Trump trata de recuperar la iniciativa: idilio con Musk, más mítines y más inversión

Harris está subida a la ola de lo que en EE.UU. se conoce como el 'hype': la excitación, el bombo, la atracción que ha provocado su candidatura, un alivio para los demócratas frente a la depresión que suponía Biden. Está por ver cuánto de ello es un globo hinchado por los medios, por la maquinaria electoral demócrata y por el escapismo de Harris a la hora de responder a preguntas de la prensa y de los votantes.

De puertas afuera, Trump se muestra confiado en que Harris no es rival para él. De puertas adentro, su campaña se toma en serio el cambio de dinámica. Se está comprobando esta semana con el regreso de Trump a X -la red social antes conocida como Twitter- de la mano de su dueño, Elon Musk; y con un apretón en el acelerador de su campaña, con mítines en estados clave que antes no estaban previstos y con nuevas inversiones millonarias en anuncios televisivos que se emitirán en esos territorios que deciden la elección.

Después de más tres semanas con toda la atención puesta en Harris, Trump se la robó el lunes por la noche -la madrugada de ayer en España- con la ayuda de Musk, confirmado como un apoyo sólido del expresidente en su intento por recuperar la Casa Blanca. Ambos celebraron un encuentro en Spaces, la plataforma de audio en directo de X, que debía ser el regreso triunfal de Trump a esta red social.

La entonces Twitter fue una herramienta central en la campaña de 2016 y durante su presidencia. La cuenta de Trump se convirtió en la plataforma política más influyente, una forma de comunicarse de forma directa con sus seguidores y, al mismo tiempo, controlar el ciclo informativo de la prensa tradicional con mensajes y anuncios polémicos.

Aquello se rompió en enero de 2021, cuando Twitter suspendió la cuenta de Trump por sus mensajes durante el bochornoso y trágico asalto al Capitolio por una turba de sus seguidores. Musk, convertido en adalid de la libertad de expresión, compró la compañía en 2022 y una de sus primeras decisiones fue devolver la cuenta a Trump.

El expresidente, sin embargo, apenas la ha usado. Tras su suspensión, buscó una manera de monetizar a sus enormes bases de seguidores y, a la vez, mantener su presencia pública y creó su propia plataforma, Truth Social.

La relevancia y la proyección de X, donde Trump tiene casi 90 millones de seguidores, es mucho mayor a las de Truth Social (7,5 millones). Hasta este lunes, Trump solo había compartido mensajes en una ocasión en X desde 2021, cuando hace algo más de un año publicó la foto de su registro policial tras su imputación en Georgia.

El lunes, para calentar el encuentro con Musk, publicó media docena de vídeos propagandísticos. Ahora está por ver si este es el punto de inflexión en la campaña que requiere que Trump vuelva a X, aunque eso suponga tirar piedras contra su propio tejado y rebajar el peso que tiene Truth Social.

Los problemas técnicos evitaron que fuera un regreso triunfal de Trump a X. La emisión se tuvo que retrasar más de cuarenta minutos, algo que Musk achacó a «ataques informáticos» y deslizó que podían venir de los rivales demócratas. Pero no hay de momento evidencias de que ese ataque existiera y X ya ha dado muestra en el pasado de fallos en eventos similares, como en la presentación el año pasado de Ron DeSantis, gobernador de Florida, como candidato republicano a la presidencia.

En el arranque, Musk advirtió de que no sería una «entrevista», sino una «conversación». Y cumplió: no incomodó con preguntas difíciles -aborto, Capitolio, aceptación de resultados- a Trump, que repasó los temas habituales que trata en sus mítines: la economía, la inmigración masiva, la radicalidad y la incompetencia de Harris, su fortaleza en política exterior, la advertencia de que si él no gana «se acaba EE.UU.», etc. Todo trufado con las también habituales falsedades y exageraciones con las que Trump llena sus discursos y que Musk no corrigió. Ni siquiera en las que conoce bien, como cuando Trump dijo que les estaban escuchando 60 millones de personas (eran 1,1 millones) o cuando pronosticó que la subida del nivel del mar por el cambio climático será de «un octavo de pulgada (0,31 centímetros) en los próximos 400 años» (Musk es un medioambientalista que dirige Tesla, un gigante del coche eléctrico).

El aldabonazo digital de Musk tendrá continuidad esta semana en el mundo real. Trump había bajado mucho el pistón en la caravana electoral y eso va a cambiar. La pasada semana, solo dio un mitin en Montana, un territorio amigo. Y hace unos días aseguró que no pensaba hacer mucha campaña hasta después de la Convención Demócrata, que arranca el próximo lunes en Chicago. Eso ha cambiado: Trump aparecerá hoy en Carolina del Norte, un estado donde los demócratas solo han ganado una vez desde 1976 (la primera campaña de Obama en 2008), lo que da muestras de que los republicanos no las tienen allí todas consigo. Y el sábado acudirá a uno de los estados más decisivos, Pensilvania.

Este mismo lunes, la plataforma de recaudación electoral más importante de Trump, MAGA Inc., anunció que invertirá cien millones de dólares en anuncios televisivos en los siete estados que se consideran clave (Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Nevada, Georgia, Arizona y Carolina del Norte). Todo un despliegue de fuerza para intentar neutralizar a Harris y el nuevo empujón que se prevé que reciba en la convención en Chicago.