Joan Ignasi Elena, un obediente fiel ante su último servicio
El exsocialista ostenta ahora un cargo en el Gobierno catalán desde 2021 por ERC
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Fue socialista y alcalde de Vilanova i la Geltrú entre 2005 y 2011, hasta que el PSC se partió en dos y algunos de los dirigentes del sector catalanista se situaron en la órbita de Esquerra, en una decisión que el partido consideró traidora y ... oportunista y que los escindidos dijeron asumir por coherencia catalanista. Junqueras, que entonces seguía la estrategia de «ensanchar la base del independentismo», al acecho de voto socialista y de Podemos, les acogió encantado de la vida.
Joan Ignasi Elena (Barcelona 1968), dejó el PSC y como independiente pero bajo el manto de los republicanos le fue encargada la coordinación del Pacto Nacional por el Referéndum. Abogado especializado en derecho laboral y derechos de autor, es padre de dos hijas y su ideología ha estado siempre más marcada por la izquierda de tradición catalanista que por el independentismo radical.
En 2021 y a propuesta de Oriol Junqueras fue nombrado consejero de Interior por el todavía presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. En estos tres años, su polémica más notable fue cesar al mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, que tras ser considerado un icono independentista cayó en desgracia en el juicio del Tribunal Supremo, al desentenderse de la causa. Elena demostró ahí su carácter y se impuso al policía, que pretendía mandar tanto en el cuerpo como en la consejería. A pesar de la presión ejercida por la mayoría de medios de comunicación, muy favorables a Trapero, al consejero no le tembló el pulso y ejecutó sin su decisión sin importarle el ruido.
En 2023, cuando llevaba dos años siendo consejero, se hizo militante de Esquerra. Sus detractores le consideran un hombre de luces apagadas, incapacitado para la elaboración y que «necesita tomar aire para pronunciar frases subordinadas». Sus partidarios destacan su perfil riguroso y disciplinado y que no pone en situaciones incómodas a sus superiores como lo demuestra el hecho de que en su desempeño como consejero sólo ha tenido la polémica del cese de Trapero y no fue provocada por ningún ataque de vanidad, sino más bien todo lo contrario.
En el próximo gobierno monocolor de Salvador Illa es poco probable que Elena tenga cabida por el cierto rencor que el PSC guarda a los que se fueron en su momento de más de debilidad y porque la consejería de Interior va a recaer en Núria Parlón, actual alcaldesa de Santa Coloma de Gramanet, como ya ha anunciado el candidato a presidente. Además, segundo, también anunciado por Illa, Trapero, volverá a ser el jefe de policía.
Por su tendencia izquierdista y su cercanía a Oriol Junqueras, y por estar de salida en la actividad política, no se esperaba que el consejero de Interior tuviera ningún elemento de cálculo ni de nostalgia emocional a la hora de ordenar la detención del expresidente de la Generalitat pero lo cierto es que queriendo evitar un alboroto provocó la mayor humillación de la democracia española.
Elena y el mayor de los Mossos, Eduard Sallent, pactaron con Jordi Turull que Carles Puigdemont pudiera dar su discurso en Arco del Triunfo y que luego se dirigiera al Parlament, donde sería detenido de forma «amable» y «sin estridencias». Elena cumplió con su parte del pacto pero Puigdemont no cumplió con la suya y volvió a escaparse, esta vez a plena luz del día.
De los detractores de Elena hay que tomar la idea de que es un hombre de luces apagadas, porque no sólo pactó con un delincuente sino que confió en su palabra y le dejó hacer sin vigilarlo, con el conocido y humillante resultado.
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