Padres vengadores cuando la Justicia se queda a medias: la ley del ojo por ojo
Un vecino de Estepona está investigado por homicidio tras patear al hombre que acosó a su hija, menor de edad

«Se acaba de arruinar la vida, lo mismo que le pasó a mi madre». Verónica fue víctima de un violador cuando tenía 13 años y su madre María del Carmen García, condenada a cinco años de cárcel por quemar vivo al hombre que agredió ... a su niña. Verónica, que ahora tiene 36 años y un poso admirable, muestra su disgusto por el futuro que, según ella, espera al padre de Estepona (Málaga). Ese hombre pateó el pasado sábado al vecino y amigo que en 2017 acosó a su hija de 15 años y volvió a acercarse a ella y a insinuarse hace unos días. El domingo, la víctima de la agresión murió en el hospital. No se sabe aún si a consecuencia de la paliza sufrida con unas botas de puntera metálica o por el cáncer que padecía. Quedó en libertad, investigado por homicidio imprudente , pero esa calificación puede variar.
Los paralelismos –con distintos grados de gravedad y detalles– entre ambos casos son evidentes pese a las casi dos décadas transcurridas entre uno y otro. Padres justicieros que, ofuscados o conscientes, deciden aplicar la ley del talión , el ojo por ojo.
María del Carmen García está en libertad desde 2017 tras cumplir cuatro años de condena en Alicante y aún espera respuesta al tercer indulto que se pidió para esta madre convertida en vengadora a base de dolor y escarnio.
Antonio Cosme, 'el Pincelito' , violó a Verónica en 1998 en Benejúzar (Alicante) cuando la niña tenía 13 años. Eran vecinos. Fue condenado a nueve años de prisión, pero en junio de 2005 salió de permiso. Se encontró en la parada del autobús con la madre de Verónica. «Buenos días, señora. ¿Qué tal su hija?». Mari Carmen no podía creerlo. Estaba segura de que ese hombre seguía en la cárcel.
Él se fue a un bar del pueblo y ella a la gasolinera. Compró un euro de gasolina y se dirigió al bar con su botella. Sin mediar palabra la vació sobre Cosme y le prendió fuego con una cerilla. El agresor de su hija murió diez días después. Mari Carmen fue condenada a nueve años y medio, rebajados después por el TS a cinco al aplicarle una eximente incompleta por trastorno mental transitorio. Llevaba años en tratamiento psiquiátrico por lo que vivió tras la violación de Verónica, incluido el rechazo de medio pueblo.
«Nos sometían a acoso diario, nos llamaban por teléfono y nos decían que yo me lo había inventado. Cuando salga mi padre te va a matar», asegura Verónica que las amenazaba la familia de Cosme. « Ni siquiera le impusieron una orden de alejamiento , podía pasearse libre por el pueblo. Eran otros tiempos», cuenta la mujer, sin aparente asomo de rencor.
«Lo que ha pasado ha pasado y ya está. No merece la pena seguir pensando que podría haber sucedido de otra forma. Entiendo a mi madre, vivió un acoso tremendo . Lo de Estepona me da mucha pena. Se ha arruinado la vida ese padre», dice.
La historia que ha acabado con la imputación de M. por homicidio imprudente empezó hace más de cuatro años. Uno de sus mejores amigos, además de vecino, empezó a mandar whatsapp a su hija que entonces tenía 15 años. No eran de contenido sexual explícito, pero había claras insinuaciones de enamoramiento. La chica lo frenaba y él reculaba, aunque no paró. La menor se lo contó a su madre y ésta a su marido. Denunciaron al amigo por acoso en abril de 2017. El caso se archivó . La amistad saltó por los aires y la cría tuvo que someterse a tratamiento psicológico.
Se debieron de cruzar las familias muchas veces, pero hace unos días el examigo volvió a la carga. Se encontró con la chica que ahora tiene 20 años; le dijo que se alegraba mucho de verla y la agarró por la cintura. Su novio fue el primero en enterarse; luego su madre y al final su padre. El sábado pasado cuando el padre salió de trabajar propinó varias patadas al acosador en un bar , según los testigos, con unas botas de punta reforzada, y lo derribó. Los separaron y cada uno se fue por su lado, pero al día siguiente la víctima se encontró mal y acabó ingresada en la UCI donde murió con el bazo destrozado. La autopsia será clave para afianzar el delito que se le imputa al padre de la chica, en libertad con medidas cautelares. Reconoce que le pegó «una sola patada», pero que fue un encuentro casual y no lo buscó .
La historia se repite. Padres vengadores ofuscados por el daño a sus hijas. A veces un daño irreparable que ninguna condena puede mitigar. Hace tres años la agresión de un septuagenario en plena calle en Granada a un individuo de 54 años destapó otra tragedia larvada durante tres décadas . La Policía averiguó que la víctima había violado y asesinado a la hija del agresor, de solo cuatro años hacía más de treinta. La niña fue hallada en un pozo. El asesino, condenado a 40 años, era primo de la madre de la pequeña. Pasó 23 años en la cárcel y desde que salió el padre lo había intentado atropellar, según él, y lo había golpeado en un bar. El septuagenario, al ser detenido, contó que no lo conocía y que le había intentado robar en la calle.
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