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La bulliciosa calle de Moratalaz donde aparcar el coche sale caro: ruedas pinchadas, espejos rotos y robos de catalizadores

Los vecinos del entorno de Marroquina alertan del creciente vandalismo y sustracciones de piezas en vehículos

Los ladrones de catalizadores ponen en jaque al taxi: «Nos dejan dos meses sin trabajar»

Al creciente vandalismo de pinchar ruedas o romper lunas en la calle Marroquina se une el robo de catalizadores en coches híbridos ABC
Aitor Santos Moya

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Mismo escenario, distinto motivo y un runrún que persigue al vecindario: aparcar en la calle de la Marroquina, una de las más bulliciosas del distrito de Moratalaz, y en sus adyacentes va camino de ser un deporte de riesgo. Y si no que se lo digan a los conductores afectados, que en apenas dos meses han denunciado ya diferentes episodios por robos de catalizadores, ruedas pinchadas, retrovisores reventados o las manoplas para invierno de algunas motos sustraídas.

Para entender la controversia, hay que diferenciar entre los vándalos y los amigos de lo ajeno. Los primeros, en palabras de los residentes, «solo buscan el destrozo por el destrozo», casi siempre a las tantas de la madrugada y en noches de mucho ajetreo en Las Lonjas, una zona interbloque famosa por el terraceo y el ocio nocturno. En noviembre, varios vehículos aparecieron con las ruedas pinchadas en el tramo de Marroquina entre el Camino de los Vinateros y la avenida del Doctor García Tapia.

La cercanía del enclave con el parque de la Cuña Verde de O'Donnell facilita la labor de los autores, lejos de miradas indiscretas y con mayor posibilidad de escapatoria. De hecho, no es la primera vez que sucesos de esta índole se registran, también con oleadas de retrovisores y parabrisas arrancados. Fuentes policiales explican a este periódico que de un tiempo a esta parte, a las Lonjas de Moratalaz acude gente muy joven de distritos cercanos como San Blas, Vicálvaro y Puente de Vallecas, lo que aumenta sobremanera la afluencia y por ende la comisión de hechos delictivos.

Sin ir más lejos, la Policía Municipal se vio obligada a desalojar un macrobotellón la noche de fin de año tras sucederse las llamadas por ruidos de música y de petardos. Una intervención en la que dos individuos terminaron detenidos por intentar atropellar a un grupo con el que habían iniciado una reyerta poco antes de las cinco de la madrugada.

«De vez en cuando aparece un coche con la luna destrozada. No sabemos por qué, pero tras la pandemia la zona ha empeorado», advierte una joven, afincada a solo dos calles de Marroquina. Las motos aquí tampoco se libran, hasta el punto de que no es la primera vez que amanecen sin los espejos o las manoplas térmicas del manillar. A ello se suman los robos de catalizadores, que no por reiterativos dejan de ser alarmantes: en enero ya se han interpuesto las primeras denuncias del año, relacionadas sobre todo con vehículos híbridos (dada la mayor carga de metales preciosos en la pieza afanada).

Si hace dos años, el modelo Honda era el más afectado, ahora este escaparate se ha diversificado. Los ladrones buscan en ellos la obtención de platino, paladio y rodio, impregnados en un panel de cerámica, que revenden luego en las llamadas chatarrerías 'fantasma'. Los agentes recomiendan aparcar en lugares iluminados y transitados y marcar el catalizador con la matrícula, con el número VIN (identificador) o con una pintura especial que sirva después para dificultar su recepción.

Por desgracia, para buena parte de los perjudicados la única solución pasa por alquilar una plaza de garaje. «Un desembolso que a la larga sale barato», señala una moradora, al menos, en según qué calles.

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