¿De dónde viene en realidad el lema de Tanto monta de los Reyes Católicos?
Se considera al maestro Antonio de Nebrija como el responsable de que el Rey Fernando tomara el nudo como símbolo (yugo con una cuerda suelta) junto al mote «tanto monta»
Reyes Católicos: la dinastía que selló su destino con sangre para conquistar el mundo

El periodo de los Reyes Católicos quedó definido con la expresión 'tanto monta, monta tanto' en el imaginario popular. Una referencia al lema personal de Fernando 'Tanto monta', que este tomó a su vez del mito clásico (ya se sabe lo que gustaba en la época evocar la Antigüedad) sobre el nudo imposible que Alejandro Magno cortó por la mitad en una localidad al sureste de lo que hoy es Ankara.
La leyenda dice que Alejandro Magno fue retado a desatar el nudo que ataba al yugo la lanza del carro de Gordio, antiguo Rey de Frigia, cuya factura era de tal perfección que no se podían localizar sus dos cabos. Los habitantes de Frigia (actual Anatolia, Turquía) habían elegido como rey a un labrador llamado Gordias, cuyas únicas posesiones eran su carreta y sus bueyes. Tras su coronación fundó la ciudad de Gordión y, en señal de agradecimiento, ofreció al templo de Zeus su carro, atando la lanza y el yugo con un nudo cuyos cabos se escondían en el interior.
Quien consiguiera desatar este nudo, decía el oráculo, sería el dueño de Asia. Para no perder tiempo, Alejandro cortó con su espada la soga de un tajo a la par que pronunciaba la sentencia 'Nihil interest quomodo solvantur' ('poco importa el modo de desatarlo'). Luego se dirigió a conquistar Oriente.
Se considera al maestro Antonio de Nebrija como el responsable de que el Rey Fernando tomara el nudo como símbolo (yugo con una cuerda suelta) junto al mote «tanto monta», abreviación de su divisa personal, dada la tradición de la Corona aragonesa en expandirse por el Mediterráneo. El escudo compartido de la pareja mostraba este yugo con la letra «Y», que era la inicial de Isabel (escrito a menudo en su época Ysabel), junto a un haz de flechas (en número variable), que era el símbolo de Isabel I. Las flechas contenían la «F», inicial de Fernando. De este modo cada uno de los cónyuges recordaba a su pareja en sus propias divisas heráldicas.
Complicidad real
La expresión 'Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando' es posterior a los reyes, pero sí es muy real la sintonía que compartían a pesar de las inevitables discrepancias de todo matrimonio. «Yo ya rabio por hacer por veros [...] Suplico a vuestra señoría que más a menudo vengan estas cartas que, por mi vida, muy tardías vienen», escribió en una ocasión el tortolito a su mujer. Fernando quería a Isabel, e Isabel a Fernando, pero lo más importante es que ambos confiaban en las habilidades políticas del otro. «Fueron rey y reina juntos (…) y aunque en cuerpos dos, en voluntad y unión eran sólo uno», afirmó un cronista sobre tan gruesa comunión. Otro se vino tan arriba que anotó para dar la noticia de un alumbramiento de Isabel que «este año parieron los reyes nuestros señores».
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Puede que Fernando fuera más extremo en el uso de sus armas políticas que Isabel, pero, a reconocer de los cronistas, era más clemente que ella en la aplicación de la justicia. Fernando era más mundano, reflexivo e infiel, en lo político y en lo personal, y ella era más intransigente, impulsiva y devota. Implacable en lo referido a la religión y las causas nobles, enemiga de los engaños. Fernando e Isabel compartían una complicidad irrepetible que se dejaba sentir en público. Durante las audiencias se buscaban el uno al otro con la mirada. Un leve arqueo de la ceja de Fernando suponía toda una carta abierta para Isabel.
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