La llamada secreta entre el Papa Francisco y Benedicto XVI para mantener a la Iglesia unida
La conversación se produjo mientras decenas de miles de fieles esperaban en la plaza de San Pedro a que se anunciara el nuevo Pontífice tras la renuncia de Ratzinger, pero no fue revelada por su secretario hasta muchos años después
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Este miércoles, el Papa Francisco se acordaba de su antecesor al final de la audiencia general celebrada en el Vaticano: «Quisiera pedirles a todos una oración especial por Benedicto XVI, que en silencio está apoyando a la Iglesia: acordaos de él, está muy enfermo, pidiéndole al Señor que lo consuele y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia hasta el final». En las horas previas a la muerte del Papa emérito a los 95 años, el actual Pontífice seguro que se acordó de los encuentros que mantuvieron, que dieron, incluso, para una película: 'Los dos Papas', dirigida por Fernando Meirelles en 2019 y protagonizada por Jonathan Pryce y Anthony Hopkins.
De hecho, según informó el jefe de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, al final de la audiencia, el papa Francisco se dirigió al monasterio Mater Ecclesiae para visitar a Benedicto XVI, como había hecho en otras tantas ocasiones durante sus diez años de Pontificado. Pero de la que debe tener un especial recuerdo es de la primera conversación que tuvieron por teléfono y de la que no se supo nada hasta hace poco, durante una entrevista concedida a la agencia Vatican News por el sacerdote maltés Alfred Xuereb, el que fuera su secretario –junto a Georg Gänschwein– y que actualmente ocupa el cargo de secretario general de la Secretaría de Economía.
Se produjo el mismo día de la elección de Francisco el 13 de marzo de 2013, antes incluso de que su imagen apareciera al día siguiente en todos los periódicos del mundo. En la portada de ABC podía verse al nuevo Pontífice saludando a los congregados en la Plaza de San Pedro, en Roma, con una declaración suya en la que anunciaba: «Comenzamos un camino de amor, fraternidad y confianza». Al día siguiente continuaba con otra portada en la que el mismo Papa advertía: «Que Dios os perdone por haberme elegido». Y se contaba: «El Pontífice rompe moldes: viaja en microbús, recoge sus maletas y paga sus facturas en el hotel».
Xuereb aseguró que esa llamada fue precisamente la responsable de que Jorge Mario Bergoglio tardara tanto en asomarse al balcón de la Basílica de San Pedro y de que el cardenal pertinente pronunciara el famoso «Habemus Papam» para dar a conocer al nuevo Papa Francisco. «Nosotros estábamos en la sala de la televisión de Castel Gandolfo, donde el teléfono está siempre silenciado, por lo que al principio no oímos ninguna llamada», reveló el sacerdote maltés, que prosiguió a continuación: «Nos volvieron a llamar durante la cena y nos preguntaron que dónde habíamos estado. Luego nos dijeron que el Papa Francisco iba a volver a llamar después de cenar».

La sorpresa
Xuereb, esta vez sí, estuvo pendiente del teléfono durante las siguientes horas, mientras varias decenas de miles de feligreses aguardaban en la plaza de San Pedro el anuncio del nuevo Pontífice. Los principales candidatos eran Odilo Scherer, arzobispo de la enorme diócesis de Sao Paulo; Peter Turkson, de Ghana, responsable del departamento de justicia y paz del Vaticano; el cardenal Christoph Schoenborn de Viena, alumno y aliado cercano de Benedicto XVI, y el ítalo-argentino Leonardo Sandri. La elección de Bergoglio fue, por lo tanto, una sorpresa.
Cuando después de cenar Francisco llamó de nuevo, lo cogieron de inmediato. «Le pasé el teléfono a Benedicto y escuché que decía: 'Santidad, desde este momento, prometo mi total obediencia y mi oración'. Son momentos que no puedo olvidar», contaba Xuereb a Vatican News hace cuatro años. Todo el mundo sabía dentro del cónclave que el nuevo Pontífice impulsaría un cambio profundo en la Iglesia católica, por eso aquella desconocida llamada, que ninguno de los dos papas desveló jamás, fue importante para mantener unida a la Iglesia católica en su afán para emprender los muchos retos que tenía por delante.
El secretario había conocido la decisión del entonces Papa unos días antes de que Benedicto XVI anunciara su renuncia al cargo en vida, una decisión que sorprendió al mundo y que, según reveló el Papa Francisco en su reciente entrevista con ABC, parece que también va a seguir: «He firmado ya mi renuncia en caso de impedimento médico», aseguró a nuestro corresponsal en el Vaticano, Javier Martín-Brocal, y al director de este diario, Julián Quirós.
Hace diez años, a Xuereb le sorprendió mucho más, por lo insólita que resultaba la decisión en aquel momento: «Recuerdo muy bien el 5 de febrero de 2013, cuando el Papa Benedicto me invitó a tomar asiento en su estudio privado y me anunció la gran decisión de su renuncia. Pensé en pedirle que lo pensara un poco más, pero casi enseguida me detuve, porque estaba seguro de que había rezado largo tiempo».

«¿Usted está tranquilo?»
Confesó también que después se echó a llorar y que le preguntó al Papa: «'¿Usted está tranquilo, sereno?'. Él me respondió con decisión que sí, porque ya lo había ponderado en la meditación y en la oración. ¡Él estaba sereno precisamente porque estaba seguro de haber sopesado bien las cosas en la paz y en la voluntad de Dios!». Y añadió: «Con su renuncia, Ratzinger cumplió un acto heroico, porque pensó en la Iglesia en primer lugar, en su amor a la Iglesia, que era mucho más grande que el amor que se tenía a sí mismo y a su ego».
Fue poco el 28 de febrero de 2013 cuando Benedicto XVI se desplazó en helicóptero a Castel Gandolfo, la residencia de verano de los papas, al hacerse efectiva su renuncia. Allí permaneció durante dos meses, en los cuales se produjo aquella llamada secreta, hasta que el 2 de mayo pudo instalarse en el Convento Mater Ecclesiae, donde reside actualmente y donde se produjo la última visita del Papa Francisco. Sus condiciones de salud se habían deteriorado drásticamente en los dos últimos años y, aunque conservaba intacta la lucidez intelectual que caracterizó su pontificado, sus fuerzas se fueron apagando. En las últimas semanas no podía articular palabra y necesitaba una silla de ruedas para desplazarse.
Desde que renunció al pontificado, Benedicto XVI adoptó un perfil muy discreto y sus apariciones públicas se produjeron en contadas ocasiones. Según su entorno, recibía igualmente muy pocas visitas. El pasado 27 de agosto, por ejemplo, se reunió en privado con los nuevos cardenales creados por Francisco al final del consistorio, pero su agravado estado de salud le impidió entablar una conversación con ellos. Al morir ahora, la longevidad como Papa emérito de Ratzinger, más de nueve años y medio, superó la duración de su pontificado.
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