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El gran triunfo de la política antiterrorista: la alerta permanente de los escoltas para salvar vidas

«Desde que se pusieron los escoltas privados, no murió ningún protegido, no hubo ningún enfrentamiento directo», resume uno de los entrevistados

Escucha aquí los capítulos anteriores del pódcast 'Escoltas: la sombra que me protegía de ETA'. Cada martes, un nuevo episodio

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Pablo Amigo

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En los peores años de la amenaza de ETA, País Vasco se llenó de escoltas. Estos se convirtieron en la sombra de miles de personas amenazadas y fueron el rostro (invisible) de uno de los grandes éxitos de la política antiterrorista, pues salvaron incontables vidas.

ABC Pódcast estrena 'Escoltas: la sombra que me protegía de ETA', un relato construido a través de los testimonios de cinco escoltas privados, uno de la Ertzaintza, tres políticos protegidos y un periodista amenazado en los años más duros de ETA. Puedes escuchar aquí el cuarto episodio, 'Sangre en las calles'.

En alerta permanente para salvar vidas

No fueron pocos los escoltas que salvaron vidas. Sus consejos frustraron numerosos atentados, pues las potenciales víctimas dejaron de repetir rutinas, caminaron por distintas calles y evitaban salir de casa sin protección. La seguridad era constante e incluso asfixiante, pero eficaz.

Un día de 1997, la entonces concejal del Ayuntamiento de San Sebastián Elena Azpiroz iba a empezar su jornada laboral y, antes de abandonar su domicilio, se asomó al balcón, vio algo que le extrañó y llamó a su escolta, que la esperaba en la calle. Este comprobó que, efectivamente, había un hombre sospechoso en las inmediaciones del edificio y se acercó con precaución. Sin embargo, no vio que dentro de un coche había un terrorista armado con una escopeta. Le disparó en la cabeza y le dejó malherido, pero sobrevivió. Había salvado la vida de Elena.

Este es un caso como tantos otros. Otro similar fue el de Esther Cabezudo, concejal en Portugalete. La pericia de su escolta y un camión que se interpuso salvaron la vida de la edil socialista. Su guardaespaldas, poco después de salir de casa, vio un carrito de la compra en medio de la calle, un detalle en apariencia insignificante pero signo de que había algo raro. No era habitual encontrarlo allí. Por precaución, decidió cruzar a la otra acera. Al rato, vieron un vehículo que tampoco tenía identificado y que no solía circular por allí. Se apartaron y, al momento, estalló. Era un coche bomba. De nuevo, la alerta permanente, asfixiante y detallista salvó la vida de una protegida.

«Ese es el gran triunfo, desde que se pusieron los escoltas privados, no murió ningún protegido, no hubo ningún enfrentamiento directo», resume uno de los entrevistados en el pódcast. Puedes escuchar aquí el cuarto episodio, 'Escoltas: sangre en las calles'.

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