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El riesgo moral y otras cuestiones
Los partidos que no aceptan las reglas de juego obtienen incentivos para seguir chantajeando al Estado
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Fue el escritor y filósofo Edmund Burke, considerado padre del conservadurismo británico, uno de los primeros en utilizar el término 'moral hazard' o riesgo moral, que se podría definir como la tendencia de los individuos a asumir mayores riesgos cuando las consecuencias no recaen ... sobre ellos sino sobre otras personas.
Burke criticó con severidad la Revolución Francesa, por lo que ha sido catalogado con bastante simpleza como un pensador reaccionario. Pero se opuso a la guerra contra las colonias americanas en nombre de ese riesgo moral que suponía que una errónea decisión tendría un coste económico y humano que no lo sufrirían los gobernantes sino sus súbditos.
En nuestro país, se recurrió a este concepto cuando las cajas de ahorros tuvieron que ser rescatadas por el Estado en la crisis de 2008. Sus gestores se habían endeudado y acometido una expansión irresponsable porque sabían que las consecuencias no las pagarían ellos de su propio bolsillo.
Abundan los ejemplos de riesgo moral, pero pocos tan obvios como la decisión del Gobierno de Sánchez de condonar 17.100 millones de euros a la Generalitat de Cataluña, el 20 por ciento de su deuda total. Al margen de la asimetría del trato, no hace falta decir que la medida es un incentivo para seguir endeudándose y aumentando el gasto, ya que será el Estado, todos los españoles, quienes asuman la quita.
No vale el argumento de que la condonación será extensiva a otras comunidades porque algunas como Madrid tiene una deuda mucho menor con el Estado mientras que Cataluña, en términos absolutos, es la que más debe al llamado FLA.
La decisión de Sánchez no es sólo una concesión al nacionalismo catalán el mismo día en el que Puigdemont retira la iniciativa sobre la cuestión de confianza. Es también una demostración de que los partidos que no aceptan las reglas de juego obtienen incentivos perversos para seguir chantajeando al Estado.
Lo que les funciona ERC y Junts es la estrategia de apretar a Sánchez para ceder en el último momento a cambio de privilegios, recursos y leyes que, como la de la amnistía, garanticen su impunidad. Su forma de actuar en estos años ha funcionado a la perfección.
Cuando Vietnam era una colonia francesa, el Ayuntamiento de Hanoi aprobó un programa para exterminar a las ratas. Lo que sucedió es que muchos se dedicaron a criar ratas para cobrar la subvención. Este es el inconveniente de los incentivos perversos: que contribuyen a perpetuar los males que se quiere erradicar.
Es obvio que los nacionalistas catalanes harán lo que sea para mantener en La Moncloa a Sánchez mientras esté dispuesto a pagar el precio que ellos exigen. El juego ha devenido en una pura transacción mercantil. Por algo decía Burke que el mayor peligro del poder es el favoritismo en provecho propio.
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