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Impotencia entre los vecinos de Ávila afectados por la inundación: «Nunca pensamos que esto podía suceder»

Los habitantes del entorno de la plaza de toros, la zona anegada por el agua, vivieron una noche muy complicada por la crecida del río Adaja, que anegó garajes de casas y negocios

El Ayuntamiento de Ávila declara el estado de emergencia ante las inundaciones «de gran magnitud» que registra la ciudad

Una vecina limpia su hogar, inundado por las lluvias en Ávila Reuters // Vídeo: EFE

ABC

ÁVILA

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Entre la impotencia y la desesperación. Así vivieron los vecinos del entorno de la calle Obispo Acuña, frente a la plaza de toros, la crecida del río Adaja durante la madrugada de este viernes, que ha anegado no solo los viales sino también los garajes y sótanos de muchas viviendas, tanto unifamiliares como bloques, y algunos de los negocios situados en la zona, con el consiguiente perjuicio económico. De hecho, todos los locales han tenido que permanecer cerrados durante toda la jornada.

Eran las tres de la mañana cuando comenzaron a saltar todas las alarmas por la crecida del río que, como ya ocurriera hace dos semanas, hacía que el agua pasara la AV-900 y comenzara a cubrir las calles frente a la plaza de toros. La policía comenzó a avisar a los vecinos para que sacaran los vehículos de los garajes, al tiempo que la gente empezó a llevar a la zona sacos de arena y maderas para improvisar diques en las calles. También, con ayuda de los bomberos, se ha procedido a desaguar los garajes durante toda la jornada.

Almudena Navarro ha sido una de las que ha visto como el agua inundaba el garaje del edificio en el que vive. «Sabemos que es una zona complicada, pero nunca pensamos que esto podía suceder», ha referido en declaraciones a Ical. «Nos llamaron al portero a las seis de la mañana y la policía nos dijo que bajásemos a sacar los coches. Abrimos las persianas y enseguida vimos que el agua que entraba en la guardería era como un río, a una velocidad tremenda», comenta.

Y es que la guardería infantil Mafalda fue uno de los negocios más afectados por la inundación. De hecho, el agua llegó al nivel de las ventanas y la planta baja quedó completamente inundada y su patio parecía una piscina, con los juegos infantiles flotando. Su propietaria, Montserrat Alonso, explica que «a las cinco y media de la mañana me llamó Óscar, el mecánico de al lado, y me dijo que viniera porque creía que el agua podía entrar en la guardería, y en lo que tardé en bajar de casa corriendo, ya había comenzado a entrar en el patio, aunque dentro todavía no».

«Comenzamos a poner un dique con bolsas de arena y metacrilatos para que el agua no pasara dentro e intentamos subir al piso de arriba todas las cosas de los bebés y de los niños para que no se mojaran, pero de repente comenzó a entrar corriendo el agua y un bombero que nos estaba ayudando a meter las cosas nos dijo que nos fuésemos de allí porque cada vez el agua entraba más», comenta Montserrat, antes de añadir que cuando salieron, «el agua ya llegaba por encima de las rodillas y estaba congelada».

«Nos sacaron por la puerta de arriba y las escaleras laterales y ya vimos que en la zona de entrada se estaba metiendo el agua dentro y por más que pusimos cosas, debió entrar por encima porque rebosó las ventanas», afirma.

Almudena cuenta que rápidamente comenzaron a sacar los coches y a poner lo que podían en los trasteros para que «el agua no se metiese, porque el nivel subía muy rápido», aunque «una vez que el agua llego a la guardería, se empezó a filtrar por la calle y como veíamos que no había salida, mi marido y otros vecinos fueron a por sacos de arena, tablas y bombas para evitar que el agua llegara hasta aquí».

Recuerda asimismo que «no había nada preparado porque no piensas nunca que el agua pueda llegar hasta aquí y todo fue un poco improvisado, cada uno haciendo lo que ha podido y sacándolo de donde se ha podido».

Por la mañana, la crecida del río Chico puso la mirada en los colegios Juan de Yepes y Pablo VI, que finalmente pudieron desarrollar sus clases con normalidad.

Sin embargo, el Bar-Restaurante 'El Diario' fue otro de los locales situados en la calle Obispo Acuña en los que el agua hizo verdaderos estragos. Y es que a los daños materiales hay que sumar el tiempo que tenga que permanecer cerrado el establecimiento. Su propietario, David Gallego, calcula que en su interior había «más de un brazo de agua».

«Llevamos desde las dos y media de la mañana hasta las diez y no se podía hacer nada, porque el agua ha inundado totalmente el bar y no se puede abrir», comenta el propietario, quien también explica que «toda la parte de la terraza está totalmente inundada y luego tenemos también toda la parte trasera a tope de agua y sin luz, con los congeladores llenos de cosa porque este fin de semana teníamos varias reservas, aunque no se puede abrir».

Pérdidas de comida, la cámara mojada, al igual que los motores... «Todo lo que lleva un restaurante-bar», explica su propietario, quien también recuerda lo vivido hace dos fines de semana, para asegurar que «no tuvo nada que ver, porque entonces se metió muy poco el agua, pero esta vez ha sido insoportable, imposible. No se puede hacer nada».

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