Maika Makovski: «Nos separan de lo que más amamos porque nuestra atención vale dinero para una multinacional»
La artista mallorquina se enroca contra las modas en su 'Bunker Rococo', el nuevo disco que presenta este viernes en La Sala del Movistar Arena, dentro de Inverfest

Ni se rinde a los temas de tres minutos, ni a los ritmos que pegan, ni a las melodías predecibles, ni a los estribillos para Tiktok, ni a hacer 'colabos' de moda, ni al autotune ni a cantar en español. En su nueva colección de ... canciones producida por Ali Chant (Perfume Genius, Yard Act, Aldous Harding) en los estudios The Playpen de Bristol, Maika Makovski se encierra en su 'Bunker Rococo' (sin tildes al ser en inglés) para cocinar un remedio, un auténtico alivio para los melómanos que se sienten asediados por la vorágine de las modas y tendencias actuales.
¿De qué se quería refugiar?
Ay, de muchas cosas del siglo XXI. Del bombardeo, de la profundización en nada, de la ansiedad que provoca la exposición en redes, de que te separen de las cosas que más amas porque tu atención vale dinero para una multinacional. Y la vida sigue. El Sol sale. Y lo normalizamos todo. Pero somos más insomnes que nunca, estamos más medicados que nunca. El sistema no premia la discreción, ni la inteligencia. Premia la rapidez, la chabacanería, el ruido.
Poco podemos hacer, ¿no?
Eso es lo más aterrador de todo. Alguien puede venir y decirte: «La tecnología tiene cosas buenas». Y tendrá toda la razón. Pero, ¿a cuántas personas conocemos que puedan usarla si abusar de ella? ¿A dos? (risas). Está hecha para que no la puedas controlar.
Hay una canción llamada 'A.I.', así directamente.
Está concebida como un análisis de lo que vive un ser humano en un futuro en el que ya no tiene sentido esforzarse porque las máquinas siempre lo harán todo mejor, y en el que a la gente ya no le importa si lo que escucha es original o una réplica artificial. Empezó siendo una canción cañera, pero acabó teniendo un desarrollo con ese sonido narcotizante, con una cadencia más clásica.
Arranca el disco de una forma poderosa y tremenda, casi 'tomwaitsiana'.
No me parece una descripción descabellada. La canción tiene un compás macedonio (es el país natal de su padre), utilizado con una intención no de recrear el folclore macedonio, sino de integrarlo de forma natural.
Con lo de seguir cantando en inglés es casi la última mohicana, incluso Alondra Bentley ha acabado capitulando.
Si me dieran ya no un euro, sino un céntimo por cada vez que me han dicho en esta industria que por qué no hacía al menos un par de canciones en castellano… No tengo nada en contra, pero me tiene que nacer. Hace poco surgió la oportunidad de hacer una con Ovidi de Los Zigarros, y me lo pasé muy bien. Pero normalmente, cuando compongo canciones en castellano, me parece que no están a la altura de las que escribo en inglés. A mí me parece un paso natural pasarte del inglés al español cuando no hablas inglés, pero en mi caso, siento las letras que canto. Nuria Graham y Joana Serrat siguen cantando en inglés, pero pocas más (risas).
¿Ya no sigue en marcha su grupo The Mani-las, junto a Mariana Pérez (de Sonic Trash, Rubia y Cora Bloom) y Olaia Bloom (de Las Culebras y Cora Bloom)?
No, ya no sigue en marcha. Fue un gozada tan grande no tener ningún tipo de pretensión, que nos escribieran managers y discográficas y les dijéramos a todos que no… Si nos apetecía hacer algo lo hacíamos y punto, y por eso ha sido de las mejores cosas que he hecho. De la misma manera que hemos dejado de tocar, volveremos a hacerlo.
Con Ovidi, por cierto, ha cantado en un concierto solidario con las víctimas de la DANA.
Sí, fue en mi tierra, Palma de Mallorca, y fue súper emocionante. Fue un lunes, que no es un buen día para convocar gente en ninguna ciudad, y menos en Palma. Pero se llenó y eso me hizo estar muy orgullosa de mis compatriotas.
También estará orgullosa de sus compañeros de gremio, ¿no? La respuesta de los músicos ha sido enorme.
Por supuesto. Es maravilloso que, en cuanto pasa algo, el mundo de la música está ahí el primero. Eso es algo de lo que deberían acordarse los políticos, porque cuando llegan las crisis, la música es lo primero que cae. Cuando es lo que más ayuda para mantener a la gente cuerda.
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