El oasis catalan
Toronto
La ciudad canadiense sacó provecho de la huida del capital de Quebec cuando los independentistas implementaron los dos referéndums de independencia de Canadá
Artículos escritos por Miquel Porta Perales en ABC

Hace tiempo que el nacionalismo catalán no toma ningún Estado o territorio –ni siquiera la Escocia del Reino Unido- como referencia o ejemplo que seguir. Todos los modelos –decenas, no es una broma: México, Irlanda, Lituania, Hungría, Quebec y un largo etcétera- han resultado ser ... un fracaso. Así la cosas, solo queda un ejemplo que seguir: Toronto. ¿Por qué Toronto? Porque, la ciudad canadiense fue la que sacó provecho de la huida del capital de Quebec cuando los independentistas implementaron los dos referéndums de independencia de Canadá de 1980 y 1995. Montreal, que era la capital financiera de Canadá durante los 60 y 70 del pasado siglo, vio como el dinero escapó a Toronto en cuestión de semanas. La banca y el dinero canadiense –con sus correspondientes operaciones de toda índole- se fueron y ahí siguen casi 50 años después.
Cosa que ocurrió también –un calco- en octubre de 2017 con la banca –prácticamente toda- instalada en Cataluña. Se fue y no volvió. Y no ha vuelto todavía. Más: muy probablemente –la huida bancaria de Montreal a Toronto explica muchas cosas-, tampoco volverá. Y más si tenemos en cuenta las reivindicaciones de un independentismo que, no solamente reclama un referéndum de autodeterminación, sino también una hacienda propia con lo que todo ello conlleva. Conociendo el paño, ¿quién se atreve a volver? ¿Alguien confía en la pacificación sanchista que viene acompañada de una mal disimulada presión para que la banca fugada –también, las empresas huidas y las que podrían venir y no vendrán: ¿por qué Amazon invierte en Aragón?- retorne a Cataluña. ¿Alguien se fía?
Hay indicios para afirmar que la cosa podría empeorar todavía más. Resulta que la huida bancaria de Montreal a Toronto lo fue también del capital humano. Una fuga en que predominaban los jóvenes que trabajaban en el sector financiero y de los negocios. Entre paréntesis: la política lingüística de imposición del francés contribuyó también al éxodo.
La conclusión: ni Barcelona ha de ser Montreal, ni Cataluña ha de ser Quebec. Hay que poner la mirada en Toronto. Y en España.
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