable: «Entonces descubrí que los dos culpables de todo lo malo que me iba a pasar en la vida los tenía enfrente. Y dije, 'a por ellos'».

Describe a su padre Luis Miguel Dominguín como un «torero elegante, innovador, con presencia y carisma bestial», al que le gustaba «cazar». Una pasión en la que el documental se adentra haciendo una analogía que algunos verán gamberra y otros desafortunada, ya que compara sus trofeos (cabezas de ciervo, de jabalí, etc…) con sus conquistas románticas. Como Rita Hayworth, Ava Gardner, Lauren Bacall o Miroslava Stern, quien se suicidó con la foto de Dominguín en la mano, cuando supo que se iba a casar con Lucía Bosé.

Cuando llega el turno de su madre, Bosé va directo a la yugular. Después de un largo silencio para preparar la artillería sarcástica, dice: «Es la mujer que se merecía mi padre. Y mi padre es el hombre que le estuvo bien empleado a mi madre». Él era un machista que horrorizaría al mismísimo Rubiales, y ella, una artista ingenua que se fue a vivir «con un troglodita» a una España donde no podía tener ni su propia cuenta bancaria, como dice en una entrevista de los ochenta recuperada en el documental. Miguel, que describe la relación entre sus padres como una pelea constante, incluso revela que se casaron «forzados» por la sociedad de la época, ya que el régimen, que había sido muy condescendiente con su padre, empezó a exigirle una vida matrimonial con casamiento por la iglesia. «Aquello no fue una boda. Fue un entierro», dice el cantante.

La doble moral de la sociedad franquista queda expuesta de manera descarnada en este primer capítulo, que desvela quién fue el ángel de la guarda del pequeño Bosé durante aquella infancia delirante y emocionalmente dura como el mármol de carrara que había por la casa: la tata. «La única que tenía cabeza», según Miguel.

El heredero varón fue un chico sensible, observador, amante de la lectura, todo lo que odiaba el padre, que consideraba esas virtudes cosas de maricones. Miguel se «desvivió» para gustarle, pero nunca lo consiguió. Se fue con él de safari de caza a África para convertirse «en un hombre», pero Luis Miguel se negó a darle la medicación para prevenir la malaria, el pequeño la cogió, y sus fiebres se convirtieron en una molestia para el patriarca. Al volver a casa, su madre se dio cuenta de que tenía que hacer algo para proteger a su hijo. Se estaba prendiendo la mecha que haría saltar todo por los aires, incluyendo la inocencia de Miguel.

El torero y la artista se separaron, y Miguel dejó de ver a su padre durante años. Pero un día, éste se llevó al niño a una fiesta donde les esperaba su amante, que no era otra que su prima Mariví Dominguín, veinte años más joven que él y a quien Lucía Bosé había cuidado alguna vez cuando era niña. Miguel lo vio como una encerrona y salió de allí corriendo entre sollozos. Cuando su padre salió a buscarle, discutieron y le pidió que le llevara a casa. Y otra vez, pasaron años hasta que volvieron a verse. Y el reencuentro no pudo ser más trágico.

Corriendo el año 1968, Lucía metió a sus hijos y a la tata en el coche y se dirigió hacia Villa Paz. Miguel cuenta en el documental que al llegar, vio cientos de perdices abatidas en el patio de entrada y sintió que era un mal augurio. Acertó. Su madre ordenó que se quedaran en el coche, entró en la casa y pilló a su marido con la primita en plena juerga flamenca. Fue tal la bronca que se montó entre ellos que los invitados salieron despavoridos («alguno rompiendo una ventana para salir por patas», recuerda Bosé), y al cabo de un rato Luis Miguel salió arrastrando literalmente a Lucía hasta el aparcamiento. Ella entró en el coche, y cuando ya estaban saliendo de la finca, Miguel se dio la vuelta y miró por el cristal trasero para decirle adiós a Villa Paz. Y se quedó estupefacto al ver que la casa estaba ardiendo en llamas. Su infancia estaba ardiendo. ¿Quién le prendió fuego? Siempre se ha dicho que fue Lucía, pero en el documental, Miguel insinúa que fue Mariví.

El segundo episodio de 'Bosé Renacido' viaja a Somosaguas, donde vivió hasta que se fue a México. Allí también convivió con el trasiego constante de personalidades del arte y la cultura internacional y, más de vez en cuando, de drogas, pero cuando su padre se marchó, la familia sufrió carencias económicas y Lucía impuso una severa austeridad. «No teníamos calefacción ni agua caliente, y nos compraban los regalos de Navidad a plazos», asegura Miguel, que ya liberado de la sombra de Dominguín comenzó la metamorfosis en estrella del pop, su destino natural. Especialmente cuando se quedó con la casa después de que Lucía se marchara a vivir a Segovia, ya que la convirtió en lo que ahora llamaríamos 'hub' musical. Por allí pasaron infinidad de músicos que iban a ensayar, a grabar, y a desparramar. Algunos durante meses.

La histeria adolescente desatada tras su debut en Florida Park le convirtió en la salvaguarda financiera de la familia. Y poco después entró en su vida Nacho Duato, cuando el bailarín le pidió entrar en su equipo de gira. Su bisexualidad, el deterioro de su relación con su madre, el derribo y reconstrucción de la mansión de Somosaguas dan paso al punto de inflexión artístico de 'Bandido', que le costó su despido de CBS por la ceguera de sus directivos. Tras una promo de lo más 'indie' en México (se llevó 100 LPs y recorrió las radios alternativas hasta que no paró de sonar en todo el país) y su fichaje por Warner, la docuserie analiza profusamente su descenso a los infiernos de las drogas y el asunto de su disparatadísima falsa muerte (ríanse de la de Perales) por SIDA. Que ojo, pudo desencadenar su repudio visceral a las 'versiones oficiales' de los medios de comunicación.

'Bosé renacido' termina con su paternidad, su traslado a México, sus problemas vocales, su ruptura sentimental y la lucha por la custodia de sus hijos. Y ahí, cuando tiene que hablar sobre sus debilidades siendo responsable de cuatro niños, es el único instante en que se desmorona y tiene que parar de hablar por el llanto. Por cuestión de tiempos, en la serie no ha entrado el reciente y muy rocambolesco atraco en su casa. Pero hay dos temas que no se desarrollan convenientemente, y parece haber sido por decisión de Miguel: su negacionismo, y el porqué de su odio visceral a su madre. Sólo podemos imaginar que es su venganza por no haberle dado herramientas para desenvolverse emocionalmente en el mundo.

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