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Bildu y Junts desmontan el relato de Sánchez al pedir la independencia

El jefe del Ejecutivo intenta sacudirse la imagen de populista y reivindica sus medidas como socialdemócratas

Sus socios ponen en duda que vaya a completar su giro a la izquierda, en el que ven más marketing que realidad

Pedro Sánchez y Miriam Nogueras, diputada de Junts EP
Ana I. Sánchez

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Había muchos temas sobre los que Pedro Sánchez no quería hablar durante el debate sobre el estado de la nación. Uno era Marruecos y el Sahara. Otro, el independentismo. Como Gabriel Rufián le reprochó, el jefe del Ejecutivo solo dedicó «una frase al conflicto político» en Cataluña en el largo discurso –casi hora y media– con el que arrancó el martes por la mañana. Pero eso no evitó que Bildu y Junts desmontaran ayer la estrategia de «distensión» en la que se viene amparando La Moncloa para justificar todas sus cesiones al independentismo: desde los indultos a los líderes del procès hasta el diálogo de igual a igual con la Generalitat, pasando por la legitimación y blanqueamiento del partido que coordina Arnaldo Otegi. «Estamos seguras también que más pronto que tarde –porque este es nuestro deseo–, podremos construir una república vasca libre y democrática que lleve a nuestra ciudadanía a una sociedad socialmente justa y económicamente equitativa. Estamos seguras de ello», espetó Mertxe Aizpurua a Sánchez, dejando claro que las cesiones al secesionismo no apaciguan sus aspiraciones, sino que las hacen creíbles. «Es necesario que la izquierda española tome la decisión de romper amarras con las hipotecas heredadas de la dictadura y abra una nueva fase histórica», añadió.

Sin letra pequeña

En el mismo lugar y tan solo un rato antes, el líder socialista había presumido de que su estrategia de distensión ante el independentismo está «dando sus frutos». Contestaba así a la portavoz de Junts, el partido de Carles Puigdemont, que había asegurado que los indultos no había servido para nada y le había pedido la independencia. «Nosotras también vamos a por todas», parafraseó Miriam Nogueras en catalán al propio presidente. Sánchez le contestó acusando a Junts de haberse quedado congelado en 2017.

ERC había hablado de independencia el martes pero sin plazos temporales y con un discurso blando. «Soy un convencido de que la independencia no presupone nada», señaló para prometer que si la independencia depende de ERC, Cataluña la alcanzará.

El jefe del Gobierno dijo ayer que salía «contento» del Congreso tras dos días de debate, aunque la de ayer no fue una jornada fácil. El portavoz del PNV, Aitor Esteban, no se mostró precisamente contento con el paquete de medidas anunciado el martes, y Sánchez intentó contentarle prometiendo la aprobación, este mismo mes, de la reforma de la Ley de Secretos Oficiales. Previamente, el dirigente vasco realizó una irritada intervención en la que dejó en el aire su apoyo al nuevo impuesto a la banca ante el riesgo señalado por los expertos de que acabe repercutiendo en el consumidor. Además, dejó ver su enfado por las formas con las que el Gobierno trata a sus socios y advirtió al socialista de que se arriesga a no sacar leyes o no salir reelegido si sigue incumplimiento promesas o no cuidando «las relaciones» con sus aliados.

Conflicto dentro de Cataluña

Presume de que su estrategia de distensión frente al independentismo está dando «sus frutos»

El resto de los socios del Gobierno celebró el giro a la izquierda del martes, pero dedicó más tiempo a dudar de que vaya a culminarlo en la práctica. Y es que el jefe del Gobierno siguió ayer sin desvelar la letra pequeña de sus nuevos impuestos, y esto –junto a su elevado historial de incumplimientos– espoleó la desconfianza de sus socios. «Hoy podríamos pensar que tenemos aquí al Sánchez de izquierdas. Bien, ojalá sea así, porque nos alegraremos. Pero como casi siempre con este Gobierno, todo se queda a medio camino, todo es temporal y no estructural, son parches para un momento concreto sin cambios de raíz», cargó Aizpurua.

Serias advertencias del PNV

Por su parte, el portavoz del PDeCAT, Ferrán Bel, no dudó en espetar al líder socialista que su nuevo paquete tiene «más de marketing que de realidad», recordando que Hacienda terminó recaudando un tercio de lo que esperaba con la llamada «Tasa Tobin» y todavía menos con el impuesto sobre servicios digitales. Íñigo Errejón también trasladó su escepticismo sobre el giro de Sánchez al avisarle de que «en el ánimo» de los ciudadanos no cabe «una decepción más o un anuncio fallido más». El líder de Más País exigió, por tanto, al socialista que lleve «hasta el final» el «golpe de timón».

En cuanto a Compromís, Joan Baldoví aseguró que creerá los nuevos impuestos cuando los vea publicados en el Boletín Oficial del Estado. Los socios de Sánchez coincidieron también en exigirle más. «Ha anunciado varias medidas que nosotras junto al resto de grupos de la izquierda plurinacional llevamos mucho tiempo exigiendo. (...). ¿Es positivo que se vayan a tomar estas decisiones? Por supuesto. ¿Es suficiente? Obviamente no», resumió la portavoz de EH Bildu.

Mensaje al socialismo histórico

Condena a ETA, destaca el papel de Zapatero y Rubalcaba en el final de la banda terrorista y se abraza a Patxi López

Un día después de haber anunciado los dos nuevos impuestos a la banca y a las energéticas, la estrategia política del jefe del Gobierno se centró en seguir presionando a los partidos del tercio derecho para que revelen si apoyarán o no ambas tasas y el segundo decreto-ley contra la guerra que convalidará hoy el Congreso. «Le pido que con ese sentido de Estado que siempre demuestra convalide el decreto-ley de medidas económicas», retó con ironía a la presidenta de Cs.

Inés Arrimadas se zafó llevando el cara a cara al terreno económico y a la alianza de Sánchez con Bildu. «La señora Aizpurua y sus compañeros de Herri Batasuna seguirán siendo siempre unos auténticos hijos de ETA», cerró su intervención. Sánchez intentó combatir su cercanía a Arnaldo Otegi condenando la actividad etarra y reivindicando el papel que jugaron en su final José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba y Patxi López, con el que buscó un abrazo ante las cámaras.

Al mismo tiempo, el jefe del Gobierno intentó borrar el sello morado de su nuevo paquete de medidas y sacudirse la imagen de presidente cercano al populismo que ayer intentó alimentar el presidente del PP, Alberto Nuñez Feijóo. Así, defendió que la salida que busca a la crisis es «socialdemócrata» y que muchos países europeos están aplicando ambos impuestos. Pero en realidad, solo Italia, Reino Unido, Rumanía y ayer Bélgica han aprobado impuestos a empresas de energía, mientras Hungría es la única que ha puesto en marcha una tasa a la banca.

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