Rapero, retornado radical y con padre yihadista: el expediente de Abdel Bary, el terrorista muerto en su celda en Cádiz
Este egipcio de 32 años fue el yihadista retornado más buscado de Europa
Hallan muerto en su celda al rapero británico Abdel Bary, acusado de montar una célula de Estado Islámico en España

Abdel-Majed Abdel Bary, el rapero británico juzgado en España por ser el supuesto líder de una célula del Estado Islámico, ha sido hallado muerto en su celda este miércoles, según ha podido saber ABC. Este egipcio de 32 años fue el yihadista retornado más buscado de Europa.
Abdel Bary estaba en el módulo de aislamiento del centro penitenciario Puerto III de Cádiz. Su cuerpo no presentaba signos de violencia, por lo que de momento se desconoce si se trató de un suicidio por ingesta de alguna sustancia o si sufrió un colapso.
El antecedente de su padre yihadista
Él y su familia se trasladaron a Gran Bretaña pidiendo asilo político tras asegurar que su padre, Adel, fue torturado en Egipto por su acusación de pertener a la rama más radical del Islam. Pese a emigrar a Europa, el padre de Abdel Bary seguía teniendo lazos fuertes con el yihadismo hasta el punto de tener una relación estrecha con Osama Bin Laden, líder de Al Qaeda.
Junto a Bin Laden habría colaborado en la planificación de los atentados contra las embajadas norteamericanas en Kenia y Tanzania perpetrados en 1998. que costaron más de 200 vidas. En 2012, Adel fue extraditado a Estados Unidos para ser juzgado por esos hechos y el 6 de febrero de 2015 se declaró culpable. Su pena: 25 años de prisión, tras llegar a un acuerdo con la Fiscalía.
Para canalizar estos problemas familiares, Abdel-Majed Abdel Bary se introdujo en el mundo del rap para contar en sus letras no solo sobre drogas, violencia, sino también para criticar el despilfarro de dinero que la gente gastaba en clubes, alcohol y sustancias en lugar de ayudar a su familia que se veia al filo de la deportación a Egipto.
El 1 de julio de 2013, la bomba de relojería que llevaba dentro estalló definitivamente. Tras un proceso de radicalización en el que tuvo mucho que ver el imán Anjem Choudary, ese día anunció que abandonaba el rap para seguir el Islam: «Dejo todo por Dios» , aseguró al salir de su casa, donde dejaba atrás a su madre, Ragaa, y a sus cinco hermanos. Su destino, como el de todos los yihadistas que entonces residían en Europa, estaba claro: Siria, donde Daesh había desatado una guerra para acabar con el régimen del presidente Bashar al-Assad y fundar un Califato islámico. Esa decisión le costó con el tiempo la revocación de la nacionalidad británica.
Comenzaba así la orgía de sangre y odio desatada por Abdel Bary, que en agosto del año siguiente distribuía una fotografía suya con la cabeza de un «infiel» sujetada con una de sus manos. La crueldad no acababa ahí, porque junto a la terrorífica imagen escribió esta leyenda: «Relajarse con mi amigo o lo que queda de él» ... Un poco antes de ese episodio ya había amenazado con un premonitorio «Los leones vendrán pronto por ti, asquerosos (infieles). Decapitaciones pronto en tu propio cuarto trastero». El terrorista combatió al menos hasta junio de 2015, cuando desertó de las filas de Estado Islámico durante la retirada de la ciudad de Tal Abyad y cruzó la porosa frontera con Turquía.
La colaboración del CNI
Los servicios de Inteligencia de varios países nunca se olvidaron Abdel Bary y la pista buena surgió en diciembre del 2019, cuando de nuevo se le pudo situar en una zona de conflicto en Siria. No había dudas de que era él, porque tras la caída del Califato en los campos de detención se habían recogido los datos biométricos y huellas de todos los «foreing fighters» que se habían unido a las filas de Daesh para que pudieran ser detectados si intentaban volver a sus países. De hecho, los retornados se han identicado como una de las grandes amenazas para la seguridad de las naciones occidentales.
Además, de forma paralela surgieron informaciones en el sentido de que podía intentar entrar en Europa por España. El Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que ha tenido un papel decisivo en el éxito de las pesquisas, se puso en contacto con la Comisaría General de Información de la Policía y le dio todos los datos que había recabado. En febrero de 2020, la investigación se judicializó en la Audiencia Nacional. Comenzaba la operación Altepa, bautizada así porque recoge letras relacionadas con la investigación, como la T de Turquía.
Las investigaciones de la Comisaría General de Información determinaron que Abdel-Majed Abdel Bary había llegado a España. De inmediato, una veintena de sus agentes se desplegaron en la ciudad, a pesar del peligro de contagio por la crisis del coronavirus. El terrorista era demasiado peligroso para esperar y había que localizarlo y neutralizarlo cuanto antes. La juez instructora estuvo de acuerdo.
Investigaciones sobre viviendas de alquiler fueron la clave para llegar hasta el pequeño piso céntrico que había alquilado Seddiki por un mes –ese dato no es indicativo por sí mismo de sus intenciones, ya que podían ampliar su estancia si así lo querían–, en el que se habían refugiado los sospechosos. Lo cierto es que solo entonces la Policía supo que Abdel Bary estaba acompañado por dos individuos.
Un grupo del GEO entró en tromba en el piso. Los inquilinos no pudieron reaccionar. No llevaban armas. Se les intervino 500 euros en efectivo y un ordenador.
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