sin punto y pelota
Los plazos de la democracia
En una década, se pasó del dibujo a la inauguración, en una España muy pobre
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Alegría por bulerías
Hace dieciséis años, María Jesús Montero, consejera entonces de Salud de la Junta de Manuel Chaves, prometió que Málaga tendría un hospital nuevo que sería «referencia del Sur de Europa». Desactivaba así las movilizaciones callejeras de pancartas y sociedad civil que lo exigían. Transcurrido ... este tiempo, la socialista es ministra de Hacienda –para pasmo de muchos médicos andaluces que la sufrieron de consejera– los malagueños siguen acudiendo a un hospital, el Carlos Haya, que inauguró Franco en 1956. El centro sanitario, eso sí, se llama ahora Hospital Regional de Málaga porque no podía llevar el nombre de un aviador que murió en el bando nacional en la guerra civil. Borrar su nombre de los papeles, que no del habla popular, no ha aliviado a los pacientes más pacientes del sur de Europa.
El periplo del nacimiento del Carlos Haya es parejo al de otros grandes hospitales franquistas que siguen funcionando. En 1946, la Caja Nacional del Seguro de Enfermedad convocó un concurso de arquitectura para el diseño de proyectos-tipo de residencias sanitarias. Antes, viajaron a EE.UU. tres personas a copiar ideas de los hospitales más modernos para que, además de incorporar todas las funcionalidades necesarias en la asistencia médica, pudieran ser fácilmente ampliables. Los proyectos finalistas se expusieron en el Círculo de Bellas Artes. En una década, se pasó del dibujo a la inauguración, en una España muy pobre. En nuestra democracia, con tanta competencia repartida, en dieciséis años no se ha puesto el primer ladrillo del nuevo hospital. No lo hizo el PSOE del tardochavismo, muy ocupados en cosas como enchufar a los suyos en la Faffe, pero tampoco ha avanzado a buen ritmo el PP de Juanma Moreno, casi seis años ya en el poder. No es descabellado pensar que las obras puedan finalizar en 2030, como la agenda: nos dirán que está alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y su chapita de colores en la solapa, que promueve la igualdad de género, el acabar con la pobreza y la paz en el mundo. Veintidós años después de que Montero lo prometiera.
Si algún politólogo quiere profundizar en las razones de la desafección de algunos por nuestro sistema político quizá debería empezar a mirar ahí. No sé si esto me valdrá una amonestación de la nueva ley de memoria democrática, justo por hacer un poco de memoria de dictadura. Cierto es que, cuanto más tarden en construir, menos quedarán vivos para poder decir que el franquismo fue capaz de levantar las principales ciudades sanitarias en muchas capitales de provincia. En la web de la Fundación Francisco Franco cuelga el artículo 'Construir 34.000 camas hospitalarias en España. El reto del Plan Nacional de Instalaciones Sanitarias (1942-1982)'. Quieren chaparla, pero ese texto también está en la revista 'Informes de Construcción', del CSIC. No creo que consideren que es apología del franquismo. 'Factos', dicen ahora los adolescentes. Hechos. Historia, que no memoria.
Se pueden alabar ciertos aspectos de la dictadura y condenar otros. No te explota la cabeza.
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