Los ecobarrios se convierten en el kilómetro cero de la ciudad del futuro
Aunque aún son islas en océanos de asfalto, las empresas y las administraciones están forjando renovados vecindarios que exprimen la tecnología y las energías verdes para testar un modelo de urbes más sostenibles y con mayor cohesión social
El momento decisivo de la rehabilitación energética

Un nuevo modelo urbano comienza a echar cimientos para avanzar en la senda hacia las ciudades descarbonizadas del futuro. Son los denominados ecobarrios, vecindarios más verdes, naturales, sostenibles, eficientes, con mejor calidad de vida y donde el espacio se organiza para favorecer las relaciones entre los seres humanos. No son idílicos proyectos alternativos ni divagaciones conceptuales de locos soñadores, sino proyectos serios y con avanzadas tecnologías en los que se están implicando empresas y administraciones públicas. Algunos ya están en pie desde hace años y otros en camino. De momento son como islas diseminadas por todo el planeta. Su máximo exponente (o por lo menos uno de los pioneros) quizás sea el ecobarrio alemán de Vauban, que fue una base militar en 1936, después una zona abandonada hasta que en la década de los noventa del pasado siglo el ayuntamiento de Friburgo compró los terrenos y los antiguos barracones para reconvertir todo ese espacio en un distrito sostenible. Hoy por sus calles no circulan coches (que están estacionados en parkings de la periferia). Sus habitantes se desplazan a pie, en bicicleta, en tranvía o en los últimos tiempos incluso a través de un sistema de 'carsharing'.
Otro caso muy destacado es el ecobarrio de Hammarby Sjostad en Estocolmo (Suecia). Era un lugar abandonado por la contaminación industrial. Hoy cuenta con un sistema que recoge el agua de lluvia, la purifica y se utiliza para riego. Incluso las aguas residuales van a una planta de tratamiento donde se emplean para producir biogás que se suministra a viviendas y sirve de combustible para el transporte público.
Existen otros ejemplos como el ecobarrio de Bedzed en Londres, la Ciudad Solar de Linz (Austria) o Vikki en Finlandia. Y en España también empiezan a florecer. Un referente es la ecociudad Sarriguren (Navarra), famosa por su diseño bioclimático y el uso de renovables. En 2008 obtuvo el Premio Europeo de Urbanismo, el máximo galardón oficial para una ciudad. También se está terminando la última fase de viviendas del ecobarrio madrileño San Diego. En el futuro veremos más, como La Pinada en Paterna (Valencia), LaMercedes (Barcelona) o el Barrio Multiecológico, el nuevo pulmón verde de Lugo.

Obsolescencia urbana
Está claro que la ciudad en los países industrializados tal y como la conocemos ha quedado obsoleta. Ya no sirven grandes urbes cargadas de gigantescos edificios de oficinas, concentradas zonas comerciales, barrios con colmenas de viviendas y calles diseñadas para que circule el omnipresente coche particular, contaminando el aire. Las ciudades «no responden ni al incremento en los estándares de vida de la población ni al desafío climático», afirma Marta Vall-llossera Ferran, presidenta del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (Cscae).
De hecho, las metrópolis producen más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta y consumen el 78% de la energía mundial, con datos de Naciones Unidas. Y eso que solo ocupan el 2% de la superficie de la Tierra. En ellas vivimos la mitad de los 8.000 millones de seres humanos que habitamos el planeta. Unas cifras que crecerán, porque la población aumentará (9.700 millones en 2050 según previsiones de la ONU) y entonces seremos el 70% de personas residiendo en ellas.
Las ciudades son responsables de 60% de las emisiones del planeta
Por eso ahora se buscan ciudades sostenibles, eficientes, en armonía con el paisaje y que favorezcan la cohesión social. Urbanistas, arquitectos, ingenieros... trabajan en un entorno urbano del futuro más amable. «Es necesario planificar actuaciones de regeneración urbana en barrios, ampliando las superficies peatonales, mejorando la movilidad, recuperando los ecosistemas naturales, planificando zonas verdes y apostando por ciudades policéntricas en las que la mayor parte de nuestros desplazamientos se realicen sin necesidad de vehículos que consumen energía y se reduzcan aquellos que son innecesarios», considera Vall-llossera.
El futuro de las ciudades
Pues los ecobarrios parecen ser los núcleos urbanos sobre los que pivoten las nuevas urbes. «Son el futuro de las ciudades», cree con firmeza Marcos Sánchez Foncueva, experto en Urbanismo. Además el actual desarrollo de las nuevas tecnologías puede ayudar a impulsar estos nuevos barrios verdes, como indica Vall-llosera. «Desde el big data -dice- a la inteligencia artificial o los gemelos digitales son aliados necesarios en los procesos de transformación, regeneración y renovación urbanas. Soluciones que ya se aplican en la regulación del tráfico, en el alumbrado público y en la monitorización del consumo energético de nuestros edificios. Pueden contribuir a una gestión más eficiente de las ciudades».
Aunque de momento los ecobarrios parecen más un laboratorio donde experimentar diferentes soluciones. De hecho, todavía no existe una definición oficial por parte de un organismo o institución internacional que los describa. Así que son los expertos quienes dibujan el esbozo de estos nuevos modelos. «Los ecobarrios son comunidades urbanas diseñadas con el objetivo de promover la sostenibilidad ambiental, social y económica. Buscan fomentar la cohesión social proporcionando calidad urbana, integrando espacio público, verde, opciones de movilidad, y soluciones urbanas (energía, residuos, tecnología,..). En esencia, se diseñan para ofrecer una mejor calidad de vida a sus habitantes mientras se preserva el entorno natural y se promueve un desarrollo urbano responsable y consciente», los describe Naiara Vegara, vicepresidenta de la Fundación Metrópoli, una entidad que trabaja por el desarrollo comunitario y planificación urbana y que diseñó el ecobarrio de Sarriguren.
Tampoco hay una estrategia europea ni española que impulse este nuevo modelo. «La Componente 2 del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, contempla la rehabilitación de edificios y también la regeneración urbana. Sin embargo, no existe una estrategia a gran escala, porque entre otras cosas, los procesos de regeneración urbana son complejos y encuentran numerosas barreras económicas, financieras, jurídicas y normativas», opina Vall-llossera.
Colaboración público-privada
De ahí que el sector esté de acuerdo en que resulta fundamental estrechar los lazos en la colaboración público-privada para impulsar estos oasis verdes. «Este tipo de colaboración permite combinar recursos, conocimientos y experiencias para abordar de manera más efectiva los desafíos que implica la creación de comunidades sostenibles. Las entidades públicas pueden establecer regulaciones, políticas y marcos de apoyo que fomenten el desarrollo sostenible, mientras que el sector privado puede aportar innovación, inversión y experiencia técnica. Juntos pueden impulsar proyectos que no solo sean viables económicamente, sino que también cumplan con altos estándares ambientales y sociales», cree Vegara.
Los pilares del ecobarrio: Eficiencia energética, movilidad sostenible, gestión de residuos y agua, biodiversidad y cohesión social
No obstante, se pueden considerar unos criterios que parecen comunes a todos estos nuevos distritos verdes y que están alineados con la agenda urbana de Naciones Unidas y con la europea. El urbanista Foncueva enumera los seis pilares de estos nuevos barrios: «Eficiencia energética, movilidad sostenible, adecuada gestión del agua y de los residuos, protección de la biodiversidad y zonas verdes y resulta fundamental la participación ciudadana y la cohesión social».
Y para conseguir esos objetivos se aplican múltiples soluciones. Las renovables, especialmente los paneles fotovoltaicos y la geotermia, son habituales. Se implementan sistemas centralizados de calefacción, es decir una única central suministra calor a varios edificios a la vez. Son los conocidos 'District Heating' (calor de distrito). Las viviendas son bioclimáticas o muy eficientes desde el punto de vista energético. Suelen existir sistemas para la recogida de lluvia y su posterior reutilización para riego. También sistemas muy innovadores para tratar las aguas residuales. Y sistemas de recogida neumática de residuos. En movilidad la apuesta es abandonar el vehículo privado. En su lugar, se construyen grandes sendas peatonales, carriles-bici y se impulsa el uso transporte público. «Hay hasta farolas solares, y dispositivos en los grifos de las viviendas para reducir el consumo de agua... Se fomentan corredores ecológicos entre el barrio y la zona natural para favorecer la biodiversidad, con especies autóctonas. Se cuida mucho la existencia de espacios comunitarios y la inclusión social», apunta Foncueva.
Otra de las ventajas de los ecobarrios es que son exportables a diversos entornos. Pueden implementarse a la hora de recuperar o revitalizar un barrio deteriorado, o en nuevos desarrollos que parten de cero, en grandes metrópolis, en ciudades medianas y hasta en zonas rurales. «Es extrapolable a cualquier núcleo urbano incluso a un pueblo de 90 habitantes -dice Foncueva-. En las grandes ciudades lo ideal sería una conexión entre ecobarrios para tender a la ecociudad», el máximo exponente del urbanismo sostenible, ambientalista y social.
Ejemplos en España
En España, aparte del ecobarrio de Sarriguren que es todo un referente, se están desarrollando otros proyectos, como el barrio de San Diego, en el distrito madrileño de Puente de Vallecas. Allí, bajo los pies de cinco impresionantes chimeneas de más de 30 metros de altura late el corazón del vecindario: una central térmica y un sistema de recogida neumática de residuos.
La térmica proporciona agua caliente sanitaria y calefacción a las 1.200 viviendas que componen lo que se conoce como 'District Heating' (Calefacción Urbana), un modelo muy habitual en muchas ciudades europeas. «Evacuan los gases de la combustión del gas natural que se produce en calderas de alta eficiencia. Tenemos cuatro con 4.800 kW pero utilizamos sobre todo las dos más pequeñas de condensación (1.700 kW). Es suficiente para suministrar el 90% de la calefacción del barrio junto al aporte de las renovables que existe en cada edificio», explica Agustín Arroyo, director de Rehabilitación y Obra de la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo de Madrid (EMVS).
Se trata de un sistema centralizado de calefacción y agua caliente. «Si las 1.200 viviendas tuvieran 1.200 calderas, el consumo global del barrio se multiplicaría por ocho y también las emisiones», asegura Arroyo. El ahorro ha sido notable para los vecinos, porque han reducido en un 50% el consumo de la calefacción.
Desde esta central salen seis ramales independientes que transportan agua caliente a cada una de las promociones de viviendas que se han construido (falta todavía una fase por terminar). «El agua sale de la central a una temperatura de unos 50-55ºC. Pero cada promoción cuenta con sistemas diferentes de calefacción, con radiadores que necesitan temperaturas más altas, o con suelo radiante, que son más bajas. Los edificios están dotados de paneles solares o aerotermia para adaptar la temperatura del agua que llega desde la central a las necesidades de cada sistema de calefacción», cuenta Arroyo.
Una sala de control monitoriza todo el sistema durante 24 horas, de tal forma que vigila los niveles de confort de cada vivienda y avisa de «cualquier avería, anomalía o consumo inadecuado», señala.
Recogida de residuos
Hasta aquí podría ser la réplica de cualquier sistema centralizado de calefacción que hay por Europa. Sin embargo, esas chimeneas tienen una segunda función: evacuar el aire comprimido (una vez depurado y filtrado) del sistema de recogida neumática de residuos. «Cada edificio está provisto de buzones donde los vecinos depositan las bolsas de residuos (para orgánico, resto y envases). Cuando el buzón está lleno, la central lo detecta y activa un sistema: a través de aire comprimido las bolsas circulan por colectores subterráneos a la central. Allí se seleccionan y compactan en contenedores, que una vez llenos son recogidos por camiones», explica Arroyo. Gracias a este sistema «hemos retirado los contenedores de las calles y no necesitamos que el camión de basuras pase todas las noches. Por tanto, ahorramos emisiones», detalla.
El ecobarrio de San Diego es el resultado de rehabilitar las antiguas y deterioradas colonias de San Francisco Javier y Nuestra Señora de los Ángeles, que datan de los años cincuenta del pasado siglo. «Esta ubicación reunía las condiciones ideales para aplicar un modelo urbano sostenible, combinando eficiencia energética, energías renovables y criterios de edificación respetuosos con el medio ambiente. Desde el Ayuntamiento de Madrid seguimos estudiando la posibilidad de replicar este modelo en otras zonas de la ciudad, adaptándolo a las características específicas de cada área», destaca Álvaro González, delegado de Políticas de Vivienda del Ayuntamiento y presidente de EMVS Madrid.
Los edificios de San Diego son propiedad de EMVS Madrid y sus viviendas tienen un régimen de alquiler más accesible. «En todas las nuevas promociones de vivienda pública que edificamos siempre incorporamos sistemas sostenibles, que generan menor consumo y son más respetuosos con el medio ambiente, como la aerotermia, la ventilación cruzada o el uso de energías renovables; lo que otorga el certificado de eficiencia energética», detalla González.
Cuando el ecobarrio de La Pinada esté construido conectará el casco viejo de Paterna (Valencia) con la zona residencial de Valterna que data de hace 20 años. En medio de esos dos puntos hoy se levanta un bosque que acogerá las 30 hectáreas de este nuevo ecovecindario. «Nuestra propuesta es utilizar materiales bajos en emisiones como la madera técnica e integrar el barrio con el entorno, conservando su biodiversidad, con jardines verticales y abundante vegetación. Habrá sendas peatonales y carriles para bicis, para disuadir del uso del coche particular. La idea es que el barrio esté integrado en el bosque», cuenta Guillermo Ruiz, CEO de Zubi Cities, la promotora de este ecobarrio.
Los edificios serán bioclimáticos para reducir su demanda energética al mínimo. Existirá un sistema central de electricidad alimentado por placas solares, la producción de calor se hará a partir de la geotermia, se recuperará el agua de lluvia y se reciclaran las aguas residuales... Habrá zona residencial, para comercio local, de oficinas...

Cocreación
Pero si La Pinada tiene un elemento único y diferenciador es que ha sido cocreado por los vecinos que habitarán en él. Más de 4.000 familias han mostrado interés por vivir en este nuevo espacio, y más de 600 han participado en talleres y reuniones de puertas abiertas para participar en el diseño de este nuevo modelo urbano. «Lo que se recogió de esas reuniones se ha aplicado en el barrio. La cocreación es un proceso. Los interesados vienen con unas ideas, y al ir desarrollándolas también van evolucionando. Por ejemplo, muchos estaban interesados en una planta baja o un adosado con pocas emisiones. Pero se han dado cuenta que no es compatible con la reducción de impacto ambiental, porque son viviendas menos eficientes energéticamente y reciben muchos recursos», cuenta Ruiz.
En Barcelona, en la antigua fábrica de Mercedes Benz, (Sant Andreu), abandonada desde 2007, se levantará a partir de este año el nuevo ecobarrio LaMercedes, impulsado por Conren Tramway y diseñado por Batlleiroig. Tendrá 1.350 viviendas, contará con 60.000 m2 para oficinas, educación y comercio. La mitad de su superficie serán zonas verdes que mejorarán la calidad del aire y podrán reducir la temperatura hasta 3ºC. No habrá coches privados. Existirá un sistema para captar y reutilizar el agua de lluvia para riego. Y una microrred de 'distric-clima' para frío y calor mediante fuentes renovables. Parte de la electricidad se generará con una gran pérgola fotovoltaica (de 6.000 m2) que se ubicará en la plaza central.

Exportable
«El ecodistrito de laMercedes no se limita a aplicar medidas aisladas, sino que integra de manera conjunta estrategias innovadoras en energía, movilidad, espacios verdes y regeneración urbana. Este proyecto busca reparar una cicatriz urbana a través del reciclaje de zonas obsoletas y la rehabilitación del patrimonio industrial, adaptando los edificios existentes a las necesidades actuales de la sociedad, como la falta de vivienda. Estamos convencidos de que se convertirá en un modelo de referencia, fácilmente extrapolable a otros desarrollos residenciales, la reestructuración de antiguos distritos e incluso entornos urbanos más pequeños o rurales», estima Paco Hugas, co-CEO de Conren Tramway.
Así son los nuevos enfoques urbanos que hacen de los ecobarrios las semillas que plantar para que florezcan las ciudades sostenibles del futuro.
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