Televidente
El costumbrismo del mañana
«Ahora se estrena la séptima temporada de 'Black Mirror' y ya nos parece una serie costumbrista, con sus rumbas, su minimalismo de Ikea, sus voces artificiales y sus pantallas cada vez más dentro de nuestras vidas»
Médicos que fuman a plena luz del día

Cuando Charlie Brooker estrenó la primera temporada de 'Black Mirror', Instagram acababa de nacer y TikTok no llegaba ni a la condición de sueño: solo Dios sabe a qué dedicaban el tiempo los que no tenían Twitter, aunque sospecho que no estaban leyendo a Vargas ... Llosa. La distopía de Brooker se convirtió muy rápido en un tema de conversación, porque era una serie con vocación de ensayo, de alarma, de ideas. Por entonces, o hablabas del 15-M y del periodismo ciudadano (¿y no es eso Vito Quiles?) o hablabas de 'Black Mirror'. Era el tiempo en el que la utopía tecnológica aún gozaba de prestigio, y cuestionarla era poco menos que sospechoso: era estar contra el progreso, era ser catastrofista. Ahora se estrena la séptima temporada de 'Black Mirror' y ya nos parece una serie costumbrista, con sus rumbas, su minimalismo de Ikea, sus voces artificiales y sus pantallas cada vez más dentro de nuestras vidas.
Hay una constante en los nuevos seis capítulos de 'Black Mirror', y es la de querer remediar lo irremediable: la muerte por tumor cerebral, la desaparición de una estrella de Hollywood, el dolor que te hicieron cuando niña… Son tratos fáusticos, en los que el individuo gana pero el ser humano pierde. Y es en esa negociación donde se decide no qué es la humanidad, sino qué será. Claro que a este lado de la realidad esas decisiones nunca las tomamos nosotros. Las toma la rentabilidad. Nadie te pregunta: ¿qué darías por el poder de convertir cualquier imagen en una viñeta del estudio Ghibli? Simplemente te lo dan y luego alguien decide el precio.
Después de tantos años las ideas de Brooker no sorprenden tanto, así que él sostiene los episodios con historias, a veces con aventuras. El capítulo más bello, sin embargo, es el menos fantasioso ('Eulogy'). Todo sucede en una casa. Un hombre jubilado recibe una llamada: el amor de su juventud ha muerto, y una empresa especializada en reconstruir vidas para funerales le pide sus recuerdos. Él busca en sus cajones y solo encuentra fotos rotas por despecho y un cassette con la grabación de una pieza para violonchelo. Con eso, un asistente virtual le ayuda a hacer memoria y despejar la niebla de los años para volver a ver su rostro por última vez. Si la literatura se inventó un buen día, seguro que fue por el mismo motivo.
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