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«La noche madrileña mola mucho, pero hay una cara oculta muy chunga: la explotación laboral»

periodismo

El periodista toledano Israel Merino publica 'Más allá de la noche. Crónicas de lo salvaje y lo precario'

Israel Merino, con un ejemplar de libro autofoto
Manuel Moreno

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Atiende a 'ABC' poco después de contar en Twitter que le han llamado tres veces esta semana desde una aseguradora para ofrecerle un seguro de decesos. «Israel, entienda que una defunción es cara y con este seguro le cubrimos todos los costes de su sepelio», le dicen para convencerlo. Él cree que ha sido algún amigo guasón, por ser suave, que facilitó su teléfono y su nombre profesional, Israel Merino, y no el que figura en su DNI.

A sus 21 años, este toledano de Fuensalida también ha sacado a la venta su segundo libro esta semana. Primero fue la novela 'Subura', hace un año y medio, en la que describe cómo es la vida de un chavalito de hoy en día en los barrios obreros. Ahora vuelve a las librerías con una crónica periodística publicada por Akal y que presentará este lunes en Madrid, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

«Con 'Más allá de la noche. Crónicas de lo salvaje y lo precario', quiero mostrar que el ocio nocturno mola mucho», comienza a explicarse. «Y como buen cateto de Toledo que se vino joven a Madrid, tenía y tengo un poco idealizado todavía lo que es la juerga madrileña, las fiestas... Pero hay una cara oculta muy chunga en la noche madrileña, y es la explotación laboral», suelta a continuación.

Para pintar esa cara b, en su crónica de periodismo literario dibuja e indaga en cinco perfiles: una prostituta, un camello, un repartidor, una «especie» de relaciones públicas «un poco turbio» y una camarera. «Quería haber metido algún otro perfil, como un portero de discoteca o incluso un policía local -desvela-, pero era tremendamente complicado, y más por el formato del libro».

Habla, por su experiencia para este trabajo, de jornadas laborales eternas en el ocio nocturno de la capital de España «por cuatro euros y en b». «Ya sabemos cómo funcionan algunos hosteleros y el tema de los 'riders', de los repartidores, es alucinante -afirma-; siguen siendo falsos autónomos, aunque la ley de Yolanda Díaz se haya aprobado».

La prostitución y el proxenetismo, dice, tienen «unos claroscuros tremendos y en los que ambas cosas se mezclan». «Tú estás en una discoteca a las cuatro de la mañana con diez copas, y a saber qué más metido por la nariz, pero no te paras a pensar las condiciones del que está trabajando si no has trabajado en ello», sentencia.

Para él no es necesario, en principio, aparcar opiniones preconcebidas para leer su libro, porque «yo creo que es algo que todos sospechamos y pensamos en qué condiciones pueden estar» los protagonistas de 'Más allá de la noche'. Pero afirma luego que «hay que quitar un poco los prejuicios» cuando se habla de la prostitución o de los traficantes que se dedican al menudeo. «Tenemos un poco la imagen distorsionada de una prostituta. ¿Hay prostitución de lujo y otra de burdel?», se pregunta. «Pues no, todo se entremezcla». «¿Y cómo es un camello?», se cuestiona. «Con las series de televisión -se responde-, tenemos la imagen del camello con un imperio, cuando en mi libro es un chavalito de Puente de Vallecas de mi edad que menudea cuatro gramos de cualquier cosa y se saca un dinerito».

Israel asegura que ha enterrado algún prejuicio que él tenía. «Hablo de refilón de un proxeneta y me doy cuenta de que es todo muy oscuro, pero esos personajes son normales -sostiene-. Imaginamos al camello, al proxeneta o a la prostituta en otra dimensión diferente con sus mundos, aunque nos podemos cruzar con ellos en la calle y no te imaginas a lo que se dedican. Pueden estar en un bar hablando de fútbol o leyendo a Tolstói».

Opina que las crónicas «locas» y «salvajes» del Madrid que conoce pueden ser exportables a cualquier ciudad española. «Incluso en Toledo, aunque a menor escala al ser más pequeño», deja caer el autor, que fue el editor más joven de España con 19 años, pero que «tuve que chapar» el negocio hace un año.

Cuando se le pide que reformule el título de sus crónicas, se le ocurre definirlas como «periodismo literario para abrir las alcantarillas de la noche madrileña». Este lunes habrá que preguntárselo a Pedro Vallín, Carlos García de la Vega y Javier Valenzuela, que arroparán al joven escritor en el Museo Reina Sofía a partir de las siete, cuando cae la noche.

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