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Tribuna abierta

El gasto de defensa en España y su contribución a la OTAN

No hay que ser muy despierto para concluir que una organización en la que un socio aporta casi el 68 por ciento de los gastos, y decide rescindir el acuerdo, la organización colapsa o asume la pérdida

ABC

Luis Feliu

Según el teniente general Montenegro, cuando el presidente Trump de los EE.UU visitó la nueva sede de la OTAN en Bruselas, en su anterior mandato, preguntó cuanto había costado aquel enorme y extraordinario edificio. Alguien le contestó que 1.000 millones de euros, seguramente de forma aproximada. Trump volvió a preguntar que cuanto había pagado los EE.UU, después de unos minutos, le contestaron que un 40 por ciento. Tengo para mí que el porcentaje debe ser mayor ya que EE.UU asume actualmente algo más del 67 por ciento de los gastos de la Alianza Atlántica. Trump contestó como empresario, no como presidente, que «400 millones para que lo disfruten los europeos y los belgas».

La anécdota pasaría por una más si no fuera por la intención que lleva implícita. Efectivamente, según datos facilitados por la OTAN, EE.UU aporta 860.000 millones de dólares a la Alianza, siendo el segundo aliado Alemania, muy lejos de esa cantidad, con 68.000 millones, algo menos del 8 por ciento de EE.UU. Si ponemos un límite del 5 por ciento de lo que aportan los EE.UU. veremos que solo tres países europeos lo alcanzan: Alemania, Gran Bretaña y Francia en ese orden.

Por encima del 2 por ciento de lo que aporta EE.UU. se encuentran de mayor a menor Italia, Polonia, Canadá, España y Países Bajos. Por último en el 'top ten' aliado entra Turquía. El resto de los 22 países de la OTAN aportan individualmente mucho menos de 10.000 millones. España con sus casi 20.000 millones actuales no está en mal lugar.

No hay que ser muy despierto para concluir que una organización en la que un socio aporta casi el 68 por ciento de los gastos, y decide rescindir el acuerdo, la organización colapsa o asume los casi 900.000 millones que dejarían de entrar. Esto me lleva a pensar que a pesar de todos los dimes y diretes, EE.UU tiene poca o ninguna intención de abandonar la organización de seguridad y defensa mas eficaz en la historia, que además, según un embajador de España, no deja de ser un instrumento de la política exterior de los EE.UU en Europa y frente a Rusia.

Por otro lado está la posición de Gran Bretaña que siendo un país europeo, no pertenece a la Unión Europea, aunque mantenga sus relaciones en materia de industrias de defensa con la Unión, aspecto que no ha abandonado, pero que es aliado de la OTAN y con estrechas relaciones bilaterales con EE.UU y eso es un factor a considerar.

Lo cierto es que los recortes de la administración Trump en gastos superfluos están siendo considerables tanto en su estructura como en sus aportaciones a las organizaciones internacionales. Por ello, en un escenario nada irreal, que ese 67,77 por ciento de aportación a la comunidad aliada se quede en un 51 por ciento, estimación razonable para ser mayoritario, supondría para los aliados europeos subir un 20 por ciento, es decir, 254.000 millones más en el presupuesto OTAN.

No habrá pasado desapercibido que me refiero al presupuesto conjunto de la Alianza, no a los presupuestos nacionales de defensa que se pretende alcanzar al menos el 2 por ciento, porcentaje al que ocho aliados de los 32 no llegan, entre ellos España. El problema de referir la inversión en defensa en porcentaje del PIB es que si éste crece, en el caso de España principalmente por gasto publico del Estado y deuda pública, no representa el esfuerzo realizado a costa de endeudamiento.

Según Félix Arteaga, investigador del Real Instituto Elcano, siendo España el último país en inversión en Defensa de la OTAN en términos de porcentaje de PIB (1,28 por ciento), sin embargo es el sexto de 32 en presencia militar en misiones OTAN y en capacidad de proyección de fuerza. Además invierte el 30 por ciento del presupuesto de defensa en equipamiento militar por delante de EE.UU., Dinamarca, Alemania, Francia e Italia y según parece invierte bien.

Esto significa que la contribución a la Alianza debería incluir no solo el porcentaje en los gastos de la OTAN, España ocupa el octavo lugar de 32 con casi 20.000 millones, sino los gastos producidos y asumidos por las naciones, no por OTAN, en las misiones de la Alianza. Siendo España la sexta nación de 32 en aportar capacidades militares a esas misiones.

Por otro lado, la Alianza Atlántica es una organización donde empresas de los países aliados realizan grandes contratos y reciben notables beneficios. España no está precisamente en la lista de empresas nacionales que son contratadas por la OTAN. En consecuencia, si ponemos en una balanza las contribuciones españolas al presupuesto, más las capacidades militares en misiones aliadas y los reembolsos o beneficios de las empresas contratadas por OTAN, el resultado es, en términos comerciales, un mal negocio, pero no para todos, teniendo en cuenta que otras naciones aliadas reciben reembolsos al tener cuarteles generales, Agencias y Organismos aliados en su territorio y beneficios empresariales nada desdeñables que pagan las 32 naciones, especialmente EE.UU.

SOBRE EL AUTOR
Luis Feliu

es General de División (R)

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