Oti Rodríguez Marchante
Como fuera de casa no se está en ningún sitio
Algo tendrá el agua pasada de las viejas salas de cine, cuando las flamantes y pujantes plataformas «on line» las bendicen, que dicho en pragmático significa que las quieren comprar. Amazon es una gigantesca empresa de carácter complejísimo pero que se puede explicar de un modo muy sencillo: cualquier cosa que quieras, te la sirve en casa, desde un par de zapatos a una bullabesa o una película. Pues bien, si ahora Amazon compra la AMC Enterteinment, cadena de cines y teatros con más de 11.000 pantallas por todo el mundo, la cosa se complica aún más: en una especie de movimiento hacia atrás, a lo pasito de Chiquito de la Calzada, se garantiza una red de salas de cine para que, pudiendo ver las películas en casa, vayamos a ellas… Un gran invento, pero de principios del siglo pasado.
Como es natural, solo los más iluminados y visionarios pueden prever el futuro de las salas de cine, pero cualquier tipo aburrido y lelo en su sillón sabe cuánto las ha echado de menos tras apenas unos meses de cierre por el confinamiento. Francamente, no creo que el estímulo de Amazon y de otras plataformas por tener salas de exhibición tenga mucho que ver con la añoranza de ir al cine de un mundo sentado en el sofá, sino, sin duda, con asegurarse el poder y el prestigio que le otorga a una gran película una gran sala, arrebatarle a ese bosque que es el «on line» un árbol frondoso que merece ser visto en la singularidad y con la distinción que le proporciona el Cine.
A ver, Señores de las Plataformas, por qué no dar un pasito para adelante: hoy quiero ver esta película, pero no me la sirvan en casa, sino en el cine que me pilla más cerca. ¿Cuál es el problema?, ¿Qué no me la van a servir en gran sala a mí solo?..., no lo creo, pues cada vez que miro algo que comprar en estos «servidores», siempre hay un buen puñado de mirones que quieren lo mismo.
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