bala perdida
Un tal Breton
Ningún monstruo imaginado supera a este reptil con deneí, que mató a dos ángeles
Lumis y cigalas
Mirones de Miró
Por una punta del momento, entre las señoritas aludidas y el infinito Mazón, nos asoma José Breton, ese tísico de ánimo que mató a sus dos hijos, allá en el 2011. Y ha asomado dentro de un libro de Luisgé Martín, titulado 'El odio', ... no alegremente. Ahí se recogen algunas notas epistolares que Breton remitió en su día a Martín, donde se aúpan palabras como éstas: «Tenían que morir sin sufrimiento y que los cuerpos no se pudieran encontrar». De modo que un escritor, Martín, se encontró de pronto al monstruo con el deneí al aire, un tal José Breton, sin necesidad de la fantasía de la ficción, que yo creo que nunca llegaría a superar el virtuosismo de maldad de este filicida de verdad, concreto y espantoso, con su carita insoportable de recién resucitado, con su voz escuálida de chisgarabís que mata sin moverse de un único gesto. Le cayeron a Breton 40 años, y ahora ha salido un rato de la cárcel sin salir, para confesar al detalle en un libro un crimen doble en el que se ató la violencia vicaria hacia la madre, cuando aún no usábamos la acuñación violencia vicaria para aquellos que dejan más víctimas de las que avala el forense. Sospecho que no tenemos en la hemeroteca nacional un asesino más despreciable, y perdonen la tautología. En su caso, se anuda la premeditación con la barbarie, el teatro con el ensañamiento, porque sostuvo la mentira del crimen mucho tiempo, ante el sufrimiento terminal de una madre, cuya vida también se fue, con la de sus hijos calcinados. Nos pudo parecer ficción, un asesino de tanto cálculo, pero era, en rigor, un zángano corriente, con su polo y todo, que llevaba de alma la voluptuosidad del mal. A Luisgé le ha confesado que a punto estuvo de que no le descubrieran, con lo que así nos advierte Breton de que aún en su ánimo prosperó el anhelo de haber rematado el crimen perfecto. A veces, la peor vida se parece a una buena novela. Un asesino como Breton sólo puede concebirse desde Breton mismo. Ningún monstruo imaginado supera a este reptil con deneí, que mató a dos ángeles.
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