Un refugio para que pacientes de salud mental recuperen su vida
La Comunidad, que cuenta con una red de 29 Centros de Rehabilitación Laboral, logró que en 2024 el 70% de personas con trastornos graves y duraderos que accedieron a este recurso consiguieran empleo
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Padecer una enfermedad mental grave y duradera supone para los que la sufren abandonar sus vidas. Dejar los estudios, alejarse de sus vínculos sociales y dedicarse completamente a su tratamiento les lleva a que, habiendo dado un paso hacia delante en su recuperación, se ... encuentren solos, sin experiencia y con un círculo insuficiente.
Jaime, Conchi u otros cientos de personas diagnosticadas con estos trastornos han encontrado en los recursos que la Comunidad de Madrid ofrece un impulso para su inserción laboral, lo que, indirectamente, también supone una vía para que consigan volver a integrarse en sociedad.
La Consejería de Familia, Juventud y Asuntos Sociales cuenta con 29 de estos refugios, denominados Centros de Rehabilitación Laboral (CRL), en los que a través de talleres prelaborales e interacción ayudan a que personas derivadas de centros de salud mental logren sus objetivos. Eso sí, «no solo atendemos su proceso formativo y laboral, sino también a otras áreas de su vida. Son personas aisladas, por lo que también trabajamos esa parte relacionada con el ocio y sus intereses», explica a este periódico Sara Navarro, directora del Centro de Reinserción Laboral de Villaverde.
Conchi acude regularmente desde hace dos años y medio a esas instalaciones, situadas en el barrio de Los Ángeles. La depresión severa por la que pasa la obligó a que dejara de trabajar, pero esta mujer de 52 años sabía que quería volver a hacerlo, por lo que desde el hospital de día en el que la estaban tratando le hablaron de este lugar.
Durante los noventa en Madrid, Jaime –que hoy trabaja como educador social en el Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS) de Carabanchel– tenía 13 años y comenzó a estar en contacto con las drogas: «Alcohol, porros y 'tripies', que eran de consumo habitual en esos años», cuenta: «Comencé a tener síntomas de suspicacia y sensación de que me perseguían. Creía que de forma mágica estaba haciendo daño y lo vivía con realidad. Todo esto alimentado con LSD fue un 'boom'».
Ambos han pasado por estos centros regionales y sufren alteraciones psiquiátricas de duración prologada que conllevan, por tanto, un grado de discapacidad. Entre los usuarios que han pasado por este recurso de reinserción laboral, que cuenta con casi 1.500 plazas, se encuentran personas diagnosticadas con trastornos psicóticos, del estado del ánimo, esquizofrenia y trastorno bipolar. En 2024, la Comunidad de Madrid logró que un 70% pudieran acceder a un empleo, firmándose más de 2.000 contratos, el 43% siendo indefinidos.

Administración e Informática, Jardinería y Economía circular o creación de contenidos. Estos son los tres talleres entre los que personas diagnosticadas con estos problemas relacionados con la salud mental pueden escoger en las instalaciones de Villaverde, en las que hay un total de 55 plazas. «En colaboración con otras entidades y llevando a cabo proyectos, tratamos de simular lo que sería un trabajo real, las capacidades de cada uno e incluso los conflictos que se pueden dar», explica Navarro.
Las actividades que se llevan a cabo en cada área son variadas. En la de creación de contenidos, además de grabar un pódcast, se ha estado trabajando con distintas entidades externas. «Están creando para un colegio un catálogo para una graduación con llaveros, bolígrafos personalizados y otra serie de productos. Ello eligen entre lo que más les gusta y nosotros lo creamos utilizando una impresora 3D. Todo esto, sin ningún fin de producción, sino para simular el trabajo al máximo»», explica Sara Navarro.
Viendo el perfil y los intereses de cada uno, se les invita a que participen en un departamento u otro. «Yo estudié Empresariales, he hecho trabajos de Administración, por lo que lo mejor para mí era estar en el taller de Informática», cuenta Conchi. Sin embargo, también se dan casos de personas sin experiencia laboral y que no tienen claro hacia dónde inclinarse, por lo que les invitan a que participen en varios y exploren sus inquietudes.

«Para nosotros es muy importante establecer rutinas en nuestra vida. Aquí simulamos trabajos, pero más que aprender nuevos conocimientos sobre determinadas profesiones, tratamos de desarrollar los comportamientos y cómo enfrentarnos y desenvolvernos en el ámbito laboral», continúa.
Estos espacios son necesarios tanto por la sintomatología de los distintos trastornos que lleva a que las personas tiendan al aislamiento, «como por una sociedad en la que no acoge lo que no conoce», cuenta la directora de este centro, gestionado por la Fundación El Buen Samaritano, perteneciente al Arzobispado de Madrid.
En la sede de esta fundación, situada junto al Palacio de Vistalegre, es donde Jaime trabaja como educador social. Llegar hasta ahí no ha sido sencillo para él, pues por el camino ha ido dejando atrás sus sueños, pero dando paso a lo que es su vocación. Tras idas y venidas, cambios de psicólogos y años de tratamiento –que aún continúan–, certificados profesionales y distintos trabajos, este hombre ha ido descubriendo su interés por la Psicología. «Yo solo no podía engancharme al ritmo social y en mi entorno todas las personas con las que me relacionaba consumían», relata. Por ello, fue derivado a un CRL y sin tener en ese momento ningún tipo de experiencia laboral.
«Llegué al CRL porque solo no podría engancharme al ritmo social»
Jaime
Educador social
Durante los meses de confinamiento de la pandemia del Covid-19, comenzó a realizar cursos de preparación laboral para personas con discapacidad. Aplicando su experiencia a todo lo aprendido, hizo prácticas en la mencionada fundación y en la que ahora tiene un contrato indefinido. «La labor del educador social es hacer acompañamientos, dar estructura a las personas que llegan al centro de día, que tienen más deterioro por la medicación, la sintomatología o que se les junta con otra discapacidad. Es trabajo de campo. No hacemos terapia con ellos, pero sí damos soporte», explica Jaime.
Tener una enfermedad mental grave es, indica el director general de la Fundación El Buen Samaritano, Diego Pulido, «un tsunami» para aquellos que lo padecen. «Conlleva una ruptura –normalmente al final de la adolescencia– formativa, laboral, social. Por desgracia, cuando llegan a nuestros recursos hay muchos años de evolución», señala.
Sin embargo, aunque cada vez se hable más de ello, continúa la barrera del estigma, ya que «somos el último vagón de cola del último tren en el mundo de la discapacidad». En casos de discapacidad física o sensorial, explica Pulido, está más normalizada la integración laboral. «Por desgracia, en el ámbito de la salud mental aún queda por hacer», apunta.

A finales de marzo, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, presentó la nueva Estrategia Madrileña de Atención a Personas con Discapacidad Horizonte 2028, un paquete de medidas que consta de 316 actuaciones y una inversión de 4.800 millones de euros. La región cuenta actualmente con una potente red de atención a la enfermedad mental grave y duradera con más de 7.000 plazas y 232 centros y que sumará más recursos y servicios especializados que ofrezcan una mejor atención.
Precisamente, en materia de inserción laboral, se destinará una inversión de 90 millones de euros al año para los centros especiales de empleo y de diferentes incentivos para la contratación. Además, la oficina de empleo de la calle de Goya se especializará en este ámbito.
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