LAPISABIEN
Ya se viene el llamador
Yo vengo del sur, y ciertas maneras, dorados, capirotes, me hacen menos pesaroso el destierro
Madrid simultáneo

A veces, cuando se abre el cielo, aunque menos de lo que debería, da por pensar ya en la Semana Santa. Queda mucho y queda poco. Ya están los pregones por la región anunciando que llegará la luna llena de primavera, y que ... todos nosotros estamos ya en el camino de la Pasión.
Madrid tiene su Semana Santa, y, cuando uno ha echado raíces en la capital, ya puede vincular tal o cual momento a tal día santo o cual procesión. Es lo que sucede. Ha habido Domingos de Ramos refulgentes, otros en los que ha caído hasta nevisca. Otros en los que nos enamoramos.
El año pasado los capirotes se envolvieron en paraguas y en bufandas. A casi un mes de la Semana Santa, aún resuenan las últimas comparsas de los carnavales de Cádiz, pero ya están dando las primeras aproximaciones magufas de la meteorología entre el Domingo de Palmas y el de Resurrección.
Madrid será Jerusalén y Babel al mismo tiempo, que es lo que tiene la ciudad alegre, descreída, creyente o crédula.
Habrá torrijas por la calle de Toledo, muchedumbres educadas, o más o menos educadas, con el carrito de los niños como escudo protector.
Y en Sol se cruzarán las familias de los musicales, las de provincias, las gatas y las que quieren ver un aperitivo en barroco de la sensibilidad religiosa española.
Yo vengo del sur, y ciertas maneras, dorados, capirotes, me hacen menos pesaroso el destierro. Pienso en la Semana Santa a muchos días vista. En otras latitudes hay nervios cofrades. En Madrid están empezando. Yo, como heraldo de lo misterioso, empiezo a cantar que se acerca, aquí en Madrid, la consagración de la primavera.
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