lente de aumento
«Pussy Abascal»
En medio de purgas y 'vendettas' de partido viejo, Trump bendice al líder de Vox y suena a maldición
¿Dónde estabais, hermanas?
¿Qué tal si fracasamos?
Vox tiene un problema y se llama Trump. Entiendo el subidón cuando el mandamás de lo tuyo señala ante todo el orbe que estás haciendo un gran trabajo. Lógico que te lleves la mano al pecho y sonrías henchido de satisfacción. Es guay sentirte ... parte de algo que se supone muy grande y, de alguna manera, tener la sensación de que formas parte de la historia que vendrá, aunque sea como subalterno. Otros no lo logramos ni por asomo. Hay quienes incluso, como el Nerón monclovita, reclaman sin pudor entradas dopadas en la Wikipedia y, a poco que nos despistemos, fabularán con su nombre impreso en letras de oro en parques, avenidas, plazas y hasta estadios: «En memoria del hombre que disolvió España».
Cuando eres de Bilbao y no de Oklahoma, chirría un poco ese culto al líder guiri porque parece que hay confianza ciega, casi devoción y éxtasis, como cuando la Chiqui se partía la camisa porque su ídolo amagaba, en empalagosa y tramposa carta al vulgo, con dejarlo todo por amor... a sí mismo.
Entiendo que entre partidos hermanos no es cosa de pisarse la manguera y quizá toque morderse la lengua hasta sangrar con tal de no aguar el momento euforia que se vive en el 1.600 de la avenida de Pennsylvania de Washington; Balcarce 50 de Buenos Aires o la calle Bambú en Madrid. Pero, Santiago, lo que no puedes parecer nunca es una franquicia porque ahí se te ve muy, muy pequeño. Y muy incoherente, que Putin ya mostró su querencia a agitar Cataluña para hacer tambalear España.
Vox se vendió como otra cosa, y convenció a muchos con un discurso que señalaba las debilidades y complejos del PP. Ahora, en medio de purgas y 'vendettas' internas propias de partido viejo, Trump te bendice y suena a maldición. No digo que no compartas mucho con él, que su histrionismo te parezca un camino válido para alcanzar las metas impuestas, pero ¿ni un poquito de motosierra dialéctica ante sus desbarres?; ¿nada que decir de su hermanamiento con Putin?; ¿silente ante los aranceles?; ¿mudo ante la barrabasada inmobilaria para Gaza?; ¿Ucrania tiene lo que se merece y Zelenski es un dictador? Comprar el menú completo del Ala Oeste sin rechazar alguno de los platos recocidos puede derivar en atracón indigesto.
Es verdad que lo que ofrece esta Europa en estado de 'shock' tras sestear en su autocomplacencia no es para enorgullecerse, pero los amores apasionados duran lo que las burbujas del primer champán. Pasado un tiempo, la cosa se va enfriando y ves los defectos inmensos del galán al que cortejas. Ahí, claro, surge el problema de que se te caiga del pedestal y, a lo peor, cuando quieras dejarlo sea él quien se suba otra vez al estrado para espetarte un «pussy, Obascal», a lo Bannon. Prefiero al tipo corajudo que miraba hacia dentro y señalaba defectos patrios, así lo fustigara y amenazara la jauría etarra, y no al palmero que ríe las (des)gracias del presidente que para hacer América más grande se relame con una Europa vapuleada, una Ucrania saqueada y a un sátrapa sanguinario de socio comercial.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete