¿Es esto la muerte?
Pésima versión de las 'Cuatro últimas canciones' de Strauss en L'Auditori de Barcelona
Siempre causa cierta desazón entrar en la sala principal de L'Auditori de Barcelona y contemplar el hueco del fondo del escenario. Ese hueco donde no hay ni habrá jamás un órgano. Cuentan las malas lenguas que nadie le explicó a Rafael Moneo que un órgano de tubos es bastante más grande de lo que parece su fachada, de modo que el espacio que le reservó es del todo insuficiente. El arquitecto ignoraba además, según parece, que un órgano puede pesar varias toneladas, así que la estructura que soporta el escenario de L'Auditori no aguantaría al dichoso instrumento aunque cupiera en su agujero. Así, el público de Barcelona está condenado a escuchar en esa sala obras como 'Así habló Zaratrustra', en la que el órgano (de tubos) tiene un papel importante, sonando en un órgano electrónico que, a pesar de compartir nombre con el artilugio original, es más bien una lavadora con altavoces.
Música Clásica
OBC: Richard Strauss
- Música: R. Strauss.
- Intérpretes: Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña (OBC). Heidi Melton, soprano. Vasily Petrenko, dirección.
- Fecha: 25 de febrero.
- Lugar: L’Auditori, Barcelona.
¿Se imaginan a un pianista interpretando un concierto de Mozart con un piano eléctrico? ¿Verdad que no? Pues eso. Desazón. Pero vaya, estamos en un equipamiento que pone a chocar dos pianos Chassaigne entre ellos como si tal cosa con la excusa de hacer arte, así que a estas alturas tampoco nos vamos a poner exquisitos por un problema que arrastramos hace un cuarto de siglo y vamos a seguir arrastrando per saecula saeculorum.
El órgano-lavadora suena ridículo cuando se queda solo tras la impresionante serie de armónicos (sí, esos sonidos de los que carece el sonido sintetizado de los instrumentos electrónicos) y el acorde inicial de la obra. ¿Y qué? Ya nos hemos acostumbrado, y no nos parece tan tristón en el marco de un buen concierto. Pero es que el de este fin de semana de la OBC no lo fue ni por asomo. Y no porque la orquesta no esté a buen nivel, ni porque no tuviesen un excelente director.
La verdad es que el Zaratustra sonó de maravilla, pero no lo suficiente como para hacernos olvidar la atrocidad que lo precedió. Las 'Cuatro últimas canciones' de Strauss son piezas de una sensibilidad exquisita, llenas de matices y que requieren una afinación perfecta de la soprano al estar ésta doblada al unísono por un grupo instrumental u otro casi en todo momento. «¿Es esto la muerte?», se pregunta en el último verso.
L'Auditori no puede permitirse, estando en la ciudad que idolatra a cantantes como Iréne Theorin o Lise Davidsen, que en su escenario suene una versión así de gritada y desafinada de estas canciones de Strauss. Heidi Melton se presenta en su web —ahí es nada— como «la voz wagneriana que esperábamos desde Flagstad y Nilsson». Quizás tuvo un mal día, puede suceder. Pero en su agenda de actuaciones nada hace pensar que goce del prestigio de las magníficas cantantes citadas. ¿Por qué, pues, ha sido invitada a actuar en L'Auditori? Misterio.
En la primera parte del concierto, la OBC y Petrenko abordaron el 'Divertimento' de Strauss, basado en obras para clave de Couperin. La interpretación adoleció de falta de ensayos, y también se echó de menos que el batuta encontrase alguna manera para dar más presencia sonora al clavicémbalo que incorpora la obra, cuyo sonido quedó diluido en la siempre complicada acústica de la sala. Al menos pudimos disfrutar del magnífico nivel de los solistas de la orquesta, y especialmente del concertino Vlad Stanculeasa, cuyo solo en las 'Cuatro últimas canciones' de Strauss fue, sin lugar a dudas, de lo mejor de una velada más que olvidable.
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