CARTAS AL ALCALDE
El prodigioso atasco
La vida diurna es tropezar con un patinete e ir a comprar sardinas
Cela, titán trágico

Sé que usted sabe, alcalde, de una rúbrica de Isabel Díaz Ayuso que rueda mucho por ahí: «el atasco es una seña de identidad de la ciudad». Eso dijo Ayuso. Y han puesto por eso a caldo, alcalde, como usted también sabe. Pero ... no es justo encanallarse con Ayuso, porque tiene razón. Una razón cuyo fondo a lo mejor ella misma desconoce.
Esa frase hay que ponerla en el puro asfalto, como los versos que a veces decoran nuestras calles. El que viene a visitar el Museo del Prado, o la Puerta del Sol, visita un atasco. El que viene a visitar la discoteca Joy Eslava, sufre un atasco.
Este prodigio del atasco, abierto alegremente las veinticuatro horas, como alguna gasolinera, no es virtud suya, alcalde, sólo que un poco sí, porque en el día hay más atasco que en la noche, y a eso ayuda mucho su desvelo de estar todo el rato terminando las obras completas de la peatonalización y otras maravillas. Ayuso ha dicho un aforismo para censurar el atasco, y no para celebrarlo, porque en Madrid, alcalde, deciden sus chicos de obras y reformas.
A Ayuso le parece que en Madrid hay más atascos que antes, con el Ayuntamiento al fondo, de culpable inevitable, y eso es lo que ella quiere denunciar, aunque se explica regular o mal, porque no remata, y a veces se hace un atasco ella misma, al explicarse sin explicación. Insisto en que Ayuso tiene razón, aunque acaso no lo sepa. En Madrid, o en alguna otra gran ciudad cosmopolita, un atasco a las diez de la mañana es un coñazo. Pero directamente un coñazo. Sin embargo, un atasco a las tres de la mañana es poesía. Vamos a la noche, y de la noche venimos, decía un escritor golfo, y en estas palabras está el destino de la aventura, quizá de la mejor aventura.
La vida diurna es pluriempleo, e ir a comprar sardinas. Eso, y tropezarse con algún patinete, que los aparcan tirados por ahí, a pie de semáforo, como el que abandona a un mendigo. La aventura nocturna es otra cosa, naturalmente. Benditos sean los atascos en medio de la madrugada. Los otros no. Yo me entiendo y creo que ustedes también. A lo mejor hasta eso iba a decir Ayuso, que a veces se queda a medio atasco.
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