Inuit, niños tutelados y suicidios: las conversaciones pendientes en Groenlandia
![Inuit, niños tutelados y suicidios: las conversaciones pendientes en Groenlandia](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2025/02/16/Groenlandia2-kqpE-U70262424539gp-1200x672@diario_abc.jpg)
Hay asuntos sin abordar en la isla más grande del mundo y el órdago estadounidense de Donald Trump no es uno de ellos. El legado de los indígenas y el dominio danés pesan en la cultura y estilo de vida local
Los habitantes de Nuuk, la capital de Groenlandia, ante el desafío de Trump
«Trump puede comprar Groenlandia si con eso pago menos impuestos»
El desafío del presidente Donald Trump se suma a la lista de asuntos pendientes en Groenlandia. Hablamos con cuatro groenlandeses sobre tres grandes temas que les atañen: la protección del legado Inuit, las acusaciones a Dinamarca por la retirada de custodia a padres y madres ... groenlandesas y la alta tasa de suicidios. Tres conversaciones que la población de la isla afronta en mayor o menor medida mientras debate sobre su vínculo con Dinamarca y el interés de Estados Unidos.
A Betty se le saltan las lágrimas al recordar sus raíces inuit. Lleva gafas de ver redondas, de color dorado, y varios tatuajes tradicionales en la cara. Tres puntos alineados a la altura de cada uno de sus ojos y una linea fina de color negro en la barbilla. Los puntos, dice, simbolizan el equilibrio entre el alma, el cuerpo y la mente. La línea, por su parte, es el símbolo tradicional inuit (término que hace referencia a los pueblos nativos de Groenlandia y Canadá) con el que las mujeres se marcaban para indicar que estaban listas para abandonar el hogar familiar.
Betty, que se presenta como «madre y esposa», es una de las 57.000 personas que viven en Groenlandia, la isla que ha acaparado la atención de medio mundo en las últimas semanas por la intención verbalizada del presidente de Estados Unidos, Donald Trump,de comprarla. Este vasto territorio dependiente de Dinamarca tenía sobre la mesa algunos retos importantes pendientes de resolver. El de Trump es uno más y puede que no el que más importe a sus ciudadanos.
«Casi perdemos nuestra lengua pero estamos peleando para mantener nuestra cultura», cuenta Betty, que se queja del excesivo uso del danés y reivindica el idioma local en un país en el que, según datos del año 2020, el 88 por ciento de la población es inuit, mientras que el 70 por ciento habla groenlandés. Pese a ello, todos los documentos oficiales deben contar obligatoriamente con una versión en danés. «Mi trabajo no está completado hasta que hago la versión danesa», cuenta una asesora política a este periódico.
Betty tenía un apellido danés, Antonsen, pero lo cambió por su nombre original, Siorak, de raíces groenlandesas. «Cuando era adolescente me avergonzaba ser inuk (término singular para inuit). En el colegio o mis abuelos me decían que tenía que hablar danés o comportarme como una danesa, pero yo no podía», cuenta mientras saca algo de carne de foca para compartir en un pequeño recipiente transparente. Lo acompaña con té y pescado deshidratado.
La huella danesa en la capital es visible. Banderas con la cruz blanca ondean en el casco antiguo, los menús de las cafeterías cuentan con su pertinente traducción al danés y una estatua dedicada a Hans Egede, el misionero fundador de Nuuk, corona una loma del antiguo puerto. La huella es también una herida abierta.
«Mis antepasados no pudieron defenderse, tenían el alma pura y un corazón acogedor», relata Betty entre lágrimas. «Quiero luchar por mis ancestros».
Pruebas para la custodia
Las nuevas generaciones groenlandesas también son foco de disputa con Dinamarca. Desde la mayor isla del planeta, un grupo de mujeres se manifiesta por las calles de la capital para pedir justicia. Se refieren a los niños locales que se encuentran en centros de acogida después de que Dinamarca retirara la custodia a sus padres basándose en unos test psicológicos.
«Nos solemos encontrar con padres que realizan estos exámenes en danés a pesar de que su primera lengua es la groenlandesa», comenta Najannguaq, vicepresidenta de la asociación Sila 360, que ofrece asistencia a los groenlandeses que se enfrentan a estas pruebas de aptitud parental que exige la administración danesa en su territorio.
La diferencia lingüística unida a la cultural convierten estas pruebas en auténticos laberintos para las familias groenlandesas. «Han sido adaptadas a la cultura escandinava o danesa. Hay muchos prejuicios con los groenlandeses, con temas como el consumo de alcohol o el incesto», afirma Najannguaq.
Como resultado, según datos oficiales, en 2022 el 5,6% de los niños de origen groenlandés expuestos a estos test fueron retirados de la tutela de sus padres. Un dato que contrasta con el de los niños de origen danés, que no supera el 1%.
Es el caso de Pilunnguaq, una madre groenlandesa que perdió en 2020 la custodia de sus tres hijos. «A mi hija pequeña la vi por última vez en diciembre. Estaba muy nerviosa por verme, cuando lo hizo solo me preguntó cómo me llamaba», cuenta emocionada. A sus hijos Pilunnguaq los puede ver dos horas cada catorce días. Aprovecha esos momentos para dibujar con ellos o abrir los regalos de Navidad. «La última vez fuimos al centro comercial, era la primera vez que iba mi hija mayor, fue muy especial», añade sollozando.
El impacto psicológico es sobresaliente y se hace notar, según comenta Najannguaq. «Hemos visto a niños de 6 años con conductas suicidas después de ser separados de sus padres, también a adultos desarrollar adicciones al alcohol. Se convierten en el cliché que dibuja Dinamarca», asegura.
«Cuando me dijeron que no vería a mis hijos en dos años no sé lo que sentí. No veía vida más allá de eso, no comía, no dormía. No quería existir más», sentencia Pilunnguaq.
Son las cinco y comienza a atardecer en Nuuk. La ciudad mantiene su habitual silencio, que se interrumpe al acceder al pabellón deportivo de un colegio del centro de la ciudad. Dentro, Anguteeraq golpea un saco de boxeo con precisión. Lleva un par de guantes rojos gastados, atados con un cordón blanco. El impacto de los puños produce un estruendo seco, rítmico.
![Imagen principal - Inuit, niños tutelados y suicidios: las conversaciones pendientes en Groenlandia](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2025/02/16/Groenlandia1-kqpE--758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Inuit, niños tutelados y suicidios: las conversaciones pendientes en Groenlandia](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2025/02/16/Groenlandia4-kqpE--464x329@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Inuit, niños tutelados y suicidios: las conversaciones pendientes en Groenlandia](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2025/02/16/Groenlandia6-kqpE--278x329@diario_abc.jpg)
Anguteeraq fluye concentrado, en calma en plena batalla. «El boxeo me dio el deseo de luchar por algo», relata pausadamente.
Anguteeraq se enfrenta a sus propios temores. Con dieciséis años comenzó a experimentar conductas suicidas y a autolesionarse. Recuerda el origen de todo: «Mis padres decidieron que teníamos que mudarnos a Ilulissat. Allí fue donde empecé a sentirme solo», confiesa. Ilulissat es una pequeña ciudad groenlandesa de apenas 300 habitantes que se encuentra a quinientos kilómetros al norte de Nuuk. Una distancia que en el contexto climatológico y geográfico de la isla supuso en su caso la diferencia entre formar parte de algo o estar aislado.
Su caso no es anecdótico. Según datos de 2022 recabados por el Consejo Nórdico, la organización de cooperación que reúne a los países nórdicos, Groenlandia es el territorio con mayor tasa de suicidios –se dan 70.7 casos por cada 100.000 personas–. «Es nuestro problema número uno», afirma el hombre con contundencia.
Deporte frente a soledad
En el caso de Anguteeraq, dejó a sus amigos de toda la vida, lo que le hizo sentir cada vez más solo. «Empecé a realizarme cortes a mí mismo», narra. Lo hizo desde los 18 a los 22 años. «Estaba trabajando constantemente, bebía y me costaba dormir. Salía de fiesta para apagar el dolor», se sincera de una manera asombrosa.
![Inuit, niños tutelados y suicidios: las conversaciones pendientes en Groenlandia](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2025/02/16/Groenlandia3-kqpE--760x427@diario_abc.jpg)
Sin embargo el boxeo, el deporte que comenzó a practicar cuando era niño, fue el que acabó por salvarle, el que volvió a despertar en él la idea de vivir. Lo hizo al regresar a la capital, obligado por un amigo: «De repente me vi haciendo lo que me gustaba, ahí el boxeo hizo florecer los recuerdos de mi infancia. El deseo de luchar, de luchar por un día más».
Pese a lo escalofriante de los datos, en el país del frío, el silencio se extiende también sobre el suicidio: «Los jóvenes han comenzado a hablar sobre el suicidio, eso es bueno porque se han abierto y están rompiendo el tabú». También lo hace él al contar su historia.
«Sientes que la vida te ha golpeado muy duro, tu mochila se va llenando y no puedes cargar más con ella. No puedes huir de ese trauma». Pero se puede.
Guarda los guantes y se cala el gorro hasta las orejas. Fuera es de noche y vuelve a su casa atravesando la luz tenue de las farolas. A por un día más.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete