Una parte de Irán se quita el velo dos años después de la muerte de Amini
La muerte de la joven kurda a manos de la policía de la moral provocó una oleada de protestas que se han aplacado y cuyo legado es el desafío de cada vez más mujeres al uso obligatorio del hijab
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Dos años después de la muerte de Mahsa Amini a manos de la policía de la moral, las protestas se han silenciado en las calles de Irán, pero el pulso se mantiene gracias al desafío diario de muchas mujeres que salen a la calle ... sin velo. El régimen no quiere que se repita lo sucedido en el primer aniversario, no desea altercados en esta fecha señalada en el calendario de las miles y miles de personas que en estos 24 meses han protestado en la república islámica bajo el eslogan de «mujer, vida y libertad». Una fecha en la que la premio Nobel de la Paz, Narges Mohammadi, y otras 33 prisioneras políticas han iniciado una huelga de hambre en señal de protesta «contra las políticas represivas del gobierno», informó Mohammadi en su Instagram.
Masha Amini, de 22 años, fue detenida en Teherán por no llevar bien puesto el velo y la indignación y la rabia tras conocer su muerte en dependencias policiales encendieron la oleada de protestas más importantes de la historia de la república islámica. El uso de hijab es obligatorio en Irán desde el triunfo de la revolución islámica y patrullas especiales se encargan de velar por esta norma que es una de las líneas rojas para los ayatolás. A las pocas horas de la detención, la joven fue ingresada en un hospital, donde certificaron su fallecimiento.
En su ciudad natal, Saqqez, los medios de la oposición aseguran que hay un fuerte despliegue policial y que ni sus padres tienen permiso para visitar la tumba. Según los datos que ofrecen organismos de derechos humanos, unos 500 manifestantes perdieron la vida por disparos de las fuerzas del orden, hubo miles de detenidos y diez de los encarcelados han sido ejecutados en la horca. «Innumerables personas todavía se están recuperando de las consecuencias de la brutal represión de las autoridades», denunció la directora regional adjunta de Amnistía Internacional (AI) para Oriente Medio y el Norte de África, Diana Eltahawy.
La versión oficial defiende que la muerte de Amini «no fue causada por ningún golpe en la cabeza ni en las extremidades» sino que estaría relacionada con «una intervención quirúrgica por una lesión cerebral a la edad de 8 años» que habría sufrido la joven. La familia nunca ha aceptado esta versión, el padre reveló que el cuerpo presentaba contusiones y repitió que su hija estaba en «perfecto estado de salud» cuando se produjo la detención.
La gravedad de las protestas reabrió el debate sobre la obligatoriedad del velo, pero el núcleo duro del régimen no quiere cambios y la norma se mantiene. La llegada de un presidente reformista como Masoud Pezeshkian no alterará esta norma, aunque sus votantes confían en que se flexibilizarán los controles en grandes ciudades como Teherán, que es donde se percibe la presencia de mujeres sin velo. Irán es un país complejo donde una parte de la población defiende al régimen y otra lo sufre. Ambos lados conviven en las mismas calles, pero son mundos diferentes.
Siete semanas después de su victoria en las urnas, Pezeshkian ofreció su primera rueda de prensa como presidente del país. Pese a coincidir con el segundo aniversario de la muerte de Amini y el estallido de las graves protestas, el dirigente iraní no hizo alusión al caso. Pezeshkian se centró en la crisis abierta por la guerra en Gaza, dijo que el mundo debe detener el «genocidio» que Israel está perpetrando en la Franja, pidió «unidad entre el mundo musulmán» y negó el envío de misiles balísticos hipersónicos a los hutíes de Yemen.
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