el contrapunto
Aldama, Errejón, Otegi, Puigdemont
Pedro Sánchez es el epicentro de una trama de corrupción que emana de su persona y se resume en esos cuatro nombres
La banda de Sánchez
Sánchez-Ayuso, historia de una obsesión
El listado de nombres que encabeza esta columna engloba prácticamente todas las modalidades posibles del envilecimiento humano y político. Aldama, Víctor, «nexo corruptor» del escándalo PSOE, tal como lo denominan los informes de la UCO, encarna el prototipo del advenedizo enriquecido a costa de ... arrimarse al poder y sobornar a sus eslabones más vulnerables con dinero procedente de nuestros bolsillos, previamente obtenido mediante la tramitación de favores, rescates, contratos y negocios varios gestionados para entidades privadas merced a sus contactos en las administraciones públicas. Un tipo turbio, carente de principios o ideología, experto en detectar las debilidades de sus objetivos, desde la afición a las prostitutas caras (Ábalos) hasta los delirios de grandeza académica (Begoña), y satisfacerlas con espíritu servil antes de presentar la correspondiente factura. Un vulgar trepa encumbrado por su alter ego de Ferraz. Errejón, Íñigo, portavoz de Sumar en el Congreso hasta su fulgurante dimisión acaecida tras salir a la luz su auténtica naturaleza sexual, representa la hipocresía elevada a la máxima expresión. La más absoluta doblez. El predicador del ultrafeminismo inquisidor, el abanderado del «sólo sí es sí» y del «hermana yo sí te creo», era en la intimidad un machista grosero, carente del menor respeto por las mujeres, aficionado a poner en práctica sus fantasías de porno cutre y encantado de abusar del atractivo que ejercía sobre cierto tipo de señoras por sus cargos y apariciones en televisión. No me atrevería a tildar esas conductas de delictivas, salvo que medie violencia, pero él y su partido se empeñaron en que lo fueran y ahora esos chulos de barra se enfrentan a penas de cárcel. Ni «heteropatriarcado» ni «liberalismo» ni demás monsergas pseudoprogres. Errejón ha demostrado ser un rijoso de manual, incapaz de contener sus impulsos. Un cerdo.
Lo de Otegi, Arnaldo, alias 'Gordo', es mucho peor. Hablamos de un terrorista, condenado por secuestro y pertenencia a banda armada, que alardea de tener cogido al presidente por sus partes blandas para obligarle a sacar de prisión a los peores asesinos de ETA a cambio de aprobar sus presupuestos. Un criminal cuyas manos chorrean sangre, que jamás ha renegado de sus actos ni mostrado la menor empatía con las víctimas. Escoria. Y así llegamos a Puigdemont, Carles, en quien confluye la condición de golpista con la de cobarde fugado de la justicia para eludir responder por sus actos. Un supremacista declarado, profundamente insolidario, de derecha extrema, anti español y enemigo de la igualdad, cuyos siete votos decisivos le han valido una amnistía incompatible con la dignidad.
¿Qué relación guardan esos sujetos entre sí? Su estrecha vinculación con el sanchismo. Pedro Sánchez es el epicentro de una trama de corrupción política, económica y moral, que emana de su persona y se resume en esos cuatro nombres.
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