Unas 'first dates' en Madrid para mayores de 70: del pasodoble al Tinder
Un taller tutorizado sobre los conceptos de ligar y socialización, seguido de un baile, facilita gratuitamente consejos y trucos para este segmento de la población
«Hay 'abuelos esclavos' que no se quejan por miedo a que piensen que no cumplen su rol o que no quieren a los nietos»
Dos participantes en el evento
Decía Lope de Vega que el amor tiene fácil la entrada y difícil la salida. Lo que no reconoció el 'Fénix de los Ingenios' fue el poetizar qué hay después de la 'salida'. Un problema de un país longevo es la soledad, la ... soledad de un amor, la falta del otro, la carencia de lo que los psicológos llaman el diálogo con «la alteridad complementaria». Y sí que existen remedios que el mundo del voluntariado que asiste a los mayores conoce y ejerce con amor y disciplina para aplicar llegado el momento de la jubilación. Ese que, según muchos, supone un pacto con el olvido.
Pongamos un ejemplo sonado, y nunca mejor dicho. Corre un día entre semana, enero pelón, y en un local, el de Acumafu (Asociación Cultural de Mayores de Fuenlabrada),en la sede del número 35 de la madrileña calle de Betanzos, hay movimiento. Entre un jaleo de pasodobles y de carteles, de taconeos y cafés con poca cafeína y mucha vida, se va preparando un «baile del semáforo». Un baile donde el objetivo, real o metafórico, es el ligoteo. Aunque luego, como en los guateques que conocieron y vivieron sus protagonistas, quizá todo desemboque en amistades eternas y amables.
En la instalación capitalina de Acumafu cada cual va a sus necesidades, aunque el punto de encuentro sea el salón de baile donde, a su entrada, cuelga ese semáforo cuyos colores colgados de la pechera de los participantes corresponden a la iniciativa en el arte de amar o de pasárselo bien que tenga cada cual. El verde significa la libertad para entablar una relación, el ámbar un depende, y el rojo que quien se ha metido en el baile sólo quiere danzar. A ciertas edades, estos códigos se toman a chacota, a sana chacota. Como Marimar, que está en el salón de autos con su infusión o su café, en espera de que esté habilitada la sala superior para su taller de castañuelas. Ella, como en la canción de Aute, «pasaba por aquí», aunque tenga otros menesteres profesorales y sonría al ver los preparativos de la fiesta. Hay un movimiento en la sala de baile de risas, a la espera de la charla donde explicarán, con amor y pedagogía, la teórica y práctica de buscar pareja cuando no se es un 'millenial' pero se cuenta con un telefonito para algo más que las urgencias.
Arriba, como en una mesa de consejo de ministros, una decena larga de mujeres y un sólo hombre prestan atención, primero, a las lecciones espirituales sobre el amor pasados los setenta, que explica el voluntario, sociólogo y escritor, Luis Miguel Martínez, alias Luismi del Saz, que es la primera vez que acude al centro de Madrid. Porta pendiente, y ha ido aparcando, o cediendo, las musas por algo tan constructivo como los talleres a mayores. Talleres «de memoria cognitiva, de autoestima». Tanto es su empeño que ha «conseguido, en algunos casos de alzhéimer, que los enfermos recuperen un cuarenta por ciento de la memoria». Porque la memoria, asegura en un aparte, no se logra sólo cuando el paciente «escucha al neurólogo», sino cuando se genera un «ambiente de bienestar con ejercicios, chascarrillos». En suma, algo que no dan los galenos y él propone con voluntad de acero.
En su código docente está el transmitir a los otros «cómo es la vida», y que la existencia, con todos los achaques, se acepte «felizmente». Y esto, añade, lo ha aprendido escribiendo. Luis Miguel desmonta el mito del escritor 'outsider' y ejemplifica realmente que quien se dedica a emborronar cartillas puede tener el corazón ancho para hacer bello a otros el otoño de la vida. En ello van sus desvelos tan humanos.
Luis Miguel sigue explicando que el «ligar», como ejercicio, es una derivada más, de tantas, de que sus oyentes vayan encontrando, si no la felicidad pura y quimérica, sí «unos momentos felices». Que si duele una pierna, la «culpa es de la pierna, no de la persona» que tiene que imponerse «el pasárselo bien». Un pasárselo bien sin las previas de los veinteañeros, que «no sé está para perder el tiempo sino para disfrutarlo». La lección del tranquilo 'carpe diem' va de lo supuestamente amoroso a lo demás.
El lema de la jornada del 'Taller de ligar' es meridiano: «Te ayudamos a buscar pareja o simplemente una amistad, para ello te invitamos a nuestro taller de 'ligar' donde te informaremos de las nuevas técnicas y tendencias. Todo ello con mucho amor y diversión, en un ambiente donde conocerás a personas con tus mismas inquietudes y metas. Quizá no encuentres a tu media naranja, pero lo pasaremos genial». La última parte del reclamo, cuando se recorre el centro, parece ser la que llama al público objetivo. Hay en el temario asignaturas tales como un análisis de cómo antes se encontraba pareja y cómo ese ejercicio mantiene no pocas semejanzas, también diferencias, con el tiempo presente. Se analizan los nuevos aires en esto del arte de encontrar al compañero o compañera. También, evidentemente, las aplicaciones para encontrar parejas. Además de los secretos que implementar a la sexualidad a partir de los 60 y los trucos para no perder la pareja amada. En el mismo cartel se desvelaba que no era necesaria la inscripción previa, acaso porque el amor, la amistad o la sintonía, tienen grandeza de gratuidad.
Luz de domingo
En el taller, el asunto ruboroso de la sexualidad se trata con omisiones y sonrisas, pero Sara Fernández sí que esperaba a que Marcelo Cornellá Prieto, presidente de Acumafu, explicara a Sara eso de pasar pantallas y los corazones de la aplicación para conocer gente. Antes, Cornellá había incidido en algo tan poético como la realidad y el deseo, previniendo al respetable de que las aplicaciones al efecto están tocadas con el estigma del engaño y la estafa. Porque lo personal es lo que manda, y así, a bote pronto, Cornellá recuerda a dos parejas surgidas de estas actividades gratuitas. Dos parejas aparte de los grupos, las cuadrillas de matrimonios que van a ver y ser vistos.
Abajo, resuenan pasodobles, y la parte diáfana de la sala se ha convertido en una pista de baile jalonada de mesas donde Miguel, de cerca del centro cultural, quiere «ligarse a Mayte»; y Mayte contesta, guiñando, que «no quiere líos con nadie». Ríe la concurrencia, los pasodobles son bailados como si fueran los ritmos rancheros de Coyote Dax. En eso consiste la innovación y la libertad de una fiesta. Miguel intenta cortejar a Mayte con un bizcocho, con chacinas ibéricas de las que las amistades dan buena cuenta. En el baile también danza un matrimonio acaramelado.
Son María Teresa y Guillermo. Él lleva 84 de residente en la Tierra y en Madrid; ella conoció a Guillermo en un baile, acaso más verbenero, en el parque de La Bombilla. Ella, de Ajofrín (Toledo), «tierra del maestro Guerrero», fue seducida por Guillermo, «éste» (sic), que con 15 años ya la rondaba. 56 años de matrimonio los contemplan enamorados mientras ellos, a su vez, contemplan el cortejo de sus coetáneos al ritmo ya no de pasodobles, sino de tangos y del 'Qué Será, Sera' inmortalizado por la gran Doris Day. Sigue la fiesta. Los descafeinados se siguen rifando entre los presentes. Se comparten las meriendas y las confidencias más picantonas a las que no está invitado el periodista. Todas las muecas son de sonrisa y del «bienestar» conseguido. Luz de domingo en un día oscuro.