«No nos olvidéis»

Fran Tena es policía municipal en Don Benito (Badajoz) y patrulla armado (oficialmente) por Paiporta en labores de seguridad ciudadana y control del tráfico. Está orgulloso y se emociona cuando ejerce de «psicólogo» con los vecinos que se desahogan y lloran de agradecimiento. Como se me acercó ilusionado un madrileño, jubilado, que duerme en su furgoneta tras pasar el día arreglando grifos, enchufes, desagües y tomas de antena. Y se rompe a llorar cuando rechaza la paga de quien no tiene nada.

Y esas tres chicas, Raquel, Aitana y Ainara, que sacan adelante una ludoteca por turnos para los niños de Paiporta. De entre 19 y 21 años, orgullosas de su pueblo y de su vocación entre las paredes húmedas de un garaje arruinado casi para siempre. «Mejor que estén aquí con nosotras porque lo que hay fuera no es muy agradable para niños tan pequeños». Se referían a los soldados rompiendo barro endurecido, los camiones cisterna vertiendo aguas fecales a la rambleta, los sanitarios repartiendo botiquines, al polvo irrespirable, las ratas, las colas de comida caliente...

Y ese Marcelino y esposa que refugiaron en su casa, aquella noche, hace un mes, a Pilar 'la del yoga', a Jesús 'el zapatero', a tres chicos medio ahogados y a la familia de chinos del bazar... y que hoy les vuelve a abrazar en su balcón.

Un mes después de la catástrofe de la DANA confirmo, porque me embarré entonces y lo he pateado ahora, que no funcionó nada. Ni la predicción, ni las alertas, ni la reacción inmediata. De ahí la desesperación, la resignación, el llanto arruinado y la quiebra de cientos de miles de valencianos entre el fuego y el agua. Entre las cañas y el barro. ¿Y sabe qué? Todos y cada uno de los vecinos de Masanasa, Torrent, Paiporta, Catarroja, Alfafar o Aldaya... todos concluyeron su pena con un ruego: «Por favor, no nos olvidéis».

PD: Y pongo la tele, enciendo la radio o entro en el periódico y veo a Sánchez aclamado y engreído; a la banda de los ERE despiporrándose y a cientos de pelotas aplaudiendo como súbditos (y súbditas). Y se me cae el alma a los pies pensando en el frío y la humedad que va a hacer esta noche en las riberas del río Magro o del barranco del Poyo mientras lloran a 230 muertos y buscan aún a cuatro desaparecidos.