POSTALES
La segunda Transición
Ayer, fue el propio Pedro Sánchez el que anunció un cambio de régimen
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Nos disponíamos a presenciar un duelo entre un profesor de vuelta de todo con un farsante profesional cuando nos llega la gran sorpresa: de lo que se trata es de anunciar la segunda Transición. No han leído mal, del anuncio de un cambio total, ya ... en marcha, que no va a dejar España, política, económica y socialmente que no la conozca ni la madre que la parió, como vaticinó en su día Alfonso Guerra cuando el PSOE obtuvo la mayoría absoluta y, al parecer, no llegó a tener lugar pese a habérsela jaleado abundantemente durante las cuatro décadas transcurridas. Lo que obliga a su sucesor actual en la Moncloa a poner manos a la obra. Fue el propio Pedro Sánchez quien lo anunció con esas palabras y maneras que se gasta con los asuntos delicados, que pueden estallarle en las manos. Se trata de un cambio más amplio y profundo que aquel que convirtió la dictadura en democracia, es decir, de un cambio de régimen, y por tanto afecta a su estructura territorial como a sus prioridades, leyes, valores e incluso historia, a la que se la da una nueva memoria, como a un ordenador o, más pronto que tarde, a un cerebro humano.
Pero vayamos por partes para no perderles. Santiago Abascal, como podía esperarse de él, atacó a la bayoneta desde el primer instante. Desde los favores a los secesionistas a la juergas en puticlub, pasando por la anulación de los delitos de sedición y malversación, junto al asalto a las instituciones del Estado; no dejó títere con cabeza. Como se esperaba no produjo tanto efecto. Extrañó en cambio la respuesta del presidente, por la espalda. En vez de responder, mostró su extrañeza de que no hubiera presentado alternativas a todo ello. Olvidando que una moción de censura es para impugnar, condenar la tarea de un gobierno. Pero pedir coherencia a un individuo como él es pedir milagros. Luego, sí, sacó su lista de éxitos, desde la reforma de las pensiones a la buena marcha de nuestra economía, que va mejor que la alemana. Ni que decir tiene que ese futuro color de rosa, o más bien verde, depende en buena parte de que los alemanes sigan costeándolo.
La intervención de Tamames se atuvo a lo previsto. Como si estuviese explicando una lección de política económica, repasó los errores del Gobierno y las graves consecuencias que pueden tener para el país, con el paisaje de hace un siglo como fondo. Sin alzar la voz dijo que la Guerra Civil empezó con el alzamiento del PSOE en 1934, cuando Asturias y Cataluña se levantaron contra la República. Aunque deseó que la historia no se repitiera.
Como si no le hubiese oído, Yolanda Díaz cargó a continuación, no ya contra Tamames, sino contra la el PP, al que acusó de pactar con Vox un plan para impedir que el Gobierno complete sus reformas, que resumió como «alcanzar la felicidad para los españoles. La transformación ya está en marcha, el futuro no es lo que va a pasar, sino lo que está pasando». Se lo entrecomillo para que no haya dudas. Quien estaba presentando la moción de censura era la ministra de Trabajo. No sé ustedes, a mí siempre me han hecho sospechar los que prometen felicidad.
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